A mitad de los '80, en plena primavera alfonsinista, el rock de acá vivió un momento de esplendor post guerra de Malvinas, y surgieron muchas expresiones musicales y tribus rockeras bien distintas. Pero si algo tenían en común es el haber pasado por Cemento, mítico local de Omar Chabán que fue foro para shows de Sumo, Los Redonditos de Ricota, La Renga, El Otro Yo y cientos de bandas más. En homenaje a aquel templo del rock de Omar Chabán, el escritor Sebastián "El Pollo" Duarte acaba de editar Yo toqué en Cemento- La historia por sus protagonistas, libro donde los protagonistas cuentan su historia con aquel lugar.
"Ellos mismos narran la historia de Cemento. Me pareció aburrido contarla yo. Me puse en el lugar del lector y creo que el lector esperaría leer a los que le dieron vida a ese lugar. No es que Cemento simboliza a las bandas, las bandas simbolizan a cemento. Es la contracara del Parakultural, un ámbito que generó artistas. En cambio aquí Los Piojos, Los Ratones Paranoicos, La Renga, La Bersuit y Los Redondos, hicieron Cemento. Era el lugar más feo, oscuro, más hediondo. Simbolizaba lo mas underground en una zona bastante marginal de la Capital Federal. Era increíble que en los primeros años del lugar venían chicos de zona Norte que se hacían los modernos pintándose la cresta de azul para parecer punks, y bajaban de un Mercedes Benz. Luego Cemento atravesó una época de tribus, los punks con los heavy metals, los skinheads, después llegó el rock barrial. Todas las tendencias ideológicas y de moda simbolizaron a Cemento", dice Duarte de su libro número 7, sucesor de otras exitosas publicaciones como La Constitución Travesti, Mujeres Perras y Ricky de Flema.
-Por un lado el tema del padecimiento unió a todos los músicos, que elegían este lugar húmedo, oscuro, con poco cuidado por parte de Omar Chabán. Pero con un simbolismo clave: el hacerte de abajo, eso es lo que todos los músicos relatan y para eso tenías que pasar por Cemento. Por más que se muriesen de frío en invierno o que se sofocaran en verano. Pero Chabán les daba mucha libertad para apostar a sus ideas y sus sueños. Les daba las llaves para que armaran sus escenarios. Incluso un miembro de Blues Motel me contó que a la tarde hacían un picadito antes de que entrase la gente. ¡La gente hacía cola y ellos jugaban un partidito!
- ¿Por qué Cemento, un lugar tan descuidado, no fue un Cromañón? Sé que incluso en algunas performances de la Organización Negra hubo fuego.
- Porque justamente era todo cemento. Hubo fuego y bengalas, pudo haber ocurrido tranquilamente que alguien muriera de asfixia. Pichón Baldinu, de la Organización Negra (grupo de teatro acción antecesor de De la Guarda y Fuerza Bruta) me contó que Omar los retó mucho cuando hicieron la obra Work y usaron fuego. Chabán estaba preocupado por eso y en la segunda función no se los dejó encender. Lo mismo me contó Walter Mesa de Horcas, grupo que una vez llevó lanzallamas de la calle a hacer performance en su show. Pudo haber pasado cualquier desastre.
- ¿Cuál es el gran hallazgo de este libro?- Haberle hecho un reportaje a la Mona Jiménez, que llegó a Cemento en el momento más complicado de su carrera, porque venía de tocar en Cosquín y la prensa lo había crucificado. Chabán lo vio luego en el programa La noche del Domingo, de Sofovich y lo invitó a tocar a Cemento. Llegó La Mona en un auto caro, con la mujer y los hijos, y se encontró con toda esa fauna de punks, olor a marihuana él no quería tocar, pero lo convencieron Pipo Cipollati, Andrés Calamaro y Fito Páez, quienes le dijeron que él era un rockero aunque no se diera cuenta y que la gente lo iba a amar. El show se llenó, la Mona tenía miedo, y cuando sale a escena y arranca se arma un pogo bárbaro y los punks lo empiezan a escupir tipo lluvia. La Mona tenía miedo y se acercó Fito Páez y le dice "esto es amor, loco". Y la Mona: "Si esto es amor, me cago en el amor, Fito".