Después de un breve período de gracia, el kirchnerismo y la izquierda volvieron a recuperar la calle y a incomodar al Gobierno. Las sospechas sobre Lorenzetti y cierto fastidio con Carrió.

El Presidente disfruta cada vez más de sus viajes al exterior. Ni qué decir del que por estos días lo ha llevado a Emiratos Arabes, China y Japón, bien distinto del que emprendió recientemente a Estados Unidos, de donde volvió satisfecho pero cansado por una agenda que concentró en menos de dos días una serie de encuentros. En cambio en este caso se lo pudo ver bien distendido en su llegada a Dubai, junto a su esposa e hija, disfrutando de la innegable tranquilidad que le brinda alejarse por un tiempo del día a día agotador de la Argentina preelectoral. La distancia le permite, sino descansar, tomarse un tiempo para analizar la coyuntura y el mediano plazo de una manera más serena y minuciosa.

Como suele suceder en estas ocasiones, la oportunidad le servirá para acercar posiciones con gobernadores que lo acompañan, como el sanjuanino Sergio Uñac, que va tomando distancia de su jefe político José Luis Gioja, o Alberto Weretilneck, el rionegrino que se muestra cercano al gobierno nacional, pero no tiene ningún legislador para aportarle en el Congreso. También podrá dialogar largo y tendido sobre las elecciones que vienen con Emilio Monzó, su otrora armador político hoy limitado a su rol en la Cámara de Diputados, que no es menor por cierto, pero sin injerencia en un terreno que conoce bien como es la provincia de Buenos Aires, donde María Eugenia Vidal monopoliza la acción política.

El presidente de la Cámara baja recuperó no obstante posiciones en el último tiempo, en el que recompuso con Marcos Peña, junto al que estuvo en Mendoza, y alejó las versiones de que sería reemplazado a partir de diciembre por Diego Santilli, quien en definitiva no será candidato junto a Elisa Carrió en la Ciudad. La propia Lilita y Mario Negri le aclararon al Ejecutivo que el hombre de Carlos Tejedor debe seguir al frente de Diputados, más allá de las estrategias políticas en las que suele marcar distancia con la Casa Rosada. Algunas versiones ya se habían ocupado de ubicarlo a partir de diciembre en la embajada argentina en París.

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A propósito de embajadas vacantes, no hay definiciones aún sobre la de Estados Unidos, donde hace pocos días algunos ya daban por mudado a Alfonso Prat-Gay. El ex ministro sonó desde el momento en que Martín Lousteau abrevió imprevistamente su estadía en Washington, y más cuando almorzó hace dos semanas con el jefe de Gabinete, pero ha trascendido desde su entorno que no tiene deseos de dejar el país, y no es seguro ahora que el gobierno haya pensado en él para ese cargo. El encuentro con Marcos Peña debió servir para limar asperezas entre ambos y diferenciarlo de otro economista, Martín Lousteau, hoy dispuesto a desafiar al macrismo en su terruño y tratando de hacer el difícil equilibrio de no mostrarse hostil con el Presidente. Quién podría ser el elegido para ir a Washington sigue siendo una incógnita que tardará quizás algunos meses en develarse. Alguien que ocupó en tiempos no lejanos ese sitio desechó ante la consulta de este medio sugerir un nombre, pero recomendó que el elegido tuviera contactos en el Capitolio, habida cuenta de las características especiales que rodean hoy a la presidencia de Donald Trump.

Le sirvió a Mauricio Macri alejarse unos días del país después de una semana complicada como la que pasó, que rompió la seguidilla positiva para el gobierno iniciada el #1A. En rigor, el trastorno para el gobierno se había iniciado la semana anterior, a partir del fallo de la Corte Suprema que volvió a dar espacio mediático a las organizaciones y sectores políticos que habían trastabillado fuertemente el pasado 24 de marzo, cuando transformaron el Día de la Memoria en una celebración antimacrista con tufillo golpista.

El Poder Ejecutivo trató de mantenerse distante del fallo de la Corte, sin objetarlo aunque lo considerara cuanto menos inoportuno, pero finalmente tuvo que tomar partido cuando buena parte de la oposición ya había instalado la mano del gobierno detrás de la firma de los tres votos que habilitaron el uso del 2x1 para los represores. La solución fue pírrica: se elaboró una ley aprobada contrarreloj en ambas cámaras de un Congreso que se mostró expeditivo por primera vez este año y alumbraron una norma consensuada entre oficialismo y oposición. Por una vez el kirchnerismo votó junto al macrismo, pero no se los vio junto más tarde en Plaza de Mayo, donde las fuerzas presentes fueron estrictamente de la oposición, que recuperó aire de manera inesperada con esta masiva movilización. Esos sectores tuvieron su #1A en mayo.

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Al gobierno no podrá adjudicársele esta vez un error no forzado. Aunque sí hubo uno, más allá de que finalmente la resolución fue cuanto menos expeditiva. Volvió a demostrar Cambiemos que no tiene contactos claros con el Tribunal Superior, y si los hay no sirven. Nadie le adelantó al Ejecutivo que saldría ese fallo, no para frenarlo -como alardeó la ex presidenta que podía hacer el kirchnerismo-, pero sí para tomar recaudos sobre cómo actuar en consecuencia, sin mostrar en cambio la desorientación que sobre todo su secretario de Derechos Humanos exhibió en un primer momento.

En la Casa Rosada señalaban en la semana a Ricardo Lorenzetti como el personaje clave en esta situación desafortunada. Porque la Corte Suprema elige qué casos tratar, y su presidente puede manejar los tiempos. Y así como en 2013 la Corte sorprendió a la oposición que acababa de derrotar al kirchnerismo en las legislativas al decretar dos días después la constitucionalidad de la Ley de Medios, para algarabía de Cristina; dos días después del triunfo de Mauricio Macri en el balotaje le dio la novedad de que cuando asumiera debería ver cómo devolver $80.000 millones de coparticipación a Santa Fe, San Luis y Córdoba. “No es una cuestión relativa a los tiempos electorales (...) Nosotros tenemos que trabajar en otros términos, pensando en los grandes temas del país”, se defendió entonces Lorenzetti. Precisamente Lorenzetti es para muchos funcionarios quien generó esta situación a sabiendas de cómo votarían Rosatti y Rosenkrantz. A su vez, esos dos jueces sospecharían que el presidente del Tribunal cambió el sentido de su voto sobre la marcha.

Partidario de los fallos unánimes, esta vez Lorenzetti prefirió no alargar los tiempos en busca de un mayor consenso. Con todo, ahora adelantaron que elaborarán una nueva resolución sobre los pedidos de 2x1 aún en trámite. Ese fallo saldría antes de la feria judicial y buscaría recomponer los lazos del Tribunal con la sociedad.

Antes podría expedirse también sobre otro tema que dará tela para cortar: la detención de Milagro Sala. En el gobierno están convencidos de que Lorenzetti respondió así con munición gruesa frente a los embates de Elisa Carrió; al abogado de Rafaela no le alcanza con que el Ejecutivo diga que no comparte la actitud de su socia. Tienen motivos en el gobierno para estar fastidiados con la líder de la Coalición Cívica, que además de embestir contra el presidente de la Corte, lo primero que hizo hace 16 meses fue bloquear a Daniel Angelici como “operador” en la Justicia.

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Justamente ahora otra presa de la diputada vuelve a ser el cascoteado Gustavo Arribas, cuya situación se ha complicado otra vez en el caso Odebrecht y este fin de semana no eran muchos los que le auguraban al amigo de Macri una estabilidad prolongada al frente de la AFI. Otra vez un tema que generaba inquietud en el gobierno, pues pegaba bien cerca del Presidente, pero que parecía haberse resuelto, vuelve a un primer plano... Para regocijo de la oposición, en tiempos electorales.

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