Mientras Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene registradas, alrededor del mundo, doce vacunas en experimentación en seres humanos, en fase clínica, contra el coronavirus y la comunidad científica debate a respecto, se escucha también otras voces.
El doctor Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas, profesor de pediatría en el Hospital de Niños de Filadelfia, disertó en un simposio médico organizado por la Universidad de Penn en Estados Unidos.
Coronavirus: un hombre fue acusado de causar 1.100 contagios
El especialista, que es co creador de una de las vacunas más importantes que se dan actualmente como la del rotavirus, se explayó largamente sobre sobre las vacunas y sobre la pandemia que asola al mundo.
“El tiempo promedio que lleva hacer la investigación y el desarrollo de una vacuna es de aproximadamente de 15 a 20 años. Yo tuve la suerte de formar parte de un equipo en el Hospital de Niños de Filadelfia que creó las cepas que se convirtieron en la vacuna contra el rotavirus reordenamiento humano bovino, RotaTeq. Ese desarrollo nos llevó 26 años. Por eso, quienes intentan hoy desarrollar una nueva vacuna en los próximos meses seguramente omitirán algunos pasos principales y acelerarán otros para poder tenerla en los próximos meses”, aseguró.
En otro tramo de su intervención agregó: “Entonces la pregunta es: ¿cómo quieres hacer la vacuna? ¿Deseas que sea un virus completo y muerto como la vacuna inactivada contra la polio o la vacuna contra la hepatitis A? ¿Desea que sea una forma viva y debilitada del virus, como las vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubéola? ¿Desea que sea solo una proteína purificada como las vacunas contra la hepatitis B o el virus del papiloma? ¿Quieres que sea una vacuna vectorial? Lo que significa que otro virus que es inocuo tiene el gen que le interesa clonado, en este caso, el gen que codifica la proteína de la superficie del coronavirus, la llamada proteína espiga. Así se hace la vacuna contra el virus del Ébola o la del dengue. ¿O quieres probar algo que nunca se ha hecho, que es una vacuna mensajera de ARN o ADN, en la que básicamente le das el gen o mensaje que codifica esa proteína, la proteína espiga?rdquo;.
“Normalmente, lo que harías es una prueba de concepto. Tendría un modelo animal que se enfermaría cuando lo inoculara con COVID-19. Luego probaría una u otras estrategias y vería cuál funciona. Luego, haría ensayos de rango de dosis, tratando de ver qué dosis puede administrar para inducir una respuesta inmune en al menos un animal, para correlacionarlo con la protección. Luego se realizan ensayos cada vez más grandes, con generalmente cientos o miles de personas, un gran estudio de dosis. Después se realiza un ensayo de fase 3, el ensayo definitivo de licencia de la FDA, que generalmente es un ensayo prospectivo controlado con placebo. Para nuestra vacuna, fue un ensayo de 70.000 niños, de 3 a 4 años. La vacuna de Rotarix fue una prueba de 60.000 personas, y la vacuna antineumocócica conjugada fue un ensayo de 30.000 personas, mientras que la vacuna contra el VPH fue un ensayo de 35.000 personas, aproximadamente”, apuntó el especialista estadunidense.
Un bebé venció al Covid-19 y fue despedido con aplausos del hospital
El objetivo principal de la vacuna es evitar que las personas desarrollen síntomas de Covid-19, como así también que la enfermedad se agrave y que los pacientes tengan que ser ingresados en los hospitales.
“Yo creo que lo que harían las compañías farmacéuticas hoy es fabricar en riesgo. En otras palabras, fabricarían vacunas y ampliarían su aplicación sin saber si el producto que fabrican es seguro y efectivo, pero con la esperanza de que sea seguro y efectivo a futuro. Esta vacuna se aplicaría primero en miles o incluso decenas de miles de trabajadores de la salud, personal de primera línea, trabajadores de supermercados, trabajadores de farmacia, transporte público sin un gran ensayo de seguridad y eficacia. Hasta cierto punto, puede no ser tan efectivo como crees o puede no ser tan seguro como crees, pero en definitiva, se hace porque le tienes miedo del virus”, subrayó.
Referente mundial en el campo de la Vacunología y autor de varios libros sobre la materia, continuó con su elocución.
“Hoy la ciencia no puede definir qué nivel de inmunidad es protector, en torno a que estamos correlacionando la presencia de anticuerpos con inmunidad, que esencialmente brindaría protección. Es por eso que realizas ensayos prospectivos de eficacia controlados con placebo, porque entonces puedes saber eso. Quiero decir, nunca hacemos eso. Con la vacuna contra el rotavirus, incluso en 70.000 personas, nunca tuvimos un correlato inmunológico de protección, pero sabíamos que la vacuna era segura y efectiva. Y ahora la vacuna está en millones de personas y sabemos que es segura y efectiva. Pero a menudo no lo sabes. Así que creo que decir: “Aquí hay una persona que tiene un cierto nivel de inmunidad y, por lo tanto, sé que van a estar protegidos”, todavía no estamos allí”, cerró su intervención.