Nacido en Suiza el 18 de diciembre de 1879, en una familia de músicos, Klee heredó su nacionalidad alemana de su padre, que más tarde adoptaría de manera definitiva.
Si bien intentó continuar en el arte de sus padres, Paul se decidió más tarde por la pintura, pasando a integrar los círculos expresionistas y a exponer junto a ellos más por afinidad a sus amigos, que por decisión propia.
Sus trabajos mezclaban diferentes técnicas como el óleo, acuarelas, tintas y hacían alusión a la poesía, la música y los sueños; al tiempo que alternó entre otros estilos como el surrealismo y la abstracción.
Tras una serie de viajes por Italia, Túnez y Egipto, el artista adoptó nuevas formas de encarar la luz en su trabajo, así como el color, que en un comienzo despreció; y así comenzó a enseñar en la Escuela de Bauhaus y en Academia de Bellas Artes de Düsseldorf.
Por esa época fue denunciado y perseguido por los nazis por producir “arte degenerado”; pero cuándo éste trató de hacer valer su ciudadanía suiza, el país se la denegó y por eso es que decidió ser alemán por el resto de su vida.
Continuó enseñando y exponiendo hasta que en 1936 se le diagnosticó esclerodermia, una enfermedad neurodegenerativa que terminó por acabar con su vida en 1940.