Desde la atmósfera, pasando por las bajas temperaturas y hasta los cambios de la luna, inciden tanto en nuestro ánimo como en las funciones vitales. Del reuma a las jaquecas pueden aparecer, aunque no sea un anuncio meteorológico. Alertarse frente a estas transformaciones facilitará cualquier complicación impensada, sólo por desinterés o descuido.
El ser humano está constantemente influenciado por el cosmos, los planetas , los animales, las plantas y por la meteorología y en el lugar en que se encuentra. Se han hecho muchos estudios de cómo el clima influye en el cuerpo de las personas y en el ánimo.

En este contexto se encuentra la bioclimatología. Los climas, en los diferentes meses del año varían de acuerdo a distintos factores. No son uniformes y provocan reacciones orgánicas y psicológicas, tanto buenas como malas.

Dicho de otra manera, puede ejercer efectos sedantes o estimulantes en exceso o depresivos y molestos. Todo está de acuerdo a la constitución física, estructura psicológica y problemas orgánicos de cada persona.

Es decir que, el clima puede afectar no sólo a los mecanismos fisiológicos del cuerpo, sino también al humor e incluso puede llegar a dominar las reacciones psicológicas de los individuos.

Los biometeorólogos han tratado durante décadas de develar las relaciones entre estos procesos: clima y vida humana.

Un organismo sano logra regular y compensar los estímulos del tiempo, pero ésta capacidad de compensación no la tienen las personas con un sistema nervioso delicado, los convalecientes de alguna enfermedad, los ancianos, las personas que incuban algún problema crónico de salud, los de gran sensibilidad, etc.

Cuando un organismo no es capaz de ajustarse a dichos estímulos se producen perturbaciones a las que, al principio pueden manifestarse como desmejoramiento del bienestar general, irritabilidad excesiva, insomnio, cansancio, dolores de cabeza, de articulaciones, palpitaciones o depresiones.

En relación a este tema, el doctor José Hoffman, biólogo, que estudia fenómenos climáticos que afectan a las personas, describe en su libro "Del Tiempo y la Salud", el síndrome de meteorosensibilidad. Señala que éste provoca las variaciones de la sensación de bienestar, irritabilidad y depresión, de acuerdo a las determinadas fases del tiempo.

Es decir, si hay humedad, día seco o soleado, días fríos o calurosos, no sólo las personas enfermas se sienten afectadas, las hay sanas que experimentan las mismas reacciones en su organismo, sin tener una explicación aparente.

Cuando un organismo es demasiado sensible no puede superar las manifestaciones del tiempo. Los investigadores han reconocido que, en los días de mucha humedad y lluviosos, las personas, en general, se sienten deprimidas o melancólicas.

Recuerdan determinadas situaciones del pasado y hacen como una retrospección de su vida. Esto, curiosamente no ocurre en los días soleados y secos, donde los individuos se sienten extrovertidos, con más energía y estimulados para realizar cualquier tarea. Por razones hormonales, la mujer es más sensitiva a los cambios climáticos. La Luna tiene mucha influencia sobre mareas y el cuerpo está constituido en un 70 por ciento por agua. Con la Luna en la fase nueva, la mujer se encuentra más exaltada, si cambia, se halla introvertida.


Cada estación tiene lo suyo, y por eso nos afecta sin darnos cuenta

Depende de la sensibilidad de cada una de las personas y de su historial de enfermedades. Para una persona que sufre de reuma, en cualquiera de sus formas, no es recomendable que elija ir de vacaciones una región de suelo arcilloso, que torna húmedo el ambiente, como tampoco los asmáticos les viene bien estar cerca del mar.

Los climas altos, como Córdoba, fortalecen los pulmones y estimulan a los cardíacos.

Si nos ponemos a estudiar a las diferentes estaciones del año, veremos que el ser humano pasa por los mismos ciclos. Es decir; la primavera es el nacimiento, el verano la plenitud, el otoño la declinación y el invierno la muerte. Por eso no es extraño que la gente cambie de humor en los distintos climas o cambios atmosféricos.

Algunos especialistas han estudiado como influye el clima en la salud y encontraron una estrecha vinculación entre el clima y algunas afecciones. El calor, la humedad y hasta el viento afectan en forma negativa a un tercio de la población en la Argentina.

La importancia de estos estudios radica en que las variaciones estacionales y los cambios del tiempo inciden en el organismo causando dolencias y trastornos.

En este momento se reconoce que algunos de aquellos, como las lluvias, el calor o los cambios de presión , alteran el normal funcionamiento del ser humano.

La meteoropatías, como se denomina a estas afecciones, suelen ser más severas en ancianos y niños, así como también en personas que viven en zonas expuestas a cambios súbitos del clima.

También afectan la humedad, la presión atmosférica e ionización. Estos fenómenos no afectan a todas las personas del mismo modo.

Se estima que un tercio de la población es muy sensible a ellos, otro tercio sólo se ve influido por grandes cambios, en tanto que el resto puede ser absolutamente inmune a las condiciones meteorológicas.

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