Los analistas del narcotráfico mexicano sostienen que los tres carteles más importantes hicieron base en 52 países. Uno de estos destinos es Argentina. Y la última noticia es que el Cartel de Sinaloa, liderado por el temible Joaquín “El Chapo” Guzmán, está centralizando sus negocios aquí, estableciendo centros de producción, acopio y distribución de drogas. El detalle, más que preocupante, es que el grupo mafioso -considerado el más poderoso del mundo- se apoya en “inversiones” con tres iglesias evangélicas, en rigor operaciones de lavado de dinero. Así lo indicó el especialista Edgardo Buscaglia, asesor de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y miembro del Instituto Tecnológico Autónomo de México, quien realizó un estudio en nuestro país en torno al arribo de los carteles mexicanos de droga más poderosos, precisando que lograron extenderse en provincias como Chaco, Misiones y Formosa, mediante “el trabajo social que impulsan las iglesias, en especial las evangélicas”. El experto reveló sus conclusiones al diario mexicano Proceso, donde cuenta que los clanes del narcotráfico hicieron pie en nuestro país “hace tres a cuatro años. Los colombianos ya tenían participación en ese país desde los años 90, pero los carteles mexicanos comenzaron a expandirse visiblemente a partir de 2007 y se han ubicado en la zona norte, que son los centros productivos. Su manejo patrimonial y de inversiones está muy focalizado en Buenos Aires, en Córdoba y en Santa Fe”. El informe periodístico sostiene, citando como fuente a Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, que el cartel de “El Chapo” llegó, en principio, a la provincia de Chaco en 2007. “Su emisaria fue María Alejandra López Madrid, quien tenía como objetivo poner en funcionamiento la Iglesia Evangélica del Nuevo Milenio”, indicó Izaguirre. Asimismo, se afirma que las agencias gubernamentales que luchan contra el narcotráfico observaron e ingreso del cartel de Sinaloa en en la misma época, pero se hicieron visibles con el sangriento escándalo del tráfico de efedrina, de la mano del denominado triple crimen de General Rodríguez. Resulta clave, en los movimientos de los grupos mafiosos, un reporte emitido por la Secretaría de la Defensa Nacional de México, entregado en octubre de 2010 a los diputados de la LXI Legislatura, asegurando que fue a inicios de 2003 cuando los carteles mexicanos redimensionaron su papel para fortalecer su participación e influencia en países de Centro y Sudamérica. Intensificaron su presencia en Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Centroamérica para la producción de cocaína, y a partir de 2007 se trasladaron a Argentina para la producción de efedrina, precursora de drogas sintéticas. Buscaglia sostuvo que no se puede descartar que se utilicen las estructuras religiosas para lavar dinero, y consideró que las organizaciones criminales las usan para granjearse el favor de la gente, y de esta manera garantizar su propia seguridad. “La situación de penetración es con fines típicos que todo grupo criminal tiene para poder protegerse socialmente en determinadas áreas. A veces lo hacen a través de la Iglesia católica y en otras ocasiones utilizan a las asociaciones evangélicas protestantes. En Centroamérica se valen de las bautistas y evangélicas”, explicó. El experto de la ONU detalló, también, que los grupos criminales promueven su protección social mediante la construcción de iglesias y de infraestructura religiosa, y por medio del financiamiento de actos religiosos. “Tiene que ser vista cercana a los valores religiosos de las poblaciones en donde los grupos mafiosos buscan protección. Pretenden que con sus actos el pueblo les dé su beneplácito”, indicó Buscaglia. Finalmente, para el especialista, la metodología de seducción hacia instituciones religiosas tiene un objetivo específico. “No todo se logra con amenazas ni con asesinatos. Por lo tanto sí han penetrado las iglesias, no solamente las evangélicas sino también la católica en estas regiones”, puntualizó.
MAXIMILIANO F. MONTENEGRO

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