Si había un tema en el que el kirchnerismo se tenía confianza al iniciar su gestión en 2003, sin dudas debe haber sido la cuestión AMIA. Corría ahí con el handicap de haber participado Cristina Kirchner durante años como legisladora de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Atentados. Allí la hoy Presidenta trabó una buena relación con los familiares de las víctimas y forjó su propia teoría sobre los autores de la voladura de la AMIA.
Se sabe que la hipótesis de Cristina apunta hacia la "pista siria". Bien podría ser esa una buena razón de la mandataria para sustentar el polémico acuerdo con Irán que rubricó hace exactamente dos años y que nunca llegó a entrar en vigor. Acuerdo que voló los puentes que tenía la Presidenta con las entidades judías.
Tuvo tiempo y oportunidades de anularlo. La más contundente, cuando la Justicia declaró su inconstitucionalidad. No lo hizo y, fiel a su naturaleza, quedó claro que no lo haría cuando estalló la denuncia del fiscal Nisman y la oposición retomó ese reclamo.
Hasta ayer a través de una carta publicada en Facebook, la Presidenta no se había referido al tema. La estrategia elegida la habían exhibido sus diputados, cuando aleccionados desde Olivos cambiaron resolvieron concurrir a la reunión de comisión en la que Nisman brindaría detalles de su denuncia. Lo harían "con los tapones de punta".
Había singular expectativa por ese informe, por los datos que podría revelar y las dudas pendientes. Sobre todo las generadas a partir de la carta del ex secretario general de Interpol que negó que hubiera habido un pedido del gobierno argentino para bajar las alertas rojas a los sospechosos iraníes y lo trató de "mentiroso". Nisman murió sin poder aclarar ese interrogante.
La reunión de la Comisión de Legislación Penal se realizó ayer igual, pero ya sin la multitud que se esperaba. Tuvo lugar en cambio un raleado encuentro monopolizado por el PRO; las otras bancadas dieron conferencias de prensa por separado, para plantear cada una su pesar y pedidos de investigación a fondo. Todos fueron muy cuidadosos a la hora de sugerir responsabilidades; con el hecho todavía muy fresco, nadie apunta con el dedo, pero subsiste la convicción de que el suicidio voluntario es la alternativa menos admisible.
Al cabo de la jornada, el kirchnerismo realizó su propia presentación. Llevaron muchos diputados al encuentro con la prensa, pero las voces cantantes fueron las del presidente de la Cámara y de la jefa del bloque. Luego, por separado, los periodistas pudieron elegir a quién interrogar, pero todos mantuvieron un discurso monolítico según una línea bajada desde lo más alto. Habida cuenta de que todos pondrán en duda el suicidio, eso hicieron ellos mismos. Hablaron de "mafias" y todos se preguntaron las razones por las cuales Nisman eligió interrumpir sus vacaciones en España y volver al país para presentar semejante denuncia, una semana antes de morir.
Conforme una estrategia cuidadosa y rápidamente elaborada, lo mismo hizo la Presidenta a continuación, publicando una extensa carta en su cuenta de Facebook, en la que también pone en duda la decisión del supuesto suicidio.
Quedó claro que el kirchnerismo buscará apuntar a los servicios de inteligencia como responsables de lo sucedido en la Torre Le Parc. Más precisamente, a ciertos sectores desplazados en el marco del descabezamiento dispuesto hace un mes por CFK en la Secretaría de Inteligencia. Fuentes del oficialismo consultadas por DIARIO POPULAR sugirieron que el fiscal podría haber sido "convocado" a volver al país para difundir la denuncia que presentó, y que tal vez el desenlace estaba previsto por los mismos que aportaban esos datos.