Diego Romero y Luz Gómez estuvieron detenidos, acusados de matar a un colectivero. Se comprobó que fue un error. Y una jueza los absolvió. Pero un fiscal sostuvo la acusación y ahora podrían ir a juicio
Diego Romero y Luz Gómez siguen con su vida atravesada por decisiones judiciales ya no sólo polémicas, sino profundamente contradictorias. La pareja fue acusada de matar a una persona durante un robo registrado en 2011 y ambos estuvieron presos. Pero se probó ampliamente que la acusación había sido un "error". Así, la jueza los absolvió, pero el fiscal decidió mantener las sospechas y todo parece indicar que la historia terminará con dos inocentes en un juicio oral y público por un crimen que no cometieron.

En diálogo con DIARIO POPULAR, Romero contó que "la jueza Mónica López Osornio, de los Tribunales de Morón, fue muy clara cuando nos absolvió, incluso nos brindó la posibilidad de escucharnos, algo que nos pasaba por primera vez desde que comenzó toda esta pesadilla, y nos dijo que además de creer en nuestra palabra no tenía dudas de la falta de pruebas para acusarnos de homicidio. Pero el fiscal Matías Rappazzo está encaprichado, y apeló esa decisión".

La semana pasada, la Cámara de Apelaciones de Morón convalidó la postura del fiscal Rappazzo de continuar con el procesamiento por homicidio criminis causa (matar para ocultar otro delito, en este caso un robo) de Diego y Luz. "Es de no creer. Se avasallan todos nuestros derechos, pero parece que no importa, porque todo pasa por tratar al pobre, al trabajador, de la peor manera posible. Nosotros estuvimos presos y aunque nos dieron durante un tiempo la chance de una prisión en domicilio, nos sentimos aún en esa condición, de no ser libres, y ahora menos, porque esa alegría que teníamos con la decisión de la jueza se terminó con la angustia de saber que podemos ir a juicio por un homicidio sin haber hecho nada", expresó el muchacho.

La historia de Diego y Luz se remonta a julio de 2011. Ese día fueron a comprar a un hipermercado de Boulogne con algunos familiares. Al regresar a la casa que alquilaban en Villa Ballester pidieron un remís, pero al bajar se olvidaron una mochila, que no pudieron recuperar. Esa mochila apareció en la escena de un crimen cometido en Castelar durante un robo, tres meses después, el 1 de octubre.

En la escena del homicidio se encontró una mochila con un arma en su interior, y dentro del bolsillo un certificado de vacunación infantil. Se trataba del documento sanitario de Zaira Romero, la pequeña hija de Diego y Luz. "Ese papel lo tenían desde el primer día de la investigación del crimen, cuando encontraron la mochila, pero recién nos vinieron a buscar en diciembre, cuando nuestra vida dio un vuelco", contó Luz.

Ambos estuvieron presos. Aún sin contar con antecedentes penales, y sin otra "prueba" que el certificado vacunatorio de la beba (que tenía la dirección de su casa), la pareja perdió todo. "Nos sacaron todo lo que pudieron. Y no me refiero a temas de dinero. Hablo de nuestra libertad, de nuestros nombres. Por suerte nos apoyaron mucho, la familia y gente que se comprometió con la causa. Por eso seguimos luchando, peleando por la verdad. Es horrible que te acusen de un homicidio. Tenemos la ilusión de que un día nos pidan disculpas, pero es todo lo contrario. Ahora nos mandan a juicio", dijo Diego.

Además de la pareja, que actualmente vive en una casita alquilada en Monte Grande donde trabajan todo el día preparando y vendiendo en el barrio productos de panadería, por la misma causa hay otros detenidos. Ninguno los reconoció como parte de la banda que fue a robar a la vivienda de Castelar y mató al colectivero Roberto Castillo. Tampoco las pruebas de ADN, sobre rastros hallados en la escena del homicidio, fueron coincidentes con los perfiles genéticos de los jóvenes.

No es todo. Entre los detenidos hay un remisero, que fue quien llevó a los verdaderos criminales, a quienes identificó como "Pipo" y "Popi". Se trata de una pareja que vive en Villa La Rana. El chofer sostiene que sólo llevó a los delincuentes, que luego mataron al propietario de la casa en Castelar. Y dijo que nunca transportó a Diego y Luz, que no los conoce. La única conexión es que trabajaba en la remisería donde los acusados pidieron el auto cuando volvieron de comprar y extraviaron la famosa mochila.

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