Asif Pervaiz, un pakistaní de religión cristiana que está prisión desde 2013, fue condenado a muerte por haberse negado a convertirse al islam.
El hombre, de 37 años, comenzó su pesadilla hace siete años en la fábrica donde trabajaba. Allí, uno de sus jefes lo presionó en reiteradas oportunidades para que se hiciera musulmán. Frente a su inflexible postura de no hacerlo, fue denunciado por este ante la policía, afirmando que le había enviado mensajes de texto difamando al profeta Mahoma.
“Esta es una situación trágica, es el primer caso en la historia reciente de Pakistán en el que un cristiano ha sido acusado de blasfemia por negarse a abrazar el islam”, indicó el abogado de Pervaiz, Saif Malook.
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Por si fuera poco, la situación del condenado a la pena capital, de una familia pobre, se ha complicado por demás. Su esposa fue diagnosticada con cáncer y junto a sus cuatro hijos tiene que esconderse porque “están bajo amenaza” y “todo el mundo tiene miedo de estar cerca de ellos”, develó el defensor legal.
Malook manifestó también que su cliente se encuentra aislado del resto de la población reclusa, debido a que los cristianos acusados de blasfemia corren el riesgo de ser asesinados por otros reos.
Amnistía Internacional denunció en agosto pasado un “alarmante repunte” de acusaciones de blasfemia en Pakistán, que continúan poniendo en peligro vidas, e instó a Islamabad a que derogue las “leyes draconianas que permiten el abuso”.
Esas leyes “se han utilizado para atacar a algunas de las personas más marginadas de la sociedad, incluidos niños”, condenó la organización de derechos humanos.