Inmersos en el oleaje que propone la ideología política –esa que caracteriza aún a quienes se autodefinen "apolíticos"-, los argentinos solemos situar a escritores, actores, cineastas, cantantes y cualquier otra figura del mundo artístico en una vereda. Y, de acuerdo a nuestra empatía con ellos, podemos acomodarnos nosotros en la misma o en la de enfrente. Esta tendencia a encasillar no sería de gran importancia si pudiéramos disociar el arte de esa ideología, si tan sólo nos permitiéramos no coincidir con sus ideas políticas, pero disfrutar del arte que nos propone.
En "La construcción de lo político en Julio Cortázar" (Ediciones Godot, 2014), Carolina Orloff hace un trabajo detectivesco (como ella misma define): explora, desgüeza, analiza, expone a un Cortázar que fue delineando (y hasta descubriendo) su propia ideología y amasando una militancia fervorosa. Orloff echa por tierra el reduccionismo que parte en dos al autor de Rayuela: como apolítico primero y socialista comprometido después. No: para esta escritora, hubo una evolución en el pensamiento cortazariano y la política y la historia fueron ejes de sus escritos durante toda su vida.
La investigación de Orloff no es para principiantes, es cierto. Es, en cambio, imprescindible para quienes leyeron, devoraron, amaron y pelearon (con) los textos de Cortázar. Es una lectura necesaria para los lectores que no se quedan con una primera lectura, para quienes les queda dando vueltas, les molesta, les pica, les indigna, les apasiona una frase, un párrafo o un cuento completo.
Diario Popular: ¿En qué momento de tu vida comenzás a leer a Julio Cortázar?
Carolina Orloff: En la escuela secundaria. De hecho, mi primer encuentro con sus textos fue muy cortazariano. Estaba en 4to año y teníamos un profesor nuevo de literatura. El día de su primera clase con nosotros, entró al aula y sin presentarse nos pidió que sacáramos una hoja en blanco y que escribiéramos lo que él nos iba a dictar. Todos escribimos en silencio, anonadados. No estábamos acostumbrados a los dictados, y menos en 4to año. El texto era breve pero con cada renglón se volvía más fascinante, más cautivante. Cuando terminó de dictar, el profesor se levantó y se fue sin decir palabra. Nos había dejado ante "Continuidad de los Parques" en un juego que mezclaba y fusionaba lector con escritor, ficción con realidad, tal como en el cuento. Leeríamos luego todo Bestiario y por mi parte yo descubriría Historias de cronopios y de famas. Aunque los cuentos y Cronopios me habían gustado muchísimo y me habían parecido sumamente originales, sin duda el momento más significativo de mi encuentro con Cortázar vendría un año más tarde, a los 17, al leer Rayuela por primera vez. Cursi, pero cierto.
DP: ¿Cómo fue el proceso por el cual llegás a la conclusión/hipótesis de que la política es un elemento intrínseco, incluso, en los primeros escritos de Julio Cortázar?
CO: Llegué a Libro de Manuel como quien prolijamente lee las cuatro novelas que Cortázar publicó en vida, sabiendo además que, según lo que había leído siempre en la crítica, no era su "mejor" ficción. Pero contrario a lo que anticipaba, no me encontré con un texto pobre o dogmático en términos de compromiso político de izquierda (como –insisto- había leído tantas veces), sino que descubrí un libro repleto de humor, de provocación y hasta de erotismo. Fue esa sorpresa lo que me llevó a pensar que tal vez era necesario cuestionar tantas ideas y fórmulas críticas que se venían repitiendo década tras década. El germen de ese cuestionamiento se radicaba en indagar si acaso Libro de Manuel era tan malo como los críticos, e incluso el propio Cortázar, decían, pero en realidad, eso dio pie a una pregunta aún más profunda: ¿aquella dicotomía aparentemente inexorable del antes y después de Cortázar, la del Cortázar apolítico versus el Cortázar socialista, tenía una clara justificación en la ficción de este autor? Así fue que comencé un trabajo casi detectivesco, buscando pistas que fundamentaran lo que yo había leído una y otra vez en incontables textos escritos en torno a la obra de Cortázar y a su ideología. Cuando volví al "principio", por así decirlo, y releí El examen, Divertimento y Diario de Andrés Fava, supe que mi conclusión traería a la luz una nueva manera de mirar a Cortázar, entendiéndolo y leyéndolo no como una figura partido al medio por una bisagra política, sino como un intelectual para quien la política y la historia fueron siempre ejes de referencia.
DP: ¿Es el Cortázar "antiperonista" de los primeros tiempos un escritor políticamente incorrecto? ¿Por qué?
CO: Definitivamente lo que consideramos políticamente incorrecto hoy no es lo mismo a lo que era aceptable o no en los años 30, 40 o 50. El Cortázar antiperonista dice cosas que nos incomodan, sí, sin duda. No hay cómo negar –aunque Cortázar mismo lo intentara férreamente– que hay una idiosincrasia que se está reflejada en cuentos como "La banda" o "Las puertas del cielo", en El examen o en Divertimento, incluso, aunque en menor medida, en Los premios, que incomoda al lector contemporáneo, pero por sobre todas las cosas, desacomoda esa imagen, quizás un tanto idealista, del Cortázar socialista y humanitario. El Cortázar antiperonista, por decirlo de algún modo, escribe con fidelidad a su ideología, y eso se palpa. Pero es mucho más enriquecedor entender y leer esos textos como reflejos de una ideología que evoluciona a lo largo de toda una vida de un intelectual activo y comprometido con su realidad, más que juzgarlos éticamente fuera de su contexto.
DP: ¿Crees que todo texto literario (en general, no sólo de Cortázar) está atravesado por la ideología política del autor?
CO: Esta es una cuestión sumamente compleja y por eso mismo, fascinante. Como bien decía Guillermo Martínez el día de la presentación del libro, es muy fácil caer en una actitud simplista y hasta categórica de leer todo texto literario como un reflejo obligatorio de la ideología política del autor, pero en mi caso, no es así. Sí coincido con las ideas de Frederic Jameson, por ejemplo, y la expresión de un "inconsciente político" en las obras de ficción. Esto no quiere decir que cada obra literaria sea un manifiesto político, sino más bien que una obra de ficción puede, y para Jameson debería, tomar partido dentro de la sociedad en relación con una ideología política y en el marco de un determinado momento histórico, pero por supuesto no todo texto literario elige hacerlo. Creo que hay matices y que es sumamente difícil disociarse de una realidad sociopolítica a la hora de escribir, pero también creo que a veces nos cuesta más separar estas nociones a la hora de leer o de analizar.
DP: Somos una sociedad que, históricamente, parece rechazar a determinados escritores por su ideología política (Borges, Cortázar, Vargas Llosa): ¿Coincidís con esta afirmación? Y, si es así: ¿por qué crees que se da este fenómeno?
CO: Coincido que en la Argentina hay una tendencia muy fuerte a encasillar a determinados autores, ya sea por su ideología política, por su posicionamiento ante un hecho histórico en particular, incluso por su elección de vivir fuera del país; y una vez que se los encasilla, pareciera que se los deja de leer o de tomar en serio. No sé bien por qué se da este fenómeno, pero sí sé que no nos ayuda a crecer como sociedad, y mucho menos, como lectores. Yo he vivido mitad de mi vida fuera del país y he pasado años estudiando a Cortázar en Escocia, el otro extremo del globo. Aunque parezca paradójico, analizar los textos de Cortázar, y sumergirme en su mundo y en su evolución desde muy lejos de la Argentina y, sobre todas las cosas, libre de las taras inamovibles que hace mucho tiempo existen acá en torno a este escritor, fue sumamente beneficioso para mí y para el libro que produje. Como siempre, es el lector quien elige qué rol le da a la ideología del autor a la hora de leer su libro. Jamás consideraría válido no acercarme a la obra de un autor por la ideología política que haya tenido durante su vida o parte de ella.
DP: ¿Qué texto de Cortázar elegirías para recomendarle a un "principiante" (alguien que nunca lo leyó) ¿Por qué?
CO: Definitivamente creo que los cuentos son el mejor camino para llegar a la esencia estética de Cortázar. Cualquier colección, desde Bestiario a Deshoras, es igualmente recomendable para un "principiante". Recomendaría también tener Historias de cronopios y de famas siempre en la mesita de luz. Es uno de esos libros perennes que contiene mucho en pocas líneas y a través de ideas muy simples. No dudaría también en darle lugar a las novelas publicadas póstumamente, como El examen o Divertimento. Suelen pasar desapercibidas en la obra de Cortázar, pero en mi opinión son pequeñas joyitas cortazarianas. Para poder entender y disfrutar las otras cuatro novelas de Cortázar, además de sus otros textos más experimentales, creo que es fundamental haber tenido este recorrido primero, por lo menos haber leído sus cuentos y quizás hasta parte de sus ensayos (ya para el lector más dedicado) como tener una visión más generosa y auténtica de las variadas dimensiones y fascinaciones que tenía Cortázar a la hora de crear.