Mientras la pandemia del coronavirus no se detiene, la falta de vacunas y la distribución de las mismas se ha convertido en un problema en el mundo entero.

Mientras varios países cierran sus fronteras ante el avance imparable del coronavirus, la Comisión Europea autorizó el uso de las vacunas de AstraZeneca en una decisión que coincide con la tensión entre la Unión Europea (UE) y el laboratorio sueco-británico por el retraso en la entrega de las dosis preacordadas y un debate sobre su eficacia en mayores de 65 años.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA), órgano regulador con sede en Ámsterdam, recomendó habilitar ese inmunizante para mayores de 18 años, incluyendo a adultos mayores, pese a las dudas planteadas por Alemania.

"EMA recomienda la autorización de fabricación condicional para la vacuna de AstraZeneca contra la Covid-19 para personas de más de 18 años", refirió la institución mediante un comunicado.

Se trata de la tercera que ya puede ser distribuida entre los 27 países de la UE, después de las de Pfizer/BioNTech y Moderna, anunció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El ministro de Salud alemán, Jens Spahn, había dicho que esperaba esta aprobación, pero "limitada", un día después de que el órgano regulador de su país recomendara no administrar la vacuna del laboratorio británico a mayores de 65 años.

Esta decisión desató una nueva polémica en Europa con AstraZeneca, que defendió, al igual que el primer ministro británico, Boris Johnson, la eficacia de su fármaco, desarrollado junto a la Universidad de Oxford.

Más tarde, el propio Johnson celebró efusivamente la eficacia de casi el 90% demostrada por la nueva vacuna estadounidense Novavax en ensayos clínicos de fase 3 a gran escala realizados en el Reino Unido.

El inoculante es eficaz también contra la nueva variante del virus que se encontró en el Reino Unido y la que apareció en Sudáfrica, según el editor médico de la BBC, Fergus Walsh.

El estudio involucró a más de 15.000 participantes de entre 18 y 84 años, con un 27% de 65.

Reino Unido, que arrastra la friolera de más de 100.000 muertos desde el inicio del flagelo, tendría entonces su cuarta vacuna, tras las ya aprobadas de Pfizer, Oxford y AstraZeneca y con la norteamericana Moderna próxima a ser habilitada.

En agosto de 2020, la UE firmó con AstraZeneca un contrato de compra anticipada de hasta 400 millones de dosis, aunque la empresa anunció días atrás que habrá importantes demoras en las entregas por problemas en una planta situada en territorio del bloque.

Desde entonces, el laboratorio sueco-británico, que dijo que sólo podría suministrar una cuarta parte de las dosis que había prometido para el primer trimestre de 2021, es blanco de críticas e indignación de los dirigentes europeos.

La UE exige que el laboratorio cumpla con sus compromisos suministrando dosis producidas en sus fábricas en el Reino Unido.

"Espero de la empresa que entregue las 400 millones de dosis como ha acordado", insistió Von der Leyen en su cuenta de Twitter.

Pero Londres insiste en que su país debe recibir primero todas las vacunas que ordenó. En ese caso, las cuentas no cierran y está claro que no hay suficientes dosis para todos.

La Comisión Europea anunció que la salida de inyecciones de su territorio está sujeta a la autorización de exportación.

El presidente ejecutivo del organismo, Valdis Dombrokis, remarcó que "nosotros ya hemos pagado, así que espero que las empresas cumplan con sus compromisos y que todo se haga con la mayor transparencia".

Por su lado, el gigante farmacéutico suizo Novartis firmó un acuerdo preliminar para colaborar en la producción de la vacuna Pfizer, que debe arrancar en el segundo semestre de este año.

Con un 95% de efectividad, ya fue aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y 50 países, pero el problema es que el laboratorio, al igual que la mayoría de producción de vacunas, no llega a cubrir semejante demanda, lo que supone un verdadero y grave trastorno para los sistemas de salud en general, y en los de los países de menores recursos en particular.

Por último, la empresa norteamericana Johnson&Johnson anunció que su vacuna de una sola dosis posee una eficacia del 66% y del 85% para prevenir las formas más graves de la enfermedad, tras ensayos clínicos en 44.000 personas de 8 países.

"Estamos orgullosos de haber superado esta etapa crucial", se regodeó el director general de la compañía, Alex Gorsky.

El grupo se comprometió a enviar 100 millones de dosis a Estados Unidos antes de fin de junio, 200 millones más a la UE antes de fin de año y otros 200 millones a los países en vías de desarrollo a partir de mitad de año.

Es un fármaco que tiene la ventaja de poder almacenarse a temperaturas de refrigerado normal, en lugar de congeladores y se espera que la empresa solicite el permiso de distribución de urgencia en Estados Unidos, la nación más afectada por la pandemia, la próxima semana.

La convertiría así en la tercera vacuna en circulación junto a Moderna y Pfizer-BionTech, lo que constituiría una gran noticia para el flamante presidente, Joe Biden, quien afirmó que su objetivo primordial es tener inyectados a 1,5 millones de habitantes por día.

En este contexto, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, pidió que no se repitan con la pandemia de coronavirus los "errores morales del pasado", por ejemplo con el HIV, y se deje a los países pobres a la espera de que los ricos vacunen a sus poblaciones.

"Si guardamos las vacunas para nosotros, y si no las compartimos, habrá tres problemas principales: uno, un fracaso moral catastrófico; dos, eso permitirá a la pandemia continuar causando estragos; y tres, una recuperación económica muy lenta", advirtió Tedros.

En tanto, Alemania, en donde más de 2 millones de personas padecen coronavirus y casi 57.000 murieron, informó que a partir de mañana prohibirá las entradas por vía terrestre, marítima y aérea de personas procedentes de países fuertemente afectados por las variantes del virus, mientras que Francia hizo lo mismo pero con los países que no integren la Unión Europea.

Del otro lado del Atlántico, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció que los viajeros que ingresen a su país deberán realizarse un nuevo test PCR tras su llegada al país y permanecer al menos tres días en cuarentena en hoteles que abonarán ellos mismos.

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