Numerosos estudios científicos comprobaron resultados positivos en pacientes que oraban -o recibìan plegarias de terceros- pidiendo su sanación. El Papa Francisco repetía a diario a quien lo oyera: "Recen por mí".
En la primera mitad del siglo pasado, Alexis Carrel (1873/1944), Premio Nobel de Medicina en 1912, escribió un texto titulado "La oración. Su poder y efectos curativos vistos por un fisiólogo". No es éste un tema menor, pues Carrel hace referencia concreta a la posibilidad de curar enfermedades, tanto orgánicas como psíquicas, usando como terapéutica la oración. Ese momento íntimo, intenso, único en que la persona siente estar unida al Creador tiene, de acuerdo a diferentes indagaciones realizadas, verdaderos efectos terapéuticos.
Hoy, ya concluyendo el primer cuarto del Siglo XXI, el interrogante continúa vigente: ¿es posible demostrar que la oración tiene efectos curativos?
Líderes religiosos así como partidarios de las llamadas “terapias alternativas” se encuentran convencidos que rezar es algo favorable tanto para evitar como para combatir enfermedades orgánicas. Por esto –piensan– que la Ciencia debe hacerse responsable de investigar el tema.
Numerosos investigadores buscan probar empíricamente los efectos terapéuticos logrados a causa de la oración.
Veamos algunos de esos trabajos.
Russell Targ, doctor en Física, que fuera miembro del Instituto de Investigación de Stanford (Estados Unidos) en 1998, provocó sensación con un estudio que dejaba entrever que tanto las oraciones de los diferentes cultos tradicionales como aquellas utilizadas por los chamanes, podían proteger a los enfermos de sida de algunas complicaciones relacionadas con esta enfermedad.
En la vida de Targ, quien el pasado 11 de abril cumplió 91 años de edad, hay un detalle que no conviene menospreciar: realizó, en 1970, experimentos de percepción extrasensorial financiado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. No es ningún improvisado en temas espirituales y parapsicológicos.
William S. Harris, médico del Hospital St. Luke (Kansas City) junto con otros colegas, publicó en 1999 un trabajo demostrando que los pacientes coronarios –por los que algunos religiosos habían rogado– mejoraron más que otros en relación a treinta variables que fueron metodológicamente controladas. Durante los experimentos ninguno supo hasta el final, a quienes estaban destinados los rezos ni quienes los hacían.
Otro cardiólogo, Randolph Byrd, realizó una investigación con 393 pacientes de la Unidad de Coronarias del Hospital General de San Francisco, pudiendo observar que aquellos a quienes se dirigían plegarias y oraciones evolucionaban significativamente mejor que los que no estaban incluidos en esta "terapia". El trabajo está publicado en el Southern Medical Journal.
Esto que acabamos de reseñar, y que -admitimos– alcanza tintes de asombroso, trae directamente a nuestra memoria esa frase que fue tan habitual en el Papa Francisco: “recen por mí.” Aquí la Ciencia está demostrando que, en efecto, el hecho de que otros recen para el restablecimiento de un tercero, tiene efectos terapéuticos.
No es el único caso. Lo mismo ocurrió en la investigación realizada por el American Heart Institute de Kansas (EE.UU.) y publicado en la revista Archives of Internal Medicine. En esta oportunidad la indagación fue sobre 990 pacientes. El trabajo reveló recuperaciones fuera de lo médicamente esperable, con un menor tiempo de internación en aquellos pacientes encomendados a las oraciones. El estudio se concretó utilizando todos los requerimientos actuales de la metodología de la investigación científica, como lo son la investigación aleatoria, controlada, doble-ciego y prospectiva.
Resultados similares surgieron en otro estudio hecho en el Centro Médico Rabin (Israel) y publicado en el British Medical Journal. Allí se constata que la oración produce cambios significativos en la evolución de la enfermedad, hasta tal punto que repetir una plegaria ayuda a la relajación, a la vez que reduce la presión arterial y los ritmos metabólicos, cardíacos y respiratorios. Cosa, dicho sea de paso, que los orientales conocen –y utilizan– desde hace milenios.
En el año 2000 se realizaron aproximadamente diez estudios sobre la influencia curativa de la plegaria en reconocidas instituciones médicas. Una de ellas fue el Instituto Médico Mente/Cuerpo, de Boston. Su fundador, el cardiólogo Hebert Benson, elaboró un ensayo con 2,4 millones de dólares de la Fundación John Templeton, que apoya la investigación de la espiritualidad.
Benson comentó entonces: "Este no es un estudio habitual. Lo que se ve como obvio no es un procedimiento típico. Estamos en el límite entre ciencia y religión".
Mil ochocientos pacientes con by pass tomaron parte de la investigación, quienes fueron derivados voluntariamente desde seis hospitales.
Al año siguiente, se publicaron algunos resultados donde se comparaba a dos grupos de mujeres que tenían problemas de fertilidad. El grupo que había sido incluido en las plegarias de varios católicos, duplicó las posibilidades de lograr un embarazo exitoso.
En los últimos años el gobierno norteamericano colaboró con 2,3 millones de dólares para financiar investigaciones relacionadas con esta cuestión. Richard Nahim, psicólogo de Harvard y asesor del Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa integrado a los Institutos Nacionales de la Salud, explica el por qué de este despliegue financiero: ".. el gobierno norteamericano encontró que el 45% de los adultos rezaba por razones específicas de salud, y que muchas de esas personas eran pobres y con acceso limitado a la atención sanitaria. Es un imperativo de la salud pública comprender si esa plegaria les ofrece algún beneficio".
Pero para su colega, el Dr. Richard J. McNally, en este tema la intervención científica es innecesaria por imposible. Entonces afirma: ¨La plegaria presupone alguna intervención sobrenatural que, por definición, está más allá del alcance de la Ciencia¨.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, parapsicólogo, filósofo y escritor. “Atrévete a vivir en plenitud”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com