Ideal para veraneantes que elijan Traslasierra como destino turístico, este paraíso del oeste cordobés sorprenderá al visitante por muchos atractivos: una travesía serrana inolvidable, una pesca excepcional, y el llevarse como amigos a gente de extraordinaria sencillez y profesionalismo que lo harán vivir momentos únicos.
Situado a unos 20 km al norte de Mina Clavero, el río Taruca Pampa es un verdadero paraíso truchero cordobés muy poco explorado, dada las dificultades de su acceso. Por suerte ahora un grupo de guías conservacionistas de Mina Clavero han unido fuerzas para ofrecer un programa de pesca que facilita el acceso al lugar, al que es ideal visitar dos días haciendo noche en campamento, para aprovechar mejor la aventura.
También conocido como Ruga Pampa, este río nace al sur de Los Gigantes y corresponde a la cuenca del río Panaholma, al cual forma en confluencia con el río La Hornilla. Llegar al mismo demanda una hora de auto y tres de mula, servicio que nuestro guía Santiago Zalazar y sus ayudantes Mati Machuca y Alfredo Juaneda, tenían todo organizado con puntualidad inglesa. Así, partiendo a las 5 AM de Mina Clavero, a las 6 llegamos al rodeo de las mulas y empezamos la caminata serrana viendo la naturaleza más virgen en todo su esplendor, hasta llegar a este magnífico río de montaña en cuyos pozones hay muy buenas truchas.
Ya en la zona de pesca, armamos equipos consistente en cañas de mosca 3/4, con reel con línea acorde de flote y un tippet 5 x de 12 pies, donde até moscas secas.
El Taruca se entrecorta, y presenta geografías diversas, con pozones, runs, zonas playas y saltos de cascada, siempre con aguas cristalinas que los guías locales beben sin problemas. Mi compañero Gustavo Miranda, el único no mosquero del equipo, optó por un equipo de spinning ultraliviano, portando una selección de cucharas del 0 al 3 con un solo anzuelo del triple activo y dos anulados, para evitar daños a los ejemplares. Contamos
Era fácil ver las truchas, pescarlas era otra cosa. Tan cristalina es el agua que detectaban los engaños. Por eso mis primeras truchas las cobré tirando directamente en caídas de agua, cuya turbulencia impedía una visualización plena por parte del pez, que se tiraba a ese pequeño bultito que asemejaba un insecto. Por suerte en mi set de mosquitas había de todo y fue cuestión de ir cambiando hasta dar con las más rendidoras.
Miranda, por su parte, trataba de sacar de las profundidades de los pozones a las truchas más remolonas a subir a la superficie. Y lo logró. Los tamaños, tipo plato, con algunas excepciones hacia arriba o hacia abajo, pero vimos en los pozones varias truchas que seguramente pesarías cerca de un kilo, nada mal para un curso serrano de estas características.
Como siempre, las primeras y las últimas horas son ideales, pues la trucha está más activa y es allí donde debemos estar casteando para extráele todo el jugo a este mágico lugar.
Nos acompañó en esta visita Simón Blanco, del Córdoba Trucha Club, gente que hace mucho y a pulmón por cuidar las truchas en los distintos ámbitos. Prometió apoyar a la gente del lugar para que cuiden el maravilloso tesoro natural de la depredación, que lamentablemente es moneda frecuente en ríos cordobeses.