Vestido de blanco,
el Papa caminó por una alfombra roja acompañado por Rousseff, saludando a autoridades eclesiásticas y políticas en su primera gira intercontinental.
El papa argentino Jorge Bergoglio llegó en un avión Alitalia que aterrizó a las 15.43 en
Rio, para una visita hasta el domingo, por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Francisco
recibió flores de dos jóvenes, a quien agradeció con besos en la cabeza.
El pontífice desembarcó acompañado por el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone; y por los cardenales Marc Oullet, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, y el brasileño Joao Braz de Aviz,
prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.
En su primera actividad en Río de Janeiro el Papa realizará un recorrido por algunas calles del centro de la ciudad a bordo de
un papamóvil abierto y sin blindaje, que inicialmente no estaba previsto en la agenda oficial.
Tras su primer encuentro con la población, Francisco se dirigirá al Palacio de Guanabara, la sede de la gobernación de Río de Janeiro,
para la ceremonia protocolaria de recepción y para un primer encuentro privado con Rousseff.
Cerca de
650 personas estarán presentes en la ceremonia de recepción en el Palacio Guanabara, incluyendo la jefa de Estado; su vicepresidente, Michel Temer, y ocho gobernadores regionales, entre ellos el de Río de Janeiro, Sergio Cabral.
Pese a que la Jornada Mundial de la Juventud será abierta el martes con una misa presidida por el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Joao Tempest, Francisco tan sólo
se ceñirá a las actividades oficiales del evento el jueves, cuando será recibido oficialmente por cerca de 1,5 millones de personas en el paseo marítimo de la famosa playa de Copacabana.
Al día siguiente el pontífice regresará a Copacabana para participar en
la escenificación de un Vía Crucis en un evento en el que también son esperados 1,5 millones de fieles.
Las autoridades brasileñas calculan que
unas dos millones de personas participarán en los diferentes actos del evento, entre ellos 800.000 turistas extranjeros y brasileños y 300.000 peregrinos de todo el mundo oficialmente inscritos.
La seguridad del pontífice en Brasil será garantizada por cerca de
20.000 policías y militares, entre ellos 14.600 miembros de las Fuerzas Armadas.