La investigación está absolutamente empantanada y hay una hipótesis: que fue víctima de una red de tráfico de personas para la explotación sexual. Su madre la busca: “El dolor está instalado en mi casa”.
¿Dónde está Agostina Sorich? La pregunta se repite desde hace un año, cuando la pequeña de 12 años salió de su casa en Villa Gesell para ingresar en un espacio de dudas, sospechas, incertidumbre y angustia. Nada es la palabra que manda en la investigación, absolutamente empantanada, y los esfuerzos para saber qué pasó con la chica corren por cuenta de sus familiares y amigos. Una hipótesis es que resultó víctima de una red de tráfico de personas para la explotación sexual. Para Andrea Sorich, madre de Agostina, desde hace un año que toda su vida es una pesadilla, un horrible sueño del que no logra despertar. La busca por todos lados, golpeando puertas, convocando a los medios, utilizando las herramientas que ofrecen las redes sociales y trabajando con otras familias que pasan por situaciones similares. “Necesito que el caso pase a la justicia federal. Estoy convencida que es un caso de trata”, dijo Andrea. Todo comenzó el 15 de octubre del año pasado. Era viernes, y alrededor de las 18 de la tarde, la chica salió de su vivienda con destino, según le dijo a su mamá, a la casa de su tía Viviana. “Me quedo el fin de semana, te llamo el domingo”, comentó. Fueron sus últimas palabras. A partir de allí, desapareció y tanto su paradero como la razón de su desaparición se tornaron confusos. Es que hay chicos de Villa Gesell que aseguraron haberla vista, incluso varios días después de aquel viernes, y otros sostienen que se comunicaron con ella vía Facebook. Pero estos datos resultaron estériles. Ya pasó un año, y Agostina sigue desaparecida. La denuncia fue realizada por la madre dos días después, el 17 de octubre, porque así lo impone el sistema cada vez que un chico se ausenta de su domicilio. La primera sospecha apunta a rebeldías pasajeras, por lo que no se inician las pesquisas. Este, como otros casos, demostró que las primeras horas son claves para iniciar una investigación por desaparición. De hecho, a partir de la ausencia de Agostina desde el Ministerio de Seguridad provincial se recomienda no demorar la radicación de las denuncias. Luego los rastrillajes, las cadenas por correo electrónico, los afiches con su rostro, la desesperación. Andrea todavía la busca, con vida, como cuando salió de su casa hace un año. “El dolor está instalado en mi casa”, dice. Por Maximiliano F. Montenegro
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