Cuando anhelo “equilibrio” estoy programando a mi psiquismo para que me inmovilice limitándome a repetir más de lo mismo de lo mismo. En cambio, con la “armonía” me estoy atreviendo a una evolución continua de mi persona.
Buscar equilibro en las finanzas es algo que está muy bien. No gastar más de lo que ingresa. Allí estamos de acuerdo. Pero en la vida humana… ¡es otra cosa!
La gente suele manifestar que lo que necesita es encontrarse en una situación de equilibrio; equilibrada. Cuando escucho esto, me pregunto ¿qué entenderán por equilibrio?, ¿cuál será su definición de equilibrio? Lo usual es que me respondan que equilibrio es estabilidad, previsibilidad… Pero, cuando algo se halla estabilizado –y por tanto es previsible que así siga– lo que estamos buscando, entonces, es la no acción. Lo que implica mantenerse detenido, sin lo necesario para evolucionar como persona y conseguir relacionarse adecuadamente con el ámbito sociocultural. Si. Equilibrio implica no avanzar. Vivir frustrado, por lo tanto.
Pregunté a la Inteligencia Artificial qué es equilibrio y me respondió: “El equilibrio es la capacidad de un sistema, ya sea un cuerpo físico, un sistema biológico o un conjunto de fuerzas, para mantenerse en un estado estable frente a las perturbaciones. Se manifiesta como la estabilidad al mantenerse en pie en movimiento o reposo, la estabilidad de un objeto cuando las fuerzas opuestas se contrarrestan, o un estado de armonía y mesura en contextos simbólicos y sociales.”
Interesante como la Inteligencia Artificial puede sintetizar la explicación de “equilibrio” en la primera frase, para ingresar en un entramado de contradicciones luego. Por un lado, refiere a “la estabilidad”, o sea el “no movimiento” dado que “las fuerzas opuestas se contrarrestan.” Lo que lleva a detenerse, No hay acción evolutiva posible. Pero, de inmediato, refiere a “estado de armonía” que es, precisamente, lo opuesto a equilibrio. Lo que las personas debieran anhelar para asegurar su evolución permanente –lo que el sabio Carl Gustav Jung (1875/1961) denominó “Sendero de Individuación” a través del cual cada quien se convierte en único e irrepetible y no meras copias de los deseos ajenos– es vivir en armonía. Armonía es el continuo fluir de diferentes fuerzas que motivan decisiones, creatividad… o sea: movimiento y evolución.
Quien hace una precisa definición sobre el equilibrio es el Diccionario de la Real Academia Española, cuando explica: “Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente. ”
No es necesario reflexionar mucho para entender que si las fuerzas intervinientes se destruyen mutuamente lo logrado es aquello que conduce a la desaparición absoluta. Lo que se conoce como la muerte. Donde hay equilibrio es, por ejemplo, en un cadáver. Y hasta tendremos que ser más precisos: hay equilibrio en el hecho de la existencia de un humano que ha fallecido. Hasta allí. Porque en el cadáver mismo la Naturaleza genera armonía provocando los procesos de descomposición. Es que la Naturaleza misma –para poder serlo, al igual que el Universo todo– utiliza para su evolución la armonía y jamás el equilibrio.
Lo explica de manera muy concreta Ilya Prigogine (1917/2003), Premio Nobel de Química 1997, en su libro `El fin de las certidumbres` (1996), cuando señala; "Nuestro ecosistema se mantiene alejado del equilibrio -lo que permitió que la vida se desarrollara en la Tierra - debido al flujo de energía procedente de reacciones nucleares en el interior del Sol. El alejamiento del equilibrio conduce a comportamientos colectivos, a un régimen de actividad coherente, imposible en estado de equilibrio".
El término proviene del griego ρμονα (armonía), que significa el instante en que se produce un ajuste o una conexión adecuada que genera situaciones nuevas y que, en lo que hace a lo humano, exige creatividad. Puede aplicarse a cualquier ámbito en la medida que lo buscado sea una combinación agradable y coherente de los elementos intervinientes, de manera que den lugar a una situación nueva y diferente. En su expresión griega armonía puede entenderse, también, como “juntura” y “ensamble”; o sea, inequívocamente, conduce a la idea de la producción de situaciones nuevas y diferentes. Uno esto con aquello y aparece algo nuevo que da lugar a una situación inédita.
Ensamblo esto, aquello y lo otro y también surge un movimiento diferente. Ya hace 2.500 años el filósofo Aristóteles entiende que la armonía es la proporción adecuada de los elementos en un todo. Describe la armonía como aquello que participa de la naturaleza de los dioses, de la naturaleza de lo bello y de todas las cosas excelsas. Es decir, tiene la característica de ser creativa. Tampoco aquí hay referencia alguna a lo que queda fijo.
El ”I Ching” – varias veces milenario texto sapiensial chino de procedencia taoísta – tiene un apartado especial para “La Armonía”. Allí se lee: “La Armonía. Lo pequeño se va y lo grande viene, Es propicio. Expansión.” Es simple notar en estas palabras el criterio de algo que está en permanente evolución y para nada en inmovilidad. Agrega para disipar cualquier duda posible: “El cambio es la gran constante del Universo ”.
Es fundamental comprender esto. Porque cuando anhelo “equilibrio” estoy programando a mi psiquismo para que me inmovilice limitándome a repetir más de lo mismo de lo mismo. En cambio, si la búsqueda está en la “armonía” me estoy atreviendo a recorrer el camino de mi existencia haciéndolo una evolución continua de mi persona.
Es muy importante tener en cuenta lo que significan las palabras que utilizamos pues ellas van condicionando –de manera inconsciente– nuestras decisiones.
De la misma manera en que se ha generalizado el uso del término “charla” para referirse a una conversación, una conferencia o una mesa redonda. Sin tener en cuenta que como bien lo señala el Diccionario de la Real Academia Española “charla es una conversación sobre temas triviales e intrascendentes.”
Dicho de otra manera: una manera de estar perdiendo el tiempo. ¡Justo lo único que no hay forma alguna de recuperar!
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, parapsicólogo, filósofo e historiador. “Atrévete a vivir en plenitud” es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com