No es mi costumbre expresar en esta sección, tan importante por cierto, del Decano de la Prensa Argentina, mis estados de ánimo. Pero en esta ocasión haré una excepción. Confieso que el gobierno del presidente de la nación, Mauricio Macri, me tiene harto. Lisa y llanamente, no lo soporto más. A esta altura de mi vida (61 años) me resulta intolerable escuchar al presidente y a sus ministros intentando defender lo indefendible. Me provoca náuseas las mentiras oficiales, las permanentes burlas al pueblo de parte de un gobierno cínico, insensible y perverso. Me provoca escozor que un grupo de delincuentes de guante blanco se haya adueñado del poder con el único objetivo de saquear las arcas del estado. Estamos siendo gobernados por tipos sin códigos, sin moral, sin principios. Estamos a merced de tipos que con nosotros son despiadados pero que frente a los poderosos son unos rastreros. Hace poco estuvo en Londres el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien, en la Abadía de Westminster, se arrodilló frente a un guardia inglés para homenajear a los caídos británicos en Malvinas. Después se la da de altanero cuando visita a los legisladores en el Congreso. Lo confieso: este gobierno me resulta nauseabundo. A pesar de ello, hay que resistir y esperar hasta octubre del año próximo cuando las urnas nos den una magnífica oportunidad para sacarnos de encima a esta lacra. Que así sea.
Hernán Kruse