Con 27 años en la zona y con un contacto consolidado con la gente de bajos recursos, la entidad atraviesa sus horas más críticas, al igual que otros 60 centros asistenciales de Quilmes.
En diálogo con este medio, Pocha -dueña también de la casa donde funciona el comedor- con lágrimas en los ojos, relató que "siento un profundo dolor en el alma al dejar a los chiquitos y abuelos sin el almuerzo. En estos casi 30 años tuvimos problemas pero no tan graves como ahora".
"Desde hace seis meses el gobierno provincial no nos pasa la beca para comprar los alimentos. Anteriormente nos destinaba 1,90 peso por cada uno. Era muy poco, pero era algo", destacó.
Debido a esta problema, Pocha confesó que "ya no me queda nada más que empeñar porque yo estoy poniendo dinero de mi bolsillo. Es más, pido préstamo para comprar algo de comida".
El testimonio de la encargada del comedor se torna más estremecedor al confesar que "estoy debiendo 7500 pesos" .
"Yo soy una jubilada y mi marido hace lo que puede para conseguir algo de dinero. El pone una parrillita a la calle y vende unos choripanes, pero a veces sucede que los termina regalando a los chicos que pasan porque no tienen qué comer", añadió.
Según la señora, la situación se agrava por "el aumento de impuestos municipales y los servicios como luz, agua y gas".
Pocha afirmó que se siente "sola" y que no cuenta con "el apoyo de las autoridades municipales ni provinciales".
"Antes me decían que pase por Desarrollo Social y me entregaban algo de comida, pero ahora ni siquiera eso. Para las autoridades no existimos", recordó.
El cuadro de situación no puede ser peor ya que Pocha cree que el hoy puede ser la última vez que ofrezca el almuerzo a los más necesitados y señaló :"Tengo pensado hacerles unas pizzas. Algún paquete de harina, unas cebolla y queso. Es la último que me queda".
En otro orden de cosas, declaró que "la situación del barrio es muy grave. Hay chiquitos que vienen sin ropas pidiéndome comida porque la madre no pudo darles algo. Algunos están flacos con la pancita hinchada de la desnutrición que tienen".
"Acá hay pobreza y muy pocos somos lo que intentamos reducirla. Los que tienen que hacer algo se lavan las manos. Nosotros necesitamos la comida", exclamó.
Para revertir este panorama, hace cuatro meses, Pocha y representantes de otros comedores marcharon hasta la gobernación, en La Plata, para solicitar la vuelta de las becas, pero solo obtuvieron promesas de ayuda que hasta el la fecha no se concretaron.