Nadie se ha ido del Instituto Patria con garantía alguna de si Cristina Fernández será candidata o no, respuesta que anida solo en la mente de la exmandataria. Pero hay razones convincentes para justificar su postulación aun cuando una derrota sea totalmente factible

Pequeña, pero polémica al fin, fue la que se armó en torno a las vacaciones presidenciales: si en la crisis actual no correspondería que el Presidente prescindiera de tomarse tres semanas en el lugar adonde siempre ha ido a reposar en verano. La discusión en distintos estamentos llegó a tal punto que el propio mandatario salió el viernes por radio a hablar del derecho que le asiste como a todo trabajador, enfatizando sobre todo la obviedad de que el suyo no es cualquier trabajo y que en rigor nunca se deja de ser presidente. En verano o en invierno, el dólar sigue gravitando, el riesgo país sube o baja, los efectos de la crisis siguen pegando fuerte.

La polémica adquiere un nivel de mayor profundidad si se busca analizar la importancia de la ausencia de Mauricio Macri en la asunción del presidente del principal socio argentino en el mundo. En ese caso los argumentos son variados y la excusa oficial -precisamente la de las vacaciones presidenciales- es justamente la menos creíble. La decisión de la Rosada de no estar presente en la ceremonia de asunción de Jair Bolsonaro necesitó contar con el detalle administrativo de la licencia presidencial para justificar una decisión de mayor profundidad, pero claramente obedeció a otros motivos, difíciles de escrutar.

Macri podría haber interrumpido brevemente su descanso para viajar directamente desde el sur a Brasilia. De hecho, es lo que hará el 16 de enero cuando asista finalmente al primer encuentro oficial con su par brasileño. De paso, no serán tres sino casi cuatro las semanas de descanso, matizadas por algunas actividades oficiales.

Las razones variadas que influyeron en la decisión de no asistir a la asunción, trasgrediendo la tradición entre ambos países, bien podrían incluir una respuesta a la alteración por parte de Bolsonaro precisamente de otra costumbre, como es la de que Argentina sea el primer país extranjero visitado tras asumir en el cargo. O bien una respuesta al “desplante” del entonces mandatario electo de participar en la Cumbre del G20, algo que sin duda no cayó bien en el susceptible ánimo de Macri.

Bolsonaro Brasil

Pudo ser también cierta toma de distancia de un líder de derecha tan controvertido con el que Macri no quisiera aparecer parangonado. Una señal ambigua, más dirigida a sectores que nunca van a votar al líder del PRO, y en momentos en que determinadas actitudes y políticas parecen apuntar a la cuestión de la seguridad como eje de una campaña electoral en la que el gobierno querrá hablar de cualquier cosa que no sea economía.

A propósito de campaña, es muy probable que de haber ganado en Brasil Fernando Haddad, Mauricio Macri hubiera estado allí el 1 de enero, cuestión de reafirmar su condición de amigo del exalcalde de San Pablo. Y sobre todo no dejarle el terreno libre al kirchnerismo, cuya líder seguramente allí hubiera estado. Ni pensar en el caso de que Lula hubiera podido ser candidato y ganado en Brasil. Primera y con bonete, allí hubiera estado Cristina Fernández, alardeando sobre un “cambio de vientos” en la región.

La expresidenta es cada vez más omnipresente en este año electoral que la tendrá como protagonista. Porque aunque mantenga el misterio hasta el último día -como hemos dicho hace tiempo que hará, recién lo confirmará el sábado 22 de junio-, está claro que ella será candidata presidencial. Por convicción personal y conveniencia, también personal. Porque está en su ADN, y se trasluce de su trayectoria política: nunca que estuvo en condiciones de ser candidata a algo, dejó de serlo. Así desde 1989, cuando su primera postulación fue a diputada provincial. Volvió a ser candidata en 1993 (diputada nacional y también a diputada provincial); 1997 (diputada nacional); 2001 (senadora nacional); 2005 (senadora nacional); 2007 (presidenta de la Nación); 2011 (reelección) y 2017 (senadora nacional).

No importa que en la última elección haya perdido su invicto electoral, más allá de que también cuenten como derrotas las legislativas de 2009 y 2013, y la presidencial de 2015, donde su gobierno perdió, mas su nombre no figuró en las listas. Ella va a competir porque solo así reafirmará su poder. Y si pierde, será en un balotaje, donde podrá reivindicar la adhesión de un porcentaje cercano al 50%, mayor al tercio que se le asigna como piso y techo.

Será candidata porque necesita armar las listas legislativas, como hacía cuando era presidenta y refrendaba los nombres que escribía Carlos Zannini. A 37 de sus 65 diputados nacionales se les vence el mandato y una de las claves de su prevalencia es la potencia legislativa que mantuvo durante todos estos años, a pesar de las fugas hacia bloques que responden a los gobernadores. Contra estos tendrá que lidiar en el armado de las listas del interior, donde serán aquellos los que prevalezcan, pues ahora ella no arma listas en la Rosada, sino en el Instituto Patria, pequeña diferencia.

Cristina Fernández de Kirchner será candidata porque debe dar una muestra de poder dirigida fundamentalmente hacia Comodoro Py. En eso se juega no solo su libertad, que tiene garantizada fueros mediante hasta 2023, sino la de sus hijos. Milagro Sala trasparentó ese pensamiento en la semana, cuando desde su prisión domiciliaria sostuvo que su situación judicial y la de todos los exfuncionarios K presos “cambia cuando cambie el gobierno”. Es el mensaje que también le están dando autotitulados voceros del kirchnerismo a los empresarios asustados por el avance de la causa de los cuadernos, con los que están tendiendo puentes en las últimas semanas.

La expresidenta será candidata porque el peronismo no ha podido generar una figura de recambio que pueda garantizar la unidad del movimiento y su renovación se postergará entonces al menos hasta 2023. Como los que reniegan de volver a encolumnarse detrás del kirchnerismo mantendrán su postura, esa unidad seguirá siendo hipotética.

Cristina buscará un tercer mandato presidencial porque las encuestas muestran vigente su poder de fuego, porque el gobierno la desea como rival, y porque la crisis económica ha generado en un importante número de personas la nostalgia de un pasado reciente donde las tarifas representaban un porcentaje mínimo del sueldo, que a su vez le ganaba supuestamente a una inflación que no se medía oficialmente.

El gobierno se siente cómodo con el kirchnerismo como rival electoral, en una apuesta riesgosa cuyos resultados se verán pasado el mes de marzo, cuando las encuestas realmente puedan ser tenidas en cuenta y se verifiquen las posibilidades ciertas de la expresidenta. Es jugar con fuego, pues esa competitividad de Cristina que necesita, precisamente le puede jugar en contra en los mercados, y es lo que eventualmente podría desencadenar una nueva corrida cambiaria, que en este caso sería letal para el gobierno que ya no podría reponerse para las elecciones.

En ese contexto es que comenzó a tallar fuerte esta última semana la posibilidad de un adelantamiento de las elecciones bonaerenses. Hábil de reflejos, desde el peronismo provincial se aventuró la posibilidad de que, en ese caso, sea nada menos que la propia Cristina la que enfrente a María Eugenia Vidal, manteniendo paralelamente su eventual candidatura presidencial. Una jugada audaz capaz de adelantar dramáticamente los tiempos para Cambiemos, pues está claro que un posible triunfo de la expresidenta sería un trampolín inigualable para su elección nacional, luego de haber vencido nada menos que a la candidata más taquillera de Cambiemos.

Macri igual podría vencerla en un hipotético balotaje, pero luego debería vérselas en un segundo mandato no solo con un Congreso más complicado, sino también con la provincia más grande en manos de su peor adversaria.

Claro que la jugada implica riesgos serios para el kirchnerismo, pues una derrota dejaría “renga” a Cristina para las presidenciales. De hecho, desde el vidalismo le recuerdan a la exmandataria que en 2017 la vencieron Esteban Bullrich y Gladys González ¿Se arriesgaría el kirchnerismo a jugarse un pleno contra la figura política más carismática del país?

En principio, miembros legislativos del kirchnerismo como María Teresa García y Leopoldo Moreau descartaron esa alternativa, que atribuyeron a “operaciones” periodísticas. Pero la misma nació de los principales interesados en contar con CFK en las listas: los intendentes, que dejaron de lado reparos y aires de renovación en aras de garantizar su sobrevida.

Como sea, la decisión final no pasará por lo que se resuelva en La Plata, sino en la Rosada. Reacio a que Macri y Vidal no jueguen juntos, Marcos Peña -cerebro de la campaña de Cambiemos- ha aceptado al menos estudiar el tema. La resolución no se adoptará en febrero, sino bien entrado marzo. Los focus group que organiza Jaime Durán Barba serán determinantes para lo que vaya a decidirse.

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