El hombre nacido en Isidro Casanova atravesó el estrecho San Carlos a la par de Jade Terry, completando una travesía a 36 años del conflicto bélico. "El objetivo era homenajear a los caídos", señaló.

A pesar del paso de los años y de tantos intentos para que el olvido dominara, la causa Malvinas no decae, sigue estando en el inconsciente colectivo. Es parte nuestra, que camina junto a nosotros. Hoy, a cuatro días de conmemorarse 36 años de aquella locura, los homenajes se suman uno a otro, pero en las últimas horas un matancero se adelantó. Es que Rubén González unió a nado las dos islas por el estrecho San Carlos. Y lo hizo en compañía de una colega inglesa, Jade Terry. “El objetivo fue homenajear a los caídos y ex combatientes de la guerra de 1982”, afirmó.

Nadador de aguas frías, nacido en Isidro Casanova y residente de Ramos Mejía, pensó e hizo nacer la idea. “Hace rato que nado en aguas frías; lo hice en el Canal de Beagle, Lago del Desierto, Glaciar Perito Moreno, en las aguas del Lago Argentino y Malvinas era un desafío que estaba pendiente, y que aparecía más exigente”, dice el protagonista, quien agrega: “Lo hice como homenaje a los héroes de Malvinas, porque mi viejo me hablaba de Malvinas y así estaba involucrado”.

Acerca de las sensaciones que lo hicieron su presa, el matancero confiesa: “Mucha emoción cuando llegaba al otro lado, se cayeron las lágrimas, aunque no se notaron por las antiparras. Y fue por todo lo que significa, por el esfuerzo de planificación que demando hacer esto, pero se une el sentimiento de la historia. Y fue la primera vez que dos personas nadan juntos en esas condiciones y el tramo entero. Lo hicimos sin traje porque somos nadadores de aguas frías”.

Así fue que el martes 13 de marzo de 2018 se hizo el cruce. “Llegué el 10 de marzo a la zona con pronóstico certero de que el día 13 iba a ser un buen día para el cruce por la mañana”, cuenta y suma: “Nos entrenamos los días previos en San Carlos, en donde nos hospedamos, en un velero. Era necesario por la logística para llegar al lugar del cruce al momento indicado, ya que Puerto Argentino está lejos de allí”.

El cruce se hizo en dos acantilados, en Puerto San Carlos de la isla Soledad. “Ese mismo martes a las 6.30 empezamos a navegar a ese punto más cercano entre las dos islas que son 5 kilómetros, con aguas a temperatura de 10 grados”, explica González. Y prosigue: “Ese día llegamos a las 9, con el velero fuimos al gomón y nos acercó a la Gran Malvina, tocamos la pared rocosa y de allí nadamos a la isla Soledad, sin protección térmica. Lo hicimos 1h 26m 30 seg, un tiempo que habíamos calculado. Había fuertes corrientes por el medio y en algún momento levantó el oleaje, a un km de la llegada. Pero con Jade nadamos juntos a la par todo el camino”.

Las autoridades británicas, una vez más, fueron celosas a la hora de exigir requisitos para dar el visto positivo. “Durante la planificación debimos elevar los pedidos de permisos, como a la armada inglesa, y a los estancieros dueños de esas tierras, ya que por el hecho de tocar la roca se necesita que te lo permitan los dueños”, cerró.

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