El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nominó a la jueza conservadora Amy Coney Barrett para la Corte Suprema de Justicia y pronosticó que el Senado, con mayoría republicana, procederá a confirmarla "muy rápido".
Con la nominación de Barrett para ocupar la vacante que se produjo en el máximo tribunal por la muerte de la progresista Ruth Bader Ginsburg, Trump apuesta a dejar armada una corte ultraconservadora para los próximos años.
Si bien los magistrados conservadores detentaban una mayoría de 5 a 4 respectos de los liberales y progresistas, con el fallecimiento de Ginsburg, considerada un ícono del feminismo, esa relación será la de una cómoda mayoría de 6 a 3.
Esa mayoría deja abierta la posibilidad de rever temas de gran debate en la ciudadanía estadounidense, como la ley de aborto, que rige desde 1973, y divide a la ciudadanía estadounidense.
Trump dijo que Barrett, a su lado en el jardín de la Casa Blanca, es "una de las mentes legales más brillantes y dotadas".
En la primer reacción ante la nominación, que desde hace dos días era un secreto a voces, el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, llamó al Senado estadounidense a no confirmar a la jueza Barrett antes de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre.
"El Senado no debería pronunciarse sobre esta vacante" creada tras la muerte de Ginsburg "hasta que los estadounidenses no hayan elegido a su próximo presidente y su próximo Congreso", dijo en un comunicado, pocos minutos después de que el presidente Donald Trump confirmara a Barrett como su elección para ese puesto.
Amy Coney Barrett, una conservadora a rajatabla, fue nominada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para cubrir la vacante dejada por la icónica Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo con la misión de prohibir el aborto.
Su postulación, que deberá ser ratificada por el Senado, no tomó por sorpresa a la opinión pública estadounidense ya que su nombre había sonado ya para cubrir una anterior vacante en 2018 y esta vez cobró de nuevo protagonismo al prometer Trump que sería una mujer quién ocuparía el puesto de Ginsburg.
Actualmente jueza del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de EE.UU., esta abogada de 48 años parece ajustarse al estilo de la Administración Trump: defensora de las políticas antiaborto, contraria a Obamacare y religiosa declarada.
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