El futbolista ha sido clave con su gol en el año 2000 para el ascenso del Globito en el partido contra Quilmes, algo que jamás olvidaron los hinchas de Parque Patricios.

El futbolista Gastón Casas nació en Avellaneda pero cuando tenía cinco años su familia se mudó a Parque Patricios. Esa mudanza a Caseros y Boedo hizo que su padre decidiera llevarlo a la sede Huracán para que empezara a jugar al fútbol. A los 17 años llegó a la Primera del Globo de la mano de Héctor Cúper y llegó a ser uno de los jugadores más queridos por los hinchas en estas últimas décadas. Sobre todo por el gol a Quilmes en el ascenso logrado en el 2000.

Además de haber jugado en el Globo, vistió las camisetas de Racing, Argentinos, Gimnasia, Defensores, Talleres de Escalada y se retiró en Argentino de Quilmes. En Europa estuvo en España (llegó a jugar en el Betis) y en Grecia.

Hasta el año pasado dirigió la Cuarta de Racing, pero ahora armó su propio cuerpo técnico y está a la espera de ser convocado para algún equipo de Primera.

Al recordar cómo llegó a Huracán, comentó: “Mi viejo me llevó a la sede de Huracán apenas nos mudamos. Jugué con el Rolfi Montenegro. Desde los 7 años que estamos juntos. Él es un año más chico. También con el Chipi Barijho”.

Casas vivió en Caseros y Boedo, a tres cuadras del Parque Patricios. “Conozco a los del lado de Parque Patricios y a los de Boedo. En el barrio había mucho respeto. Aunque había más hinchas de Huracán, porque estaba más cerca, también había chicos de San Lorenzo y todos éramos amigos. Salvo en la semana en que se jugaba el clásicos, jaja”, aseguró. Vivió ahí hasta los 20 años, se mudó a Parque Chacabuco y luego emigró a España.

De la mano de Cúper

“En enero del 95 cumplí 17 y en marzo debuté en cancha de Boca con Héctor Cúper como técnico. Era el equipo de Huracán que venía de perder el año anterior la final del campeonato con Independiente. Prácticamente eran los mismos jugadores”.

¿Qué lugares frecuentaba o frecuenta Gastón en el barrio? “En la esquina donde Boedo se hace Sáenz y Caseros había un barcito. Teníamos la Esso en Caseros y Boedo y ahí parábamos mucho en la época de la adolescencia”, recordó Gastón.

“Después, cuando ya era jugador, nosotros entrenábamos mucho en el predio del Banco Hipotecario, lejos del barrio porque La Quemita no tenía canchas. Cuando entrenábamos en el estadio, al salir del Ducó sí nos quedábamos por alguna parrilla de las que están sobre Colonia. A dos cuadras de la cancha. Siempre íbamos con los compañeros de la zona”, añadió y además señaló: “Tengo muchos amigos hinchas de Huracán con los que compartimos un fulbito todos los jueves y cuando vamos a la cancha con 4 o 5 y vamos a comer a Caseros y Rioja o a alguna parrillita ahí por Matheu. Normalmente después de la cancha hacemos una parada gastronómica para seguir hablando del partido y de nuestras cosas de la vida diaria”.

Su carrera tiene varios momentos inolvidables. En cuanto a ellos, el delantero señaló: “Debutar con 17 en Boca fue algo hermoso. No es algo tan sencillo. Por eso le agradezco mucho a Cúper. La coronación fue el gol a Quilmes en la final por el ascenso que fue la llave para volver a Primera. Empezaron a meter chicos cuando ya estábamos casi descendidos. Ahí entré yo, Rolfi, Lucho González, Sixto Peralta... Y jugamos en la B Nacional. Haber ganado torneo de punta a punta y haber hecho tantos goles fue algo hermoso. Y ese que hice en Quilmes valió el ascenso. Ahí sentí que estábamos volviendo a Primera, a la normalidad”.

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