Belén Ennis, directora del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), aseguró que "la desdolarización de los precios y los costos energéticos será central" en el proceso de renegociación de las tarifas de los servicios públicos, a la vez que defendió la continuidad de la política de subsidios para la calidad de vida ciudadana y el buen funcionamiento del aparato productivo e industrial.
En una entrevista concedida a Télam, la socióloga indicó que en la renegociación recientemente abierta por el Gobierno nacional se deberá discutir la apertura de la estructura de costos de producción, generación, transporte y distribución, y considerar variables como salarios, inflación, inversiones o rentabilidades.
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A continuación, algunas de sus declaraciones más destacadas:
El objetivo del presidente Alberto Fernández siempre estuvo muy claro: volver a poner a la Argentina de pie. Esto sólo puede conseguirse si se posiciona a la energía en el rol que le corresponde, como promotora del desarrollo humano, económico y tecnológico. Sin energía barata, abundante, accesible, no hay ciudadanía, aparato productivo o mercado interno posible. Por eso el restablecimiento de tarifas justas, razonables y asequibles, una meta que se fijó el Gobierno nacional tempranamente al declarar la Ley de Emergencia, propendiendo a una disminución de la carga tarifaria real sobre los hogares, los comercios y las industrias del país; interviniendo los Entes Reguladores; extendiendo el congelamiento tarifario y declarando la esencialidad de los servicios públicos energéticos. El corolario fue el reciente Decreto 1020 que echó por tierra los cuadros tarifarios del macrismo y sentó las bases para la renegociación tarifaria integral. Con esto se inició una nueva etapa energética y tarifaria en la Argentina.
En cuanto al parámetro de actualización, podemos fiarnos que estará diseñado de acuerdo con los objetivos de desdolarización y pesificación que el propio presidente Fernández explicitó. Se buscarán mecanismos para que las tarifas de los servicios públicos sean pagables para los argentinos y las argentinas, y la desdolarización de los precios y los costos energéticos será central. Lógicamente, algunos de ellos deberán permanecer atados al dólar –sobre todo los relacionados con las exportaciones-, pero otros podrían tranquilamente pesificarse. Por ejemplo, no es cierto que la totalidad de los yacimientos convencionales deberían tener sus costos dolarizados; igual vale para los no convencionales. Terminar con la completa extranjerización de los costos y los precios de la energía es posible. Habrá que analizar cuáles permanecerán en dólares y cuáles no, pero se trata de un paso certero hacia la desmercantilización energética. Creemos que la nueva polinómica para el armado de los cuadros tarifarios futuros debe dejar de estar atada exclusivamente al dólar y partir de la apertura de toda la estructura de costos de producción, generación, transporte y distribución, considerando variables como demanda, insumos dolarizados, salarios, cumplimiento de inversiones, ganancias y rentabilidades, inflación, etc.
No se revisarán concesiones. Lo que se está encarando es la renegociación de las tarifas. En relación con el rol del Estado en materia de obras siempre es importante, sobre todo luego de los cuatro años de desidia macrista. Para darse una idea, la expansión de la red de alta tensión entre 2016 y 2019 fue nula, cuando en el mismo período anterior (2012-2015) había sido de 430 kilómetros, y de aproximadamente 1.400 kilómetros entre 2010 y 2012. Durante los primeros tres años de la administración neoliberal no se añadió un solo kilómetro a la red troncal de gasoductos, y en 2019 sólo se incorporaron 48 kilómetros. Y hay que recordar que Cambiemos suspendió y paralizó la construcción del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA). Afortunadamente, por instrucción del presidente Fernández, IEASA anunció la reactivación de las obras y el GNEA se pondrá nuevamente en marcha.
La política de subsidios debe seguir. Siempre la hemos defendido y apoyado porque una energía barata (subsidiada) es la clave para poner a la Argentina de pie. La mejora en la calidad de vida ciudadana y el buen funcionamiento del aparato productivo e industrial dependen de ello. Lejos de lo que quisieron hacernos creer durante cuatro años con el discurso anti-subsidios -que fue una pantomima porque la producción de gas con Macri sólo pudo sostenerse por vilipendiados subsidios de la Resolución 46-, las grandes naciones subsidian la energía y lo hacen a mucho mayor porcentaje que la Argentina. Por otra parte, los datos demuestran que a más consumo energético per cápita, mejores son los índices de desarrollo económicos y humanos. Sin energía barata y accesible, no hay posibilidad de crecimiento para ningún país que lo pretenda.
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