El fenómeno, con vientos de hasta 250 kilómetros por hora, destruyó el 90 % de la ciudad de Río Bonito do Iguaçu y dejó sin hogar a 10.000 personas.
Las autoridades del estado brasileño de Paraná declararon este sábado el estado de calamidad pública tras el paso de un tornado sin precedentes que causó la muerte de seis personas y dejó más de 750 heridas, además de una devastación generalizada en catorce municipios del sur del país, fronterizo con Argentina.
El fenómeno, con vientos de entre 180 y 250 kilómetros por hora, destruyó viviendas, arrancó postes eléctricos y provocó cortes masivos de energía y agua. En la ciudad de Río Bonito do Iguaçu, de unos 13.500 habitantes, el 90 % de las construcciones quedó en ruinas. Equipos de rescate continúan la búsqueda de una persona desaparecida y asisten a cientos de heridos, diez de ellos en estado grave.
“El escenario es de guerra”, describió el subcomandante general del Cuerpo de Bomberos de Paraná, Jonas Emmanuel Benghi Pinto, al recorrer las zonas afectadas. Árboles caídos, autos volcados y casas completamente demolidas componen el paisaje que dejó el tornado, el más intenso registrado en la historia del estado.
El gobernador de Paraná, Carlos Massa Ratinho Junior, decretó la calamidad pública para liberar fondos y acelerar la ayuda a las víctimas. También estableció tres días de duelo oficial y anunció que, una vez finalizadas las tareas de búsqueda, comenzará la reconstrucción de viviendas e infraestructura básica.
“Estamos movilizando todos los recursos necesarios para garantizar asistencia médica, refugio y apoyo a las familias afectadas”, señaló Ratinho Junior durante una visita a la zona. En Río Bonito do Iguaçu se instaló un hospital de campaña para atender a los heridos y canalizar la alta demanda sanitaria.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva expresó su solidaridad con las víctimas y confirmó el envío de equipos de emergencia, personal médico y especialistas en catástrofes. “Todo nuestro apoyo al pueblo de Paraná. El Gobierno federal está presente para ayudar en lo que sea necesario”, escribió en redes sociales.
El Sistema Meteorológico de Paraná (Simepar) clasificó el tornado como de categoría F2 en la escala Fujita, con ráfagas de hasta 250 km/h. El fenómeno se originó en el interior de una supercelda, una tormenta extrema caracterizada por su larga duración y una corriente ascendente rotatoria.
Además de Río Bonito do Iguaçu, las localidades de Candói, Laranjeiras do Sul y Guarapuava también reportaron severos daños materiales y cortes en los servicios básicos. Más de 3.000 viviendas permanecen sin electricidad, mientras cuadrillas trabajan para restablecer la energía y el suministro de agua potable.
La tormenta también afectó a los estados vecinos de Santa Catarina y Río Grande do Sul, donde se declaró el estado de emergencia debido al paso de un ciclón extratropical que avanza hacia el norte. Las lluvias alcanzaron incluso el estado de San Pablo y provocaron inundaciones en partes de Río de Janeiro, con árboles caídos en avenidas principales.
El desastre ocurre a pocos días del inicio de la Conferencia Climática COP30, que se celebrará en Belém, en la Amazonía brasileña, y que abordará precisamente los desafíos derivados del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.
Los especialistas advirtieron que la magnitud del tornado refleja el impacto creciente del cambio climático en América del Sur, donde las lluvias intensas, las olas de calor y los vientos extremos se han vuelto más frecuentes.
Mientras avanzan las tareas de rescate, el gobierno de Paraná estimó que más de 10.000 personas quedaron sin hogar y que la reconstrucción demandará un esfuerzo prolongado. “La prioridad hoy es salvar vidas y brindar refugio. Después vendrá el desafío de reconstruir lo que el viento arrasó”, resumió un vocero del cuerpo de bomberos.
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