En su condición de arrepentido, Leonardo Fariña se convirtió en un testimonio clave para la detención de Lázaro Báez. Ahora, en libertad, el ex valijero se presenta en los programas de televisión y radio en los que realiza un mea culpa sobre su accionar delictivo y se presenta como un testigo clave de la "Ruta del dinero K".
Sin embargo, esta tarde, el ex de Karina Jelinek concedió una entrevista a Viale 910 en la que se explayó sobre su tiempo en prisión. "No me gustan las personas detenidas, las prisiones preventivas -salvo en casos excepcionales como los delitos de sangre o delitos contra la integridad sexual- dado lo que es el sistema penal argentino", anunció.
Y luego fundamentó: "Cuando ya estás condenado, deberías estar resguardado para no generarle un daño a la sociedad o para que te rehabilites. Pero las cárceles argentinas no cumplen con esos requisitos. No sirven para nada"
Tras esa descripción, Fariña se refirió a su propia experiencia en el pabellón de población 1G: "Por lo que me tocó vivir, la cárcel es una muerte en cuotas. No podía salir del pabellón por el riesgo que corría si salía a la pasarela. Para que se den una idea, en un régimen de procesados, tenía como compañeros a condenados a cadena perpetua".
Asimismo, el arrepentido explicó cómo eran las condiciones durante su condena: "No había celdas, estaba con 45 personas en un galpón. El pabellón era de 50 metros por 40, me parece, y hasta la mitad de la pared era concreto, de la mitad para arriba y el techo era de chapa. Con una alerta amarilla, ¿Te imáginás la temperatura que hacía ahí?".
En este sentido, quien le aporta información a Jorge Lanata para que desarrolle el guión de Codicia se mostró interesado en remarcar un concepto: "Si como sociedad igualamos al delito de sangre al delito económico, estamos en problemas. El delito económico lo podés compensar, el de sangre no".
Y cerró su concepto: "Entiendo esa idea de 'el bien caído está', pero si la condición de detención fuera que, al menos, tuvieras agua fría y agua caliente cuando necesitás, o que no tengas que pasar por 55 grados de sensación de térmica… ahora no me digas que si la Constitución dice que tiene que ser limpia, y segura, tengo que estar comiendo entre cucarachas y sufriendo el calor de un techo de chapa. Eso es una tortura".
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