En la década del noventa, el yoga comenzó como una terapia alternativa para determinadas dolencias físicas y actualmente es uno de los métodos para combatir el estrés y mitigar las responsabilidades diarias que nos afectan. Más allá de las posturas complicadas, es altamente terapéutico y sus maestros buscan nuevas variantes.

Desde los inicios de los años noventa, en la Argentina ha crecido notablemente la práctica del yoga: primero comenzó como una terapia alternativa para determinadas dolencias físicas y ahora es uno de los métodos para combatir el estrés y mitigar las responsabilidades diarias que nos afectan.

Esta práctica física-mental surgió en la India a fines del siglo XVIII y su etimología proviene de la palabra unión y consiste en nueve disciplinas que representan las ramas del árbol del yoga. Más allá de esas posturas que parecen complicadísimas, esta actividad es altamente terapéutica y sus maestros buscan la excelencia y nuevas variantes dentro de los parámetros establecidos.

Tanto que recientemente el Maestro Ramiro Calle, un reconocido pionero de la enseñanza del yoga en España, reeditó su libro “El Faquir” para darle un segundo round a la iniciación mística, orientada hacia el equilibrio que conduce a la meta. Esta obra fue relanzada en Latinoamérica, donde es un éxito, por lo cual en la Argentina se acrecienta el método de Calle.

En diálogo con Domingo Vida, Calle explicó por qué el yoga es tendencia en nuestro país y cuál es su premisa en torno a esta actividad: “El yoga está en una etapa de moda, y eso es bueno porque se difunde, y a la vez malo, porque muchas veces se adultera, distorsiona y se prostituye. Cabe destacar que los primeros en prostituirlo, para mercantilizarlo y rentabilizarlo, fueron aquellos mentores que llegaron a Estados Unidos, muchos de ellos grandes traidores a la esencia del yoga. Hay que velar por el auténtico, que no es una gimnasia exótica, ni contorsionismo barato, ni una práctica para envanecerse, alardear e incrementar el narcisismo, ni un culto ni un deporte. Hoy, al estar de moda, vende, aunque se puede elegir entre la bisutería o pseudoyogas y la joyería o yoga verdadero”.

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Calle hace hincapié, en su obra “El Faquir” en la figura de un funámbulo, es decir un equilibrista que trata de caminar sobre una cuerda o soga sin perder el eje, ya que la vida en sí es una constante búsqueda del equilibrio: “Un funámbulo es el símbolo del equilibrio, es un arquetipo del camino del medio que se aleja de los engañosos extremos, que son trampas o emboscadas. Tiene que estar muy atento y consciente, ser a la vez audaz y cauto, vivir cada momento del presente, desafiar el miedo al vacío, tener autocontrol, cualidades todas que deberíamos desarrollar en la vida diaria, pues ella es como un alambre que se extiende por ochenta o noventa años”.

Según el “Gurú” del Yoga en España y uno de los referentes en América, las personas nos comportamos como funámbulos, por eso en la segunda edición de “El Faquir” da las claves para la resistencia física y mental, mediante los relatos de un hombre que no siente dolor. Pero hay otros motivos por los cuales la reedición de la obra tiene un segundo round y Calle agregó: “Cada día había más solicitudes de personas de la Argentina y varios países de América con respecto a El Faquir y era necesario hacerles la obra más accesible”.

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