A cinco décadas del histórico momento que vivió el país galo, la reforma laboral y universitaria que impulsa el presidente Emmanuel Macron tiene a los jóvenes como antagonistas naturales

A punto de cumplirse 50 años del Mayo del 68’, que inició como una protesta sobre el andar político y económico y derivó en una de las transformaciones culturales más importantes del Siglo XX, Francia vive hoy un momento de pura ebullición, con un conflicto latente que tiene en el centro de la escena, como en aquella época en la apertura de la revuelta, a los estudiantes, quienes ganan apoyo a medida que pasa el tiempo y generan cierta incertidumbre de cara al futuro.

Si bien el panorama es radicalmente distinto con cinco décadas de distancia, la convulsión existe y cuenta, una vez más, con los jóvenes como estandartes. Y el disparador está en las medidas pautadas por el vigente presidente Emmanuel Macron, que lleva un año en el poder y fue diseñando todo un entramado legal que hizo mella en varios sectores de la sociedad, con la reforma laboral y universitaria como principales elementos.

Esta última propone, a grandes rasgos, una modificación que, desde los sindicatos estudiantiles consideran un quiebre en la posibilidad de acceso universal a la educación superior. En el Gobierno el planteo, en contraposición, es el de confeccionar un nuevo sistema de admisión, evitando darle el mote negativo de “proceso de selección”. Y el argumento oficial se respalda en que hay un gran número de alumnos que llegan a las altas casas de estudio y desertan al primer año de cursada, especialmente porque muchos arriban a una carrera que está en las antípodas de la rama de bachillerato elegida previamente, algo que se da por el actual esquema de sorteo, a sabiendas de la escasa oferta para tanta demanda.

Esa idea, que en las filas gubernamentales defienden como pasos firmes a una mejora para la educación, fomentando orientaciones precisas para los jóvenes, es criticada de “elitista”, pues la resaltan como primer eslabón para sacudir la estructura de la escuela pública, deslegitimando el acceso total. En la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF) lo explican así: “Las principales víctimas de la reforma serán los estudiantes de familias con pocos recursos. Bajo el pretexto de buscar un mayor nivel de éxito se reduce el acceso a la universidad a determinada población y eso es un tipo de discriminación social”.

En ese sentido, las protestas fueron creciendo desde fines del año pasado, cuando se presentó el proyecto, y hubo un rebrote notable en la última semana a partir de un hecho singular: un grupo de hombres ingresó a la Universidad de Montpellier, al sur del país, donde se realizaba una sentada pacífica en contra de aquellas medidas, y golpearon a los jóvenes, forzándolos a salir de la institución, evidenciando una imagen que recorrió el mundo. Para colmo, el decano de la facultad de Derecho, Philippe Petel, renunció a las pocas horas, sindicado como partícipe de esos actos de violencia.

LEA MÁS:

Así, se encendió la mecha y ahora el conflicto es mayor, sumado esto a un gran caudal de trabajadores que, desde distintas entidades consolidan un mecanismo de protesta en relación al otro foco de discusión: la reforma laboral que pregona una flexibilización compleja y que pone en riesgo a toda una estructura sindical en una de las naciones de más historia si de luchas obreras se habla.

El itinerario, que tiene a los ferroviarios y a los empleados del servicio aéreo como principales espadas, plantea paro de actividades de forma rotativa, situación que, si bien parece no afectar demasiado, con el correr de los días vislumbra un serio drama para la vida cotidiana francesa, pues se piensa en extender esta premisa en abril y mayo.

Sí, mayo, un mes que marca a fuego a la nación europea, y que tendrá en esta ocasión un aniversario especial, por la cifra redonda que estipula pero, fundamentalmente, por el reverdecer de algunas de sus pautas elementales. Es cierto que el contexto no es el mismo: a lo lejos había un gran envión en el plano internacional de las izquierdas y hoy parecen estar en retroceso, mucho debido a esa batalla discursiva en la que los gobiernos conservadores supieron ganar espacio para opacar sus argumentos. Sin embargo, con la juventud otra vez en escena siendo punta de lanza, como en la semana final de marzo de 1968 que abrió las puertas a mayo, 50 años después Francia atraviesa un presente realista en el que piden lo imposible.

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2021-110619619-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados