Un gato de 15 meses se convirtió en la sensación de un barrio costero por su extraño hábito de robar ropa interior y prendas de vestir. Sus vecinos ya no temen a los ratones: temen que les desaparezca un suéter de cachemira.
Leonardo da Pinchy no quiere mimos, ni caricias ni premios de pescado. Este gato de apenas 15 meses tiene una única obsesión: robar ropa ajena. Y no cualquier ropa. Calcetines gruesos, calzoncillos de seda y hasta un suéter de cachemira de 300 dólares neozelandeses forman parte del botín de este pequeño delincuente peludo que aterroriza -con dulzura- al vecindario de Mairangi Bay, una apacible zona costera de Auckland, Nueva Zelanda.
Lo que para muchos es una travesura felina ocasional, en el caso de Leo se transformó en una campaña sistemática de robo doméstico. Desde tendederos hasta dormitorios, nada parece resistirse al instinto cleptómano de este singular gato, que ya suma decenas de prendas robadas. El apodo que le otorgaron los vecinos no podía ser más acertado: Leonardo da Pinchy.
La víctima principal de esta doble vida es su propia dueña, Helen North, quien pasó de reírse tímidamente de las ocurrencias de su gato a convertirse en una especie de jefa de “objetos perdidos” del barrio. “Mi hija me llamó desde casa y me dijo: ‘Es malo, es malo, esto es lo peor que ha traído, es realmente malo’. Era un suéter nuevo de cachemira, hermoso… Me tenté con quedármelo, pero no pude”, confesó.
Frente a la creciente colección de prendas robadas, North recurrió al WhatsApp del barrio para intentar devolverlas. Su mensaje más repetido: “¿Son estos tus calzoncillos?”. Con el tiempo, creó también un álbum en Facebook donde exhibe los “trofeos” de Leo, acompañados de disculpas y su dirección por si alguien quisiera recuperar lo suyo.
La respuesta del vecindario fue inesperadamente buena. Lejos de reclamos, muchos celebran las aventuras del gato. Algunos incluso se sienten excluidos por no haber sido “víctimas” del felino. Aunque no todos están encantados: una persona alérgica a los gatos decidió dejar de colgar ropa al aire libre tras perder algunas prendas.
Entre los hallazgos más llamativos de Leonardo se cuenta una serpiente de peluche de metro y medio, una camiseta deportiva infantil con nombre incluido y una pila de ropa suficiente para vestirse de pies a cabeza con combinaciones francamente delirantes. En su día más prolífico, el gato robó nueve artículos.
A pesar de los intentos por frenar su carrera delictiva -mantenerlo dentro de casa, dejarle ropa “para robar” dentro del hogar, ignorarlo-, nada ha funcionado. “Solo quiere lo que no debería tener”, se resigna North, quien además descarta conseguirle un compañero felino: “¡Podría enseñarle a otro gato a hacer esto!”.
La historia de Leonardo da Pinchy comenzó hace un año, cuando le permitieron salir por primera vez al exterior. Desde entonces, su rutina se volvió impredecible pero constante. “Trajo una camiseta esta mañana a las 8:10. ¡Las tiendas ni siquiera habían abierto!”, relató su dueña.
Helen North, entre la vergüenza y el orgullo, espera que esta conducta sea solo una etapa pasajera de la juventud felina. “No quiero hacer esto durante 15 años. Es muchísimo trabajo administrativo”, bromeó.
Mientras tanto, en las tranquilas calles de Mairangi Bay, el gato ladrón más adorable de Nueva Zelanda sigue suelto, con la mirada fija en el próximo calzoncillo que se le cruce.