Las idas y vueltas en el discurso oficial mostraron que el gobierno no tenía plan B ante una derrota que no vio venir. Lo mismo con las medidas que adoptó y de las que siempre renegó. A las cuales, en sintonía con los gobernadores -su sostén- cuestionó quien ya es visto como un presidente virtual

Paradojas del destino, Cristina Kirchner contó en 2015 con un beneficio que no tuvo Macri en 2019. Mientras a los mercados tranquilizaba en la contienda electoral de entonces la idea de que quien iba suceder a la presidenta argentina sería un moderado que entre otras cosas arreglaría con los holdouts -fuera Daniel Scioli o Mauricio Macri-, al actual presidente le pasó exactamente al revés. Esta campaña estuvo influenciada por la posibilidad cierta de un retorno del kirchnerismo y la reacción adversa de un mundo que lo asimila con "populismo", y los mercados.

Por eso el esfuerzo oficial de instalar la idea de que se avecinaba un resultado apretado, pero más que nada se remarcara que la derrota en las PASO era lo más probable, aunque remontable. Ya se había visto una muestra de lo que podría suceder en caso contrario cuando en abril se conoció en Estados Unidos una encuesta adversa a Cambiemos, que inmediatamente desató una escalada del dólar.

¿Puede haber sido entonces una puesta en escena de este gobierno la supuesta certeza instalada de que la elección estaba muy pareja? Decididamente no, pues una veintena de consultoras coincidieron en hablar de una ventaja moderada de la fórmula de los Fernández, aunque cierto es también que en el campamento de Frente de Todos decían tener datos propios que hablaban de cierta holgura. Pero nunca lo que al final fue.

"Trabajamos con humanos que toman decisiones… y las pueden cambiar", argumentó Juan Germano, de Isonomía, al tratar de explicar el papelón histórico del que no zafó ninguna de las consultoras. Habrá que ver si zafan del juicio que varias multinacionales les iniciarán a algunas, pues esas empresas tomaron decisiones basadas en datos que se comprobaron totalmente erróneos.

A nadie sorprendió que los mercados reaccionaran como lo hicieron el lunes, tal vez el día más duro para la gestión Cambiemos: por la tristeza post electoral y por la nueva devaluación que debió soportar esta administración que encontró en 2015 un dólar (ficticio) de 14 pesos y ese día lo tenía en 60. Por la noche, el Presidente escuchó en Olivos quejas y reproches. Fue una velada productiva: luego volvió sobre sus pasos para reconocer como errónea las declaraciones que había hecho el domingo y el lunes.

La reacción inicial de cargar las tintas sobre el ganador y responsabilizar a quienes votaron así por la previsible catástrofe en los mercados, iba en el sentido de quienes imaginaron que la manera de revertir la elección pasaba porque el espanto de los electores ante "lo que ellos mismos habían provocado". Y que en octubre eso los llevaría a un voto "racional".

Como si los argentinos pudieran tener la oportunidad que no tuvieron los británicos cuando en una consulta votaron livianamente por el Brexit y luego se arrepintieron, mas sin poder deshacer lo aprobado. Esa estrategia sigue dando vueltas en el oficialismo, pero en la práctica mantener el discurso duro solo agravaba la crisis financiera con consecuencias imprevisibles. Para muchos oficialistas, más allá del discurso que esgrimen respecto de que la batalla no está perdida, llegar al 10 de diciembre pasó a ser la única prioridad. Entrar en la historia como el primer gobierno no peronista en terminar el mandato en 90 años es el módico consuelo al que se aferran. En estas circunstancias, no es poco.

Así y todo algunos dirigentes consultados explicaron que el milagro no es tan hipotético, y citaron aquello del 3/3: que Macri suba en octubre 3 puntos y que Alberto baje otros tantos. Así ambos definirían en un balotaje, con final abierto.

No es lo que la experiencia sugiere. Las PASO suelen marcar una tendencia y cuando hay un ganador tan holgado, lo más probable es que la diferencia se extienda. Es lo que sucedió con CFK en 2011: en las primarias logró 47 puntos y en octubre creció hasta el recordado 54%. Tomar nota de esos porcentajes: si se replican no será mera coincidencia.

En esas circunstancias contribuye el relajamiento en la fiscalización que suele darse ante resultados cantados. Es lo que temen que suceda en octubre y en lo que el oficialismo se comprometió a trabajar como no lo hizo el 11 de agosto. Hubo múltiples denuncias de irregularidades registradas ese domingo en detrimento de Juntos por el Cambio, mas el gobierno no quiso darles aire. Pero lo cierto es que la fiscalización de parte del oficialismo, que había sido muy buena en 2015 y 2017, hizo agua esta vez, según múltiples testimonios. Parece que el ajuste presupuestario también se sintió fuerte en esta elección del lado del gobierno; se ve que prefirieron reservar los escasos fondos para octubre. Quizá sea tarde.

Por el contrario, la fiscalización del Frente de Todos fue rigurosa, otro ítem que le copiaron a Cambiemos para esta elección. Ahí parecieron no faltar recursos. Una joven que ofició de fiscal del FdT en uno de los pocos distritos donde se impuso Juntos por el Cambio, en la primera sección, confió a este medio que al cabo de la jornada la encargada de convocar a los 15 fiscales de su colegio recibió el pago en dólares. "Tuvo que ir a cambiarlos y después vino y nos pagó", detalló. Ella cobró mil pesos.

El enojo de María Eugenia Vidal y su gente con el gobierno nacional es grande, aunque nunca lo vayan a confirmar en público. "Nosotros les avisamos que había que desdoblar", se descargó en la semana un integrante del equipo de la gobernadora, que siempre sostuvo que estaban atrás en las encuestas. Ellos saben que la provincia está perdida, pues ahí no hay balotaje, pero tratarán de hacer la elección más decorosa que puedan, y sobre todo salvar los distritos propios donde también perdieron en las PASO.

Ahí es donde la posibilidad de dar vuelta la nacional se desinfla: en la provincia promoverán el corte de boleta como recurso extremo para hacer una elección más decorosa o ganar donde se pueda. La Plata, Bahía Blanca y Mar del Plata eran lugares donde debían hacer una gran elección para ganar la provincia y mejorar en la Nación; ahora el objetivo es no perder esos bastiones, tan fuerte fue la debacle.

Gerardo Morales, que se alineó fuertemente con el gobierno nacional en la adversidad, reconoce que si no hubiera desdoblado perdía la provincia. Sorprendentemente ese fantasma comienza a agitarse también en la Ciudad, último distrito que le quedaría al PRO. De ilusionarse con ganar en primera vuelta, hoy está el temor cierto a que la ola opositora también se lo lleve puesto. Rodríguez Larreta ganó por 15 puntos (46,48 a 31,93), pero en 2015 había hecho una mejor elección (47,98 a 22,48 de Lousteau), y casi pierde el balotaje (51,64 a 48,36).

La civilizada charla de Macri con Fernández tranquilizó a los mercados, pero más las declaraciones del ganador de las PASO del día siguiente. "Esta elección no eligió nada, pero definió todo", señala Gustavo Marangoni, hoy devenido a consultor político, que en una frase define lo que propios y extraños ya piensan, más allá de hipotéticas remontadas épicas. El candidato del Frente de Todos es prácticamente presidente electo y ya actúa como tal. Lo primero que ha hecho fue probar el teorema de Baglini, que dice que la cercanía al poder hace sensatos y responsables a los candidatos, y viceversa.

La prueba palmaria la dio el viernes al cuestionar la eliminación del IVA, estimando que "no redundará en una merma de los precios", sino en "una ganancia adicional para las empresas", y sostuvo que "hubiera sido mejor devolver el IVA a los sectores más postergados". Lo cierto es que lo que sugiere se votó en junio de 2016 a instancias de Cambiemos; alcanzaba a jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH y planes sociales. Ese régimen no fue prorrogado en febrero de este año, en el marco de las restricciones presupuestarias y el gobierno se ahorró 3.000 millones de pesos. Fuentes de Hacienda dijeron entonces que el programa no había tenido "el efecto buscado". Solo 1,2 millones de beneficiarios pagaban con débito y recibían el reintegro, sobre un universo de 7,5 millones.

Dante Sica salió al cruce de Alberto Fernández al señalar que lo que el gobierno acaba de hacer figura en la plataforma electoral del Frente de Todos. En efecto, en el ítem Desarrollo Social, se expresa: "es obligación del Estado garantizar el derecho humano a que todas las familias accedan a la canasta básica de alimentos a través de la eliminación del IVA a los productos que la componen".

Al reaccionar así, Fernández defiende los intereses de los gobernadores, perjudicados por lo que dejarán de percibir en concepto de IVA y por el congelamiento de combustibles. Los mandatarios provinciales son sus principales aliados en ese PJ que aspira a liderar desde el Ejecutivo. En cambio Macri se siente decepcionado con varios de ellos y, sobre todo, piensa que, como están las cosas, ya no los necesita.

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