Juan José Campos mató en febrero a su pareja Romina y a su hijastra Abril. Huyó y nada más se supo de él. El padre y abuelo de las víctimas cuenta su dolor por las ausencias y por la falta de avances judiciales.
Por primera vez en su vida, Domingo Loiácono siente que está vacío. "Tengo todo, pero no tengo nada", dijo, en la cocina de su casa del barrio de Constitución, rodeado de fotografías de su hija Romina y su nieta Abril, ambas asesinadas a puñaladas el pasado 20 de febrero. Con sus 76 años, viudo hace poco más de un año, ahora sólo lucha por justicia, golpeando puertas en los juzgados, visitando comisarías, distribuyendo afiches o armando marchas con el único objetivo de que se logre la captura del sospechoso del doble femicidio, que se mantiene prófugo en medio de una alarmante inactividad judicial.

Elizabeth Angélica Wilson tenía 44 años. No le gustaba ninguno de sus nombres. Entonces, pedía que la llamen Romina. Todo el mundo la conocía así. "Pero yo le decía Liz. Mi esposa Perla, su mamá, también. Y, a veces, la cargaba diciéndole Luis. Se enojaba con eso. Nos reíamos mucho", recuerda Domingo, en diálogo con DIARIO POPULAR.

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El hombre conoció a Romina cuando tenía 6 años. Fue cuando se enamoró de su mamá. "Desde entonces es mi hija. Así de simple. Era una persona muy inteligente, con una memoria prodigiosa. Cuando tuvo a Abril, para mí fue un regalo hermoso. Con mi nieta hice todo eso que no había podido hacer con ella, porque llegó a mi vida con 6 años. Así que yo sin Abril no podía estar. Le cambié los pañales, la bañé, la paseaba para que duerma. Eramos el uno para el otro. Hasta que este cretino se llevó a las dos", dijo Domingo.


Abril tenía 19 años. "Un ser luminoso. Siempre alegre, una chica muy emprendedora. Era mágica. Le gustaba bailar, y ya era profesora de danzas", describió su abuelo.

El domingo 22 de febrero, los cadáveres de Romina y Abril fueron encontrados con signos de violencia extrema. Habían sido apuñaladas. La mujer mayor estaba envuelta en una sábana, en el living del departamento de la calle Constitución al 1700. Su hija, dentro de la bañera.

Cinco meses antes, el pizzero Juan José Campos ingresó en la vida de las mujeres. Romina lo conoció a través de una red social. Estuvieron de novios un mes, hasta que decidieron convivir. "Ella tuvo a Abril con una pareja que no conocimos. Decidió seguir adelante con el embarazo. La apoyamos. Luego, con los años se casó con un muchacho. Buen hombre. Pero la relación se desgastó y a los siete años se separaron. A Campos lo vi pocas veces", relató Domingo.

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La investigación por el doble femicidio tiene probado que Romina y Abril no fueron asesinadas el 22 de febrero, sino dos días antes. En esas 48 horas, Campos permaneció en el departamento, conviviendo con los cuerpos. No sólo eso, porque en ese tiempo usó el teléfono de su pareja para despistar. Es que el viernes 20, muchos vecinos del edificio escucharon gritos desgarradores. "Mandó mensajes a las vecinas, preguntando si estaban bien. Se hizo pasar por Romina. Un hombre perverso. Un psicópata cobarde", definió el hombre.

El pizzero Campos trabajó hasta el momento de los femicidios en la sucursal de la calle Lavalle del Palacio de la Papa Frita. Horas antes del hallazgo de los cuerpos, se fugó. Nadie sabe su paradero. "Al juzgado voy, y me dicen que lo están buscando. Capaz tienen información que no me pueden decir, para cuidar el caso. Pero ya vamos por casi dos meses. Y no hay nada. Sabemos que estuvo casado y tiene un hija de siete años. Parece que no podía verla por violencia. Nos vamos enterando que celaba mucho a Romina. No voy a perdonar jamás lo que hizo. Y se llevó a mi nieta también. A veces tengo ganas de no seguir viviendo. Porque esta lacra me sacó todo. Y aunque lo encuentren no me van a devolver a Liz y Abril. Pero voy a luchar para que vaya preso y reciba su castigo. Con la última fuerza que me queda", cerró Domingo