Las lluvias torrenciales provocaron el desborde del río Guadalupe y arrasaron con viviendas, campamentos infantiles y caminos rurales en la zona de Hill Country, cerca de San Antonio. Hay más de 40 desaparecidos, entre ellos once niñas de un campamento.
Una serie de inundaciones devastadoras en el centro-sur de Texas dejó al menos 79 muertos y más de 40 desaparecidos, entre ellos once niñas y una monitora que se encontraban en un campamento cristiano. La catástrofe golpeó con fuerza la región conocida como Hill Country, a las afueras de San Antonio, donde las aguas del río Guadalupe crecieron violentamente durante la madrugada del viernes, arrasando viviendas, campamentos juveniles y rutas rurales.
El condado de Kerr fue el más afectado: allí se registraron 68 fallecidos, de los cuales 28 eran niños. Según precisó el alguacil Larry Leitha Jr., 18 adultos y 10 menores aún no han sido identificados. A estas víctimas se suman otras once en condados vecinos: tres en Burnet, dos en Kendall, uno en Williamson, uno en Tom Green y cuatro en Travis.
La tragedia sorprendió a la comunidad justo antes del feriado del 4 de julio, cuando cientos de familias y turistas acampaban en la región. Aunque las autoridades inicialmente no brindaron cifras exactas sobre los desaparecidos, el gobernador Greg Abbott estimó que al menos 41 personas siguen sin ser localizadas.
Las imágenes en la zona son desoladoras. Equipos de rescate y voluntarios recorren desde hace días los terrenos inundados a pie, con perros, en botes, helicópteros y vehículos todoterreno. Las aguas subieron 8 metros en apenas 45 minutos y arrastraron todo a su paso: árboles, autos, casas, puentes. En Kerryville, epicentro de los operativos, retroexcavadoras y camiones trabajan a contrarreloj para despejar los caminos de escombros.
En el Campamento Mystic, donde acampaban las once niñas desaparecidas, las familias comenzaron a buscar por su cuenta entre los restos, muchas veces ignorando las advertencias de las autoridades. Testigos relataron escenas conmovedoras: una adolescente llorando con un baúl azul entre sus brazos, madres sollozando frente a las ruinas, un padre recorriendo la orilla del río en busca de señales de su hija.
“Vamos a seguir buscando hasta que todos sean encontrados”, prometió Leitha, jefe policial de Kerr. La esperanza de encontrar sobrevivientes disminuye con cada hora que pasa.
El domingo, el presidente Donald Trump firmó una declaración de emergencia por desastre natural, lo que permite la activación de recursos federales a través de la Agencia Federal de Manejo de Emergencia (FEMA). “Estas familias están soportando una tragedia inimaginable”, publicó el mandatario en redes sociales.
Sin embargo, la situación también expone una paradoja: la Administración Trump planea recortes millonarios en programas claves de FEMA, como el de Infraestructura Resiliente (BRIC) y el de Mitigación de Inundaciones (FMA). La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, anunció recortes por casi 4.000 millones de dólares para después de la temporada de huracanes de 2025, lo que encendió fuertes críticas.
A la tragedia también se sumó el papa León XIV, quien expresó su “más sinceras condolencias” en inglés al final de su bendición dominical desde el Vaticano. “Rezamos por las familias, en especial por sus hijas que estaban en el campamento de verano”, declaró.
Los testimonios de los sobrevivientes reflejan la magnitud del desastre. Una cabaña llena de niñas logró cruzar un puente sujetándose de una cuerda mientras el agua golpeaba con fuerza. Otros vecinos se refugiaron en áticos o se aferraron a árboles para evitar ser arrastrados. Más de 850 personas fueron rescatadas en las primeras 36 horas del desastre.
Las lluvias no cesan. El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) emitió nuevas alertas por acumulaciones de hasta 25 centímetros adicionales, lo que podría agravar aún más la situación. Mientras tanto, funcionarios como el representante Chip Roy advierten que habrá tiempo para buscar responsabilidades: “La gente necesita respuestas y hay que rendir cuentas”.
Las autoridades locales enfrentan cuestionamientos por no haber hecho lo suficiente para prevenir la tragedia. Aunque hubo advertencias del NWS la noche anterior, muchas comunidades y campamentos no evacuaron a tiempo. Algunos, como el Mo-Ranch, sí lograron mover a cientos de personas a terrenos más altos.
“Insto a todos los tejanos a unirse a mí en oración este domingo: por las vidas perdidas, por quienes siguen desaparecidos, por la recuperación de nuestras comunidades y por la seguridad de los rescatistas”, declaró el gobernador Abbott, quien decretó un día de oración.
Texas atraviesa uno de los peores desastres naturales en su historia reciente. Las próximas horas serán claves para el hallazgo de los desaparecidos y la contención de una tragedia que no cesa.