Pese a que la mujer ha podido ir avanzando y ocupando nuevos lugares en terrenos habitualmente monopolizados por los hombres, existen aún muchas actividades donde por distintos motivos la supremacía masculina es innegable, aunque esto no haga necesariamente justicia a las capacidades femeninas.
Por eso, resulta reconfortante encontrarse con casos como el de Antonella Soledad Medina Velazquez, una joven de 22 años, que recientemente se convirtió en la primera mujer en todo el país en recibirse de la Tecnicatura Superior en Mecanizado, un título que implica, entre otras cosas, la posibilidad de operar robots y brazos mecánicos en distintos ámbitos.
Nacida en Hurlingham, Antonella vive en Morón junto a su familia. Su padre es albañil y siempre la alentó a estudiar y capacitarse en todo lo que pudiera. Su madre, ama de casa, hizo lo mismo. Y tiene además cuatro hermanos, que también se inclinaron a oficios técnicos.
Así fue que Antonella, quien sueña con recibirse algún día de ingeniera industrial, cuenta que "hace tres años entré a la empresa Famiq, como pasante, en su planta de la ciudad de Moreno, en el Oeste, pero ya había estudiado y me había recibido de Técnica electrónica en el colegio industrial".
Según detalla, "cuando entré a la fábrica lo hice como pasante, y por suerte, me permitieron hacer las dos cosas: trabajar y estudiar. Así, realicé mi capacitación en el Instituto Vasco Argentino de Villa Del Parque, mientras hacía mis prácticas en el taller de la fábrica, y de a poco pude ir aplicando lo aprendido".
Antonella trabaja en el área de Centro de Mecanizados, de Famiq, y esto le permitió estar al tanto de los distintos materiales con los que se trabaja, y familiarizarse con las herramientas y los instrumentos de medición que sirven para elaborar piezas y elementos de acero que luego de un proceso de elaboración, tendrán diferentes destinos.
"Yo ahora estoy en el área de robotización, y opero tres brazos, dos de los robots son para tareas de pulido y el restante de soldadura, son distintos procesos, pero permiten cumplir con la primera etapa que luego derrivará en el área de ensamblado de piezas".
Cuenta además que "es la primera vez que una mujer realiza esta tarea, y es un orgullo poder hacerla, en esa área son 48 hombres y sólo estamos dos chicas, mi otra compañera también aspira a realizar la misma tarea en un tiempo". Antonella asegura que "tengo un muy buen trato con mis compañeros de trabajo, lejos de sentirme discriminada siempre me trataron bien y me cuidaron mucho en todo lo que hago, se preocupan y se interesan por mi evolución, me cuidan mucho".
Lejos de atemorizarla la disyuntiva entre la robótica y la eliminación de fuentes de trabajo, Antonella piensa que "la robótica es el futuro y hay que capacitarse mucho más, por eso yo estudio Automatización y Control, actualmente en la Universidad de General Sarmiento, pero mi idea es volcarme al área de Programación".
Considera que "la robótica ocupa nuevos lugares pero son una herramienta para ayudarnos, es una realidad, hoy me da trabajo a mí, pero creo que no se puede eliminar el puesto del operario, los robots nos ayudan, pero no nos sacan el trabajo porque siempre la mano del ser humano es imprescindible".
Antonella explica que "yo entré como pasante, pero pude de a poco, insertarme en el circuito de producción" y sabe que "el curso que estoy haciendo es largo, por lo que al estudiar y trabajar me llevará terminarlo en unos dos años, pero no descarto más adelante volcarme a la ingeniería industrial, pero lo importante es que voy aprendiendo día a día en la práctica".
Desde hace tres años, Antonella Medina Velazquez siente que tiene un lugar de pertenencia a través de una tarea que, insiste, es una puerta hacia el futuro, y asegura que "esa necesidad de capacitación es un incentivo para avanzar en mi trabajo".
La empresa donde Antonella opera a tres robots se encuentra en la ciudad de Moreno, aunque tiene varias sucursales, y hace poco más de un año abrió sus amplias oficinas centrales en el barrio de La Paternal, donde en una maqueta, se puede observar una réplica en pequeño tamaño de uno de los robots que opera.
La empresa Famiq tiene 60 años en el mercado, fue fundada por el ingeniero Parrica y actualmente es presidida por su hijo Jorge. Cuenta con un 45 por ciento del mercado en el área de la producción y distribución de acero inoxidable y afines, y allí se elaboran 27.000 productos para todo tipo de industrias.
Con 350 empleados, tiene sucursales en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Tucumán, Rafaela, Mendoza y Uruguay además de 3 plantas de producción. Antonella explica que "desde que comencé mis tareas me sentí atraída por la robótica y el mecanizado, y por suerte tuve mucho apoyo tanto de quienes me capacitaron como de quienes comparten a diario mis tareas".
El jefe de Operaciones de la firma, Lucas Vidal, afirma que "tenemos un convenio de pasantía con la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana que dura dos años. Es una beca que está compuesta por una parte teórica y otra práctica. Al final del proceso, si el pasante cumple con todos los exámenes y comportamientos requeridos, puede integrarse definitivamente a la empresa. Fue así como llegó Antonella".
Para Antonella, no todo en la vida es operar con robots. Por más que esa tarea le gusta, se reconoce amante de la danza. Asegura que "es mi pasatiempo favorito, practico lo más que puedo, sobre todo los fines de semana".
Según cuenta, "me gusta escuchar jazz pero también reggaeton, aunque bailo de todo. Voy a un lugar junto a mis hermanas mas chicas y allí se producen competencias varias". Para mí- remarca- hoy es un hobby, pero en el futuro me gustaría ser profesora de danzas, es un plan que tengo, y ojalá lo pueda concretar".
Antonella asegura ser una persona muy detallista. Comenta que "tengo la satisfacción que por mi capacitación Famiq recibió un reconocimiento de la Cámara de Comercio Argentino Alemana, y ahí pude brindar una pequeña charla sobre mi experiencia".
En ese sentido, señala que "me dí cuenta que también de aquí a un tiempo me gustaría dictar cursos para los chicos que empiezan, y capacitarlos transmitiéndoles lo que yo pude aprender ", y completa que "una compañera de trabajo, Rocío, se recibió también en otra área, y siento que de algún modo, son formas de vencer los prejuicios en un ámbito que siempre fue machista".
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