El médico neurólogo Alejandro Giacchino explica que una vez iniciados los síntomas, el paciente puede solicitar que se le suministre una poderosa medicación.

El Accidente Cerebrovascular (ACV) representa la primera causa de discapacidad y la tercera de mortalidad en los adultos, pero el tratamiento precoz reduce considerablemente sus consecuencias.

El ACV ocurre cuando se rompe u ocluye una arteria que abastece de sangre al cerebro, lo que provoca una interrupción en la llegada de sangre que nutre al cerebro, privándolo de oxígeno y nutrientes, y en cuestión de minutos sus células comienzan a morir. Por lo tanto es fundamental el tratamiento precoz para minimizar el daño cerebral y las complicaciones subsiguientes.

El médico neurólogo Alejandro Giacchino, especialista en neurología vascular del Instituto de Neurología y Neurocirugía, Sanatorio de los Arcos, explicó que "existen dos causas de ACV: el hemorrágico y el isquémico". "El hemorrágico ocurre cuando se rompe una arteria dentro del cerebro y sus causas más frecuentes son la hipertensión arterial, la ruptura de aneurismas seculares y de las malformaciones arteriovenosas.

Por su parte, el ACV isquémico es la causa más frecuente de ACV, comprendiendo al 80% de los casos, y se produce por la oclusión o taponamiento de una arteria que impide la correcta llegada de sangre al cerebro. Alrededor del infarto consolidado (zona de neuronas muertas por la falta de irrigación), permanece un área que puede ser restituida con un tratamiento adecuado y rápido", argumentó Giacchino.

En ese sentido, el neurólogo comentó que "una vez iniciados los síntomas del ACV isquémico, existe una ventana de oportunidad terapéutica que comprende las 3 primeras horas desde el comienzo de los síntomas".

"Si el paciente consulta a una guardia dentro de este periodo de tiempo y no presentara contraindicaciones, podría ser tratado con una potente medicación utilizada para disolver coágulos, llamada trombolítico (rTPA). En el paciente apropiado, este tratamiento puede salvar una parte crítica del cerebro ya que actúa restituyendo el flujo sanguíneo en las zonas que contienen neuronas aún factibles de ser recuperadas. Este tratamiento permite disminuir la probabilidad de discapacidad con alto grado de dependencia", añadió.

El ACV puede manifestarse de diferentes maneras y los síntomas más frecuentes incluyen dificultad para hablar, parálisis o adormecimiento de la cara, brazo y/o pierna; perdida súbita de la visión o visión borrosa; cefalea intensa y no habitual; trastorno del equilibrio y vértigo; entre otros.

Existen diversos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir un ACV, la mayoría pueden ser tratados y de esa manera disminuir la posibilidad de padecer un ACV. Los más importantes son la hipertensión arterial, la obesidad, el tabaquismo, el colesterol elevado y la diabetes.

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