El profe matancero marca claramente su rol actual. 'Es enseñar. Me siento feliz al ver que a alguien le sirve lo que hacemos', explica Simón Barilaro, encargado del Centro Deportivo Galley Center de San Justo, conocida como la cancha del avión, que se ha convertido en un núcleo de la preparación física.
"Dinámico, social y personalizado"
Pero desde hace tres años el plato fuerte es el futgol trainning. 'Somos una generación que lleva el fútbol de manera cultural y en función de ello armamos un sistema que tiene un entrenamiento dinámico, social y personalizado. Y siempre en la cancha', cuenta entusiasmado y prosigue: 'Armamos circuitos para tareas de coordinación, en los que te ejercitas y te divertís, puesto que está ideados desde el fútbol, como factor social, ya que el fútbol es contagio y este sistema te permite socializar con los demás'.
Y como para echar un poco más de claridad, detalla: 'Se trabaja en espacios reducidos y reproducimos situaciones de partido. Una jugada dura un minuto, 40 segundos; corres 60 metros; bajaste dos pasos y otro pique máximo. Esa es la base del entrenamiento, al que vi realizable porque en ningún lado se hace siempre con la pelota.Son cuatro etapas: entrada en calor, segunda más intensa, tercera más intensa y la cuarta baja. Es una hora de trabajo y hoy son unas 30 personas que se reúnen en una cancha de fútbol 6'.
Joel Ibarra ex Docke y Laferrere; Rodrigo Olgado ex San Lorenzo y Almagro, ascendió a la B Nacional, hoy en México; y Sebastián Penco, jugador de Aldosivi, son los ejemplos de fútbol profesional que se entrenaron y se entrenan junto al chico que empieza o al cincuentón que quiere mantenerse. 'A los chicos los preparamos y los llevamos a probarse a distintos clubes. En agosto, llevamos la categorías 2000, 01 y02 a Boca en Casa Amarilla y en este mes volveremos a hacerlo', describe Simón.
Para el profe de San Justo, está claro que la materia prima existe en nuestro distrito. 'Nosotros decimos que La Matanza es el semillero mundial del fútbol. Es que vienen a buscar a los pibes a los potreros, a las villas. Allí están esos pibes, que saltando, pateando latas, cascotes, desarrollan capacidades motrices que en la cancha las explotan al mil por mil y que conjugado con trabajos tácticos y físicos se forman los cracks que salen al mundo', entiende.