El recuerdo de Horacio Ferrer, un charrúa de Patricios

Realizó programas radiales sobre tango, además de fundar la revista Tangueando y hacer sonar su bandoneón en orquesta. Uruguay conoció sus primeros cuatro libros. Luego mudó su talento a Buenos Aires, donde inmortalizó un dúo increíble con Astor Piazzolla, quien lo adoptó como letrista”, añadió.

Juntos estrenaron la operita María de Buenos Aires y compusieron Balada para un loco, además de muchos tangos más. Con los años se fue acercando a Huracán. Veía partidos desde la platea junto a Baldonedo y Tucho Méndez. En 1997 recibió el Globo de Oro. También participó de eventos culturales, como el aniversario de Parque de los Patricios festejado en 2006 en la sede, donde recitó un poema, la presentación del Libro Oficial del Centenario del club y estuvo el stand quemero en la Feria del Libro en 2008 y 2010. En 2013 vivió una cena de honor que le brindó Huracán en presencia de la Sub Comisión de Cultura. El poeta cuenta con su magno Salón Horacio Ferrer en el Palacio Ducó. Antes de teñir de tango al Río de La Plata con sus cenizas, fue velado a cajón abierto arropado por una bufanda de Huracán”.

Durante la 36ª edición de la Feria del Libro, en un fragmento de su orar, Ferrer expresó: “Huracán está su historia, todo lo que nos ha contado, presente de sus personajes, de su esquema de su barrio lleno de serenatas, de poetas, de muchachos que escriben sus versos en las mesas del café, de muchachas que esperan la declaración de un galán en el balcón, antes y ahora porque eso no muere. Eso es Huracán, por eso tiene tanta riqueza de espíritu la sola idea de un club que se llame como un tango... Hay un tango que se llama ‘Ventarrón’, pero ‘Huracán’ es mejor”.

Y citó los recuerdos: “Estar junto a Baldonedo, a Tucho Méndez, de los cuales tengo un recuerdo hermoso porque hemos visto partidos juntos en la platea de Huracán. Con Jorge Newbery, con Julián Centeya, con Homero Manzi. Fíjense que nosotros hemos sido los tres hinchas de Huracán, Manzi, Centeya y yo. Y fíjense que Centeya se llamaba Amleto Vergiati y nació en Parma, Italia; Homero Manzi, que también era un pedazo de barrio, nació en Añatuya, provincia de Santiago del Estero, y yo nací en Montevideo... Eso es Buenos Aires, esa es la maravilla de Huracán, emblema de Buenos Aires. La mujer de quien yo soy el hombre, que se llama Lulú, sabe lo que yo sufro con Huracán. Y a veces no sé más si me gusta gritar los goles que sufrir con Huracán. Uno se siente parte de una patriada, de algo que es casi un imposible: un club tan romántico, con tantos jugadores que han hecho que sea un encanto, que hicieron jugadas memorables y nos regalan un estilo del fútbol insustituible. Porque esto de Huracán. Es la esencia del fútbol argentino. Que pueda sobrevivir siendo tan romántico es un milagro de la naturaleza, un hecho incanjeable en la historia del fútbol mundial. Y estuvo muy bien Cappa cuando consultó a Di Stéfano y Di Stéfano le dijo: ‘Vas a tener que ir a dirigir a Huracán, que es el club con más posibilidad para hacer lo que vos querés y con menos plata’”.