Tras su reunión con el Papa, la Presidenta hizo una serie de gestos en EE.UU. dirigidos al consumo interno. De yapa, la ligó también Alemania. Rumores de cambios y un dólar imparable

Amigo de la adolescencia de Néstor Kirchner, Juan Carlos Fábrega es como tal un hombre del riñón kirchnerista. Pero es de los que llegó al cargo donde está por mérito propio. Su fidelidad lo mantiene al frente del BCRA, aunque más de una vez ha pensado durante los últimos meses dar las hurras e irse. También, dicen, un pedido de la Presidenta.

Además, está convencido de que esa cercanía lo obliga a permanecer firme aun cuando la mano viene realmente mal. Y no pierde la esperanza de que, llegado el momento, prevalecerá su parecer y saldrá airoso. No querría tampoco irse tan pronto del puesto que representa la cúspide de su carrera.

Pero no es de los que oculta su pensamiento ante terceros, que luego transmiten cosas tales como sus expectativas tras la devaluación que aplicó en enero pasado: "Solo espero que en septiembre no volvamos a estar como ahora", dicen que dijo entonces. Sin embargo, el noveno mes del año encontró el mercado cambiario aún peor que en enero.

Casi desde entonces mantiene una interminable pulseada con Axel Kicillof, un ministro al que Fábrega considera equivocado, pero sabe que ha logrado convencer a la Presidenta. Es lógico que en ese contexto haya trascendido que Kicillof lo quiere fuera del cargo, para extender su poder hasta el Banco Central. Aunque por estos días sonó más fuerte la posibilidad de que el área que podría incorporar Kicillof sería nada menos que la Jefatura de Gabinete. Si bien Jorge Capitanich desmentirá su salida hasta un momento antes de consumarla, es vox pópuli que el chaqueño no ve la hora de volverse a su provincia, con la excusa de ordenar la interna peronista, de cara a las elecciones que el gobernador que dejó en su lugar adelantó para marzo. Razón por demás para regresar en cuanto pueda. Noviembre sería el límite.

Si bien la palabra final la tendrá la Presidenta, en el seno del Gabinete no imaginan al propio Kicillof en el lugar de Capitanich -como llegó a trascender-, recordando que el cargo exige un cariz político que no le sobra al jefe del Palacio de Hacienda. No hay certezas tampoco de que Axel esté deseoso de mudarse a la Jefatura de Gabinete, pero muchos imaginan a La Cámpora coronando su expansión con uno de sus miembros allí, al cabo de una semana de notoria visibilidad durante el viaje presidencial al Vaticano y Nueva York.

En rigor, La Cámpora consiguió una atención excluyente hace 15 días, con el debut como orador de Máximo Kirchner en la cancha de Argentinos Jrs. Una irrupción que conmovió el ámbito político y que debe enmarcarse en una inteligente estrategia hilvanada desde lo más alto del poder, precisamente para dominar la escena y mantener el poder hasta el último momento. Por cierto, lo viene logrando con creces. Prueba de ello es que el lugar donde más claramente debería percibirse una eventual pérdida del poder, el Congreso de la Nación, sigue siendo un espacio que maneja a voluntad.

El kirchnerismo acaba de hacer aprobar allí dos leyes muy controvertidas como la del pago soberano de la deuda y la de abastecimiento, y en ningún momento estuvo en duda que lo conseguiría. Ahora se propone obtener el mismo resultado con el Presupuesto y, antes, con la unificación de los códigos Civil y Comercial. Prueba más contundente de que el kirchnerismo no ha perdido poder, imposible.

Se la vio plena a la Presidenta la última semana. Desde la visita al Santo Padre, en la que se mostró como una amiga entrañable de Francisco, al paso por Estados Unidos, donde expresó una dura postura tanto en la Asamblea General de la ONU, como ante el Consejo de Seguridad. Previsiblemente cargó contra los fondos buitre, pero llegó al extremo al compararlos con terroristas. Como ingenua no es, sabía perfectamente que ese sería el título de los medios argentinos del día siguiente. Y precisamente ese fue el fin de toda la gira presidencial reciente: el mercado interno. El gobierno parece haber dejado de lado la idea de mantener una relación cordial con los países centrales; de hecho, los últimos días Cristina hizo todo lo posible por dinamitar el vínculo con Estados Unidos, y hoy el distanciamiento remite al recuerdo de noviembre de 2005, cuando tras la Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata George W. Bush se fue indignadísimo con Néstor Kirchner.

De yapa, el mismo día en que la Presidenta pasó facturas a Estados Unidos en la ONU, el jefe de Gabinete emparentaba al gobierno alemán con los fondos buitre. No parece una actitud aislada.

La Presidenta volvió el jueves tras menos de una semana en el exterior en la que apareció rodeada solo por su núcleo duro, matizado con leales absolutos. La figura más importante con la que se reunió fue un argentino -el Papa-, pero no mantuvo encuentros bilaterales con presidente alguno en Nueva York. Lo dicho: la gira pareció destinada exclusivamente a los ojos que miraban desde Argentina.

Pero el mismo día en que el gobierno se endurecía con Alemania y Estados Unidos, el dólar marginal daba un nuevo respingo traspasando la barrera psicológica de los 15 pesos. La semana concluyó con el blue cediendo algunos centavos, pero los dólares "bolsa" y "contado con liqui" siguieron subiendo, marcando una sólida base para el dólar ilegal, y haciendo más irreal el valor del dólar oficial.

Está claro entonces que en su breve gira la Presidenta se sintió fortalecida en su postura, lo que hace pensar que no tiene vuelta atrás su decisión de no arreglar con los holdouts. Pero no son pocos los que advierten que lo que podría cambiar esa postura es que Cristina se asuste con la escalada del dólar y la escasez de divisas, prevaleciendo allí la postura del titular del Banco Central.

De hecho, en el propio gabinete económico están asustados por las perspectivas de que no pueda llegar a cumplirse el augurio del diputado K Roberto Feletti respecto de que "hay dólares hasta fines de 2015". Razón por la cual han vuelto a pensar en la necesidad imprescindible de contar con dólares provenientes del mercado de capitales. Serían necesarios 15 mil millones de dólares para que el gobierno pueda llegar sin mayores problemas a diciembre de 2015. Un economista sugería esta semana una serie de medidas tales como una baja del gasto público, frenar la emisión y buscar un préstamo aun cuando las tasas sean de dos dígitos. "El gobierno en efecto ha logrado un gran desendeudamiento, por lo que puede contraer esta deuda excepcional", señaló el economista, no muy convencido de que ese sea el camino que el gobierno vaya a seguir.

Pero el "vivir con lo nuestro" se da de bruces con la realidad cuando lo que faltan son dólares. De ahí que se insista en no descartar un arreglo con los fondos buitre para el mes de enero. Pero como sería muy difícil de explicar una vuelta de campana en el discurso oficial, vuelve a especularse con la intervención de terceros que, de todas formas, no recibirían ningún tipo de garantías de reembolso de parte de este gobierno.

Los ojos miran hacia Eduardo Eurnekian -presente en Estados Unidos la semana pasada-, y George Soros, el "buitre bueno" con el que se reunió Cristina en Nueva York.

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