La prevención excede las circunstancias de los saqueos. Tras los acuerdos salariales con los policías, las autoridades saben que se viene una complicada negociación salarial con el sector estatal
Dirigentes políticos y funcionarios suelen confesar en privado que la tecnología no es su fuerte. Pasa con ellos lo que le suele suceder a cualquier persona grande que debe llamar a su hijo para que lo desasne frente a algún problema que se le presenta en la computadora o en los aun más inasibles celulares. Esa dificultad de comprensión se hace extensiva a las redes sociales, si bien es un ámbito donde muchos políticos se sienten a gusto y creen dominar porque han encontrado allí un espacio donde expresarse. A veces incluso de manera incontinente. Que le pregunten sino al ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, quien tuvo la mala idea de compartir su satisfacción por estar jugando 'un picadito' en la Bombonera, justo cuando la ciudad que debe ocuparse de cuidar era arrollada precisamente por hinchas de Boca.

Hay veces en las que los políticos debieran pasar sus pensamientos por un filtro antes de hacerlos públicos en las redes sociales, para evitarse complicaciones. Con todo, no corre riesgo Montenegro de que Mauricio Macri lo vaya a echar por su desliz. El consultor estrella del macrismo Jaime Durán Barba ha puesto muy alta la vara para cualquier despido en el mundo PRO, luego de sus declaraciones sobre Hitler que no encontraron sanción.

Pero el tema aquí no pasa por lo que los dirigentes dicen en Twitter, sino porque pareciera que ni siquiera la 'primavera árabe' que nació a partir de las redes sociales les ha hecho entender cabalmente el poder de las mismas. Sucedió precisamente con la movilización convocada para festejar el Día del Hincha de Boca, cuyo desbande final estaba cantado de antemano; pasó también con los saqueos que se viralizaron en el marco de las protestas policiales. Ocurrió en su momento con los cacerolazos convocados para protestar contra el gobierno, cuya magnitud sorprendió totalmente a las autoridades.

Los servicios de inteligencia -cuya ineficiencia extrema ha sido una vez más puesta de manifiesto los últimos días- debieran poner más énfasis en atender las señales que emiten las redes. Los espías son demasiado dependientes de las pinchaduras de teléfonos y el recorte de diarios, y no se han aggiornado lo suficiente.

Se supone que han puesto las barbas en remojo frente a lo que se viene. Ya presumían desbordes para esta semana, más por antecedentes que por contar con información cierta: el 20 y 21 de diciembre son fechas emblemáticas que cobran peligrosa dimensión en circunstancias complicadas. Ese es el caso para el jueves y viernes que viene y sobre él se han puesto a trabajar las autoridades provinciales que tienen un temor genuino que creció exponencialmente con la escalada de violencia que se desató a partir de los hechos de Córdoba.

Los intendentes del Conurbano -que son el eslabón institucional más cercano a las bases- están acercando promesas de abastecimiento de bolsones de alimentos para las Fiestas, cuestión de evitar que los sectores de mayor riesgo vayan a sumarse a esas movilizaciones. Igual, nadie piensa que la situación esté controlada en absoluto y están todos en alerta en esta cuenta regresiva, convencidos de que recién el sábado próximo podrán relajarse.

Con todo, los temores no se apagarán en una semana. Nadie en el poder piensa hoy en bajar la guardia en los tiempos futuros. Un kirchnerista que no tiene responsabilidades de gobierno confió a DIARIO POPULAR que no había planificado sus vacaciones, pues espera un enero 'caliente' y prefieren entonces estar cerca de Buenos Aires. Los desbordes no se limitan a los eventuales saqueos; de manera inminente comenzarán a discutirse los aumentos para el sector estatal, y la resolución de los conflictos policiales ha puesto muy alta la vara para las próximas paritarias.

En febrero los maestros se sentarán a discutir los sueldos y todo hace presumir que el calendario escolar se verá muy alterado por las protestas. Habrá que ver cuántas provincias arrancan con las clases según lo estipulado. Podría exacerbarse la migración estudiantil hacia escuelas privadas, sino fuera porque los bolsillos cada vez más flacos han puesto un límite a ese resguardo buscado por los padres.

La Presidenta reapareció esta semana para encabezar la celebración por los 30 años de democracia. De ningún modo se lo hubiera perdido y esa prioridad estuvo considerada cuando se diagramó la agenda post-quirúrgica. De tal manera, nunca estuvo prevista una postergación del acto del 10 de diciembre, a pesar de la crisis policial y social desatada en varias provincias. Ni siquiera las exequias de Nelson Mandela hubieran alterado el programa: de haber estado Cristina en condiciones de viajar, no hubiera ido.

Sí lo hizo el viernes hacia El Calafate, su lugar en el mundo, adonde no va desde antes de la operación, el 8 de octubre. Volverá en la semana, aunque en principio la idea era quedarse allí hasta el 10 de enero. De paso, hubiera estado lejos de los eventuales problemas sociales que mencionamos más arriba. Pero la mandataria quiere asistir a la ceremonia de la Policía Federal y de las Fuerzas Armadas.

Ese es todo un dato, pues el ascenso que despierta mayor interés es el del jefe del Ejército, cuyo destino tiene que resolverse el próximo miércoles, cuando se debata su pliego en el Senado. A mediados de año la Presidenta debió postergar el tratamiento del ascenso de César Milani y el resto de los jefes de las Fuerzas Armadas al advertirle Miguel Pichetto que no estaban asegurados los números propios para aprobarlo. Se decidió entonces tratar el tema a fin de año, 'en virtud de la más que evidente desnaturalización del procedimiento, con clara intención electoralista', tales entonces los argumentos expresados a través de un comunicado del bloque oficialista.

Pasadas las elecciones en las que al gobierno no le fue bien y sin que se haya aliviado la situación del general en los tribunales, ¿qué es lo que ha cambiado para que ahora pueda prosperar el ascenso? La composición de la Cámara de Senadores. Se fueron senadores propios como Daniel Filmus, y aliados como Samuel Cabanchik, Horacio Lores y los dos fueguinos de Nuevo Encuentro, que habían anticipado su rechazo al pliego. Es verdad que los senadores porteños fueron reemplazados por miembros de la oposición, y que por Neuquén los dos del MPN que llegaron por la mayoría se mostraron en principio críticos al gobierno nacional; más cercanos a Hugo Moyano y a Sergio Massa, que a Cristina. Pero una fuente consultada por DIARIO POPULAR aseguró que esa postura cambió a partir de la llegada al Senado del ganador de las elecciones neuquinas, el sindicalista petrolero Guillermo Pereyra.

A diferencia de julio pasado, el pliego de Milani ahora sí obtuvo dictamen y es impensado que el kirchnerismo baje al recinto para tratar algo si no está seguro de ganar. Tampoco estaría previsto el acto de ascensos que presidirá Cristina, si el mismo no incluyera al general Milani.

Esta misma semana el gobierno consiguió la suspensión del fiscal Campagnoli. Más pruebas de que su capacidad de fuego sigue intacta.

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