Existe la idea de que en antigüedad remota el ser humano vivía hasta los 30 años. ¿Es cierto? Ejemplos históricos indican lo contrario. Noé vivió 350 años.

En general, prevalece la idea de que en la actualidad los humanos vivimos más tiempo, con mejor calidad de vida. Y que, en la antigüedad remota, llegar a los 30 años era todo un logro. Empero, un análisis minucioso de los datos disponibles, van en contra de tal creencia. Los hechos determinan que no es cierto que antes se vivían poco y que, dicha posibilidad fue creciendo a medida que avanzamos hasta la actualidad.

Comencé a hacerme estas preguntas habida cuenta que mi abuelo paterno –quien residió toda su vida en Matute de la Sierra, un pueblo español-, falleció una noche en la que el día anterior había estado sacando peras de invierno usando -como era habitual – la pesada escalera que llevaba de un árbol a otro y sosteniendo en uno de sus brazos la canasta que llenaba de frutos. Cenó temprano como era habitual y se fue a dormir. No volvió a despertar. Dicho de otro modo: estaba aparentemente sano, con mucha fuerza muscular, buenos reflejos y capacidad mental. Pocos meses atrás… ¡había cumplido 104 años de edad! ¿Sería esto una excepción, me pregunté? Luego recordé que uno de mis tíos, falleció a los 94 y hasta hacía poco continuaba sus tareas campestres.

¿Coincidencia? Pues no. Al buscar evidencias advertí que, en los casos que tenemos cifras de edad, hay gran mayoría de personas que –desde tiempos remotos– tuvieron existencias muy longevas.

Gengis Kan, el gran guerrero mongol, murió el 18 de agosto de 1.227, haciendo la guerra contra militares que tenían la mitad de su edad. Falleció a los 72 años, en pleno siglo XIII.

Algunos otros ejemplos de Oriente: Gee Yule de la última dinastía Han vivió hasta los 280 años de edad. Un monje taoísta de alto rango, Hui Zhao, vivió hasta los 290 años de edad. Lo Zichange vivió hasta los 180 años de edad. Según consta en La Enciclopedia China de Materia Médica, He Nengci de la dinastía Tang vivió hasta los 168 años de edad. El maestro taoísta, Li Qingyuan, vivió hasta los 250 años. En los tiempos modernos, un médico de medicina tradicional china, Lo Mingshan de la provincia de Sichuan, vivió hasta los 124 años de edad”.

También casos concretos del mundo griego: Demócrito de Abdera, filósofo y matemático, que vivió entre los siglos V y IV a. J. habría vivido –según coinciden los historiadores de la época– 109 años. El filósofo Platón (427 a. J./ 347 a. J.), quien nos legara los únicos datos sobre la Atlántida en dos de sus diálogos, murió con 80 años. La misma edad del estadista ateniense Solón (638 a. J./ 558 a. J.) Cifra que también coincide con la del poeta lírico Píndaro (518 a. J./ 438 a. J.)

En el siglo I, Plinio el Viejo (que llegó hasta los 79 años) en un capítulo de su libro "Historia natural"; se ocupa de las personas longevas. Entre otros, enumera al cónsul M. Valerius Corvinos (que vivió hasta los 100 años), la esposa de Cicerón, Terentia (que alcanzó los 103), una mujer llamada Clodia (de 115, que dio a luz 15 hijos), y la actriz Lucceia que seguía haciendo sus interpretaciones con 100 años lo que ilustraba a las claras la capacidad mental que seguía teniendo.

Santa Elena, madre del emperador Constantino, nació en el año 250 y desencarnó en el 330 cuando contaba con, casi, 80 años de vida. Más aún, pasados los 70 hizo un largo viaje a Tierra Santa. Y el mismo Constantino, con una vida tan agitada y compleja, llegó a los 65 años.

Más recientemente, Antonio Stradavari (el inigualable cremonense creador de los violines conocidos como stradivarius) nació en 1644 y falleció el 13 de diciembre de 1737, a la edad de 93 años. Hasta ese momento seguía activo trabajando en sus instrumentos de cuerda siempre tan apreciados.

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Noe vivió 350 años después del diluvio

Noe vivió 350 años después del diluvio

Comidas adecuadas para la prolongación de la vida

El historiador Tito Flavio Josefo (siglo I d. J.) se interesó por el tema de cuales serían las causas que permiten la longevidad. Escribió: “ Noé vivió trescientos cincuenta años luego del Diluvio (…). No dejes que nadie, por el solo hecho de comparar la vida de los antiguos con nuestras vidas, y basándonos en los pocos años que vivimos hoy, piense que lo que ellos dijeron era falso; o que haga que la brevedad de nuestras vidas en la actualidad sea un argumento, para decir que ellos no pudieron haber durado tanto, ya que esos antiguos eran amados por Dios, y [en última instancia] hechos por Dios mismo; y porque sus comidas eran adecuadas para la prolongación de la vida, así que perfectamente pueden haber vivido un gran número de años: y además, Dios les dio un tiempo más largo de la vida a causa de su virtud, y al buen uso que hicieron de ella.”

Adviértase que este texto, redactado hace casi 2.000 años, más allá de las consideraciones teológicas, ya destaca la importancia de consumir “comidas adecuadas.” El “Clásico de Medicina Interna del emperador amarillo”, Huangdi Neijing, (siglo IV a. J.), que continúa aún vigente y es materia de estudio por profesionales de la salud, deja a un lado creencias tales como que las enfermedades generadas por influencias demoníacas, encarando la cuestión desde la racionalidad. En lugar de ello atribuye a los efectos naturales de la dieta, el estilo de vida, las emociones, el medio ambiente, y la edad como la razón del desarrollo de las enfermedades. Más coincidente con la actual definición de salud como entramado biopsicosocial, imposible. Este texto, con sus casi 2.500 años, ya entiende que la forma en que se encara la vida así como lo emocional, actúa sobre la salud y la enfermedad.

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El Ying y el Yang

Agrega el texto que el Universo está compuesto de varias fuerzas y principios, como lo son el Ying, el Yang y cinco elementos (o fases). Estas fuerzas pueden ser comprendidas a través de medios racionales y los humanos estamos en condiciones de permanecer en armonía o volver a ella y a la salud mediante la comprensión de estas leyes naturales. Cada humano es un microcosmos que refleja un macrocosmos mayor.

Coincide aquí con los principios del Kibalión (antiquísima obra egipcia) donde se afirma que “lo que es arriba es como lo que es abajo, lo que es afuera es como lo que es dentro.”

En síntesis, lo que he querido destacar con estas transcripciones es que las causas de la enfermedad tanto como de la obtención de la longevidad son conocidas desde hace milenios.

David Eisenberg, médico norteamericano e investigador den la Universidad de Harvard, comenta una enseñanza que recibió de médicos chinos en el Instituto de Medicina China tradicional de Beijing, donde estuvo estudiando en los años 80 del siglo XX: “He oído que antiguamente la gente vivía más de cien años. Y sin embargo permanecían activos y no decrépitos. Actualmente, en cambio, la gente alcanza sólo la mitad de esa edad y debe reducir sus actividades. ¿El mundo cambia de generación en generación, o el hombre se torna cada vez más negligente con respecto a las leyes de la naturaleza?

Antes se cultivaba la temperancia en la comida y la bebida. Las horas de levantarse y de acostarse eran regulares y no desordenadas o caprichos. Por estos medios, nuestros antepasados mantenían unidos cuerpo y alma para completar el tiempo que les había sido destinado, que era más de cien años, antes de morir. Hoy en día la gente adopta el descuido como su comportamiento habitual. Ya no saben encontrar satisfacción interior.

No son hábiles para controlar su espíritu. Por estas razones, solamente alcanza la mitad de cien años y degeneran.”

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail: [email protected]

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