El autor señala que la existencia de agua en la Luna no es un tema menor y que formas de vida originadas allá, también es un asunto de enorme importancia.

Ha llamado especialmente la atención el hecho de que, hace alrededor de un par de años, a raíz de las espacionaves automáticas enviadas por China y la India a la Luna, se haya difundido que existe agua en la superficie de nuestro satélite natural.

Concretamente, la sonda Chang 39" halló una reserva de agua en la región de la Luna que permanece siempre oculta desde la tierra, de varios millones de toneladas. A la vez, si el agua está presente –en la condición que sea– implica que también hay hidrógeno y oxígeno; ambos esenciales para la vida, al menos tal como la conocemos en la Tierra.

No hemos sido pocos quienes manifestamos que la existencia de agua en la superficie selenita tiene que haber sido conocida desde hace décadas, teniendo en cuenta de la cantidad de aparatos terrestres que fueron enviados a investigar. ¿Cómo es que hace tan poco tiempo se informa de tan importante acontecimiento? Si hay agua, si hay hidrógeno y oxígeno… ¡las posibilidades de que existan formas de vida lunares se hacen muy factibles! Sea en lo profundo de los cráteres o en regiones especiales. Pero podría existir vida en la Luna. Algo que –parecía– estaba descartado desde siempre.

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Empero, poniéndonos a investigar la Historia de la Astronomía, encontramos que no era así. Al contrario, prestigiosos científicos opinaron en el sentido de que – o más probable– era que en la Luna existiera vida autóctona; esto es, surgida y desarrollada en la superficie selenita.

Así encontramos que, en diciembre de 1966, el biólogo y bioquímico soviético Alexander Oparin (1894/1980) escribió en el diario soviético Moskovski Komsomoltz, lo siguiente: “Las primeras formas de vida aparecieron en la Tierra y en la Luna, ya como resultado de las actividades volcánicas, ya traídas por meteoritos. La primera forma de vida apareció como evolución de los carburos, y su estadio originario debe de ser universal. Ciertas formas de vida pueden haberse adaptado a las rigurosas condiciones existentes en la Luna, hundiéndose muy profundamente en el subsuelo donde las variaciones de temperatura son menores y donde es probable la existencia de agua. Las profundidades defenderían a los organismos vivientes incluso a las radiaciones”.

Alexander Ivánovich Oparin fue una de las más importantes figuras del campo de la Ciencia, que hubo en el siglo XX, dedicadas al estudio del origen de la vida. Biólogo y bioquímico realizó importantes avances conceptuales con respecto al origen de la vida en el planeta Tierra. En 1970 fue elegido presidente de la Sociedad Internacional para el Estudio de los Orígenes de la Vida (International Society for the Study of the Origin of Life).

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No fue el único. En octubre de aquel 1966, un grupo de científicos de la NASA afirmaba, durante una conferencia de prensa, celebrada en Langley (Virginia, Estados Unidos), que las fotografías de la superficie lunar obtenidas por las naves automáticas, habrían “dado indicios según cuales la Luna podría tener formas de vida mucho mayores de lo que se creía”. ¿A qué estaban refiriéndose estos astrónomos? Eran los resultados de lo obtenido, en junio de ese 1966, por el Surveyor 1, sonda que posó suavemente sus tres patas en la Luna transmitiendo miles de fotos y valiosos datos sobre las características geológicas. Tiempo después, Surveyor 3 también descendió amortiguadamente consiguiendo analizar la composición del suelo lunar y midiendo su solidez.

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Algo que nunca aclararon con precisión los estudiosos fue qué había en aquellos datos que los llevaron a señalar que la perspectiva de vida auténticamente lunar era muy probable.

Y hubo más, ya que el profesor Athos Goidanich (1905/1987), biólogo y entomólogo, por entonces director del Instituto de Entomología de la Universidad de Turín (Italia), en enero 1967, explicaba: “La falta de atmósfera en la Luna no excluye la presencia de vida de microorganismos. Vemos que en la Tierra hay muchos que viven en ausencia de oxígeno, ´enhebrados´ en la corteza terrestre, y que han sido catalogados precisamente entre los anaerobios. Viven en un ambiente asfíctico, y extraen los alimentos que les son necesarios por medio de la transformación de la materia que se halla en torno a ellos”.

“Por tanto -agrega Goidanich-, en la Luna podría haber también una vida anaeróbica si no existe atmósfera o esta no es adecuada. Conviene no olvidar que los microorganismos saben obtener oxigeno descomponiéndose en las sustancias orgánicas, lo cual les permite crear aire respirable donde falta este. Vemos que también hay organismos que consumen parte de ellos mismos, de su propio protoplasma, para crear ese oxigeno que resulta indispensable en otros puntos de su organismo.

Luego, por décadas, la idea que prevaleció es que en la Luna –carente de atmósfera– no existe posibilidad de vida autóctona de ningún tipo. ¿Por qué se descartó tan de plano lo que otros científicos habían indicado con elementos suficientes como para una indagación exhaustiva, antes de ir por la negativa contundente?

El 7 de noviembre de 2022, la página oficial de la NASA publicó un trabajo titulado “La Luna, un faro para la exploración espacial”, que comenzaba con: “No hay vida en la Luna y tampoco se han encontrado señales de vida antigua…” Curiosamente –y lo expresamos así de manera irónica, por supuesto– la nota fue quitada y ya no está disponible para su lectura. ¿Por qué? Queda el interrogante.

Como si fuera poco, durante el año 2023, Prabal Saxena, experto en investigaciones planetarias, que se desempeña en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, realizó declaraciones sosteniendo que existe la posibilidad de que haya vida microbiana en entornos tan hostiles como los de la Luna. "Una de las cosas más sorprendentes que ha descubierto nuestro equipo es que, dadas las recientes investigaciones sobre los rangos en los que puede sobrevivir cierta vida microbiana, puede haber nichos potencialmente habitables para esa vida en zonas relativamente protegidas de algunos cuerpos sin aire", comentó.

Para toda mente de pensamiento racional reflexivo queda flotando la duda sobre qué hay de verdad y qué se estaría ocultando sobre la existencia de vida autóctona en la Luna. Lo mismo que ha ocurrido con la cuestión de la existencia de agua, reconocida muy recientemente.

Efectivamente, fue en febrero de 2023 cuando la NASA comunicó que en el satélite natural de la Tierra existen grandes reservas de hielo. Además, de en lo profundo de los cráteres, también hay agua en las regiones polares de la Luna

Aclaró la NASA que la sonda automática Lunar Prospect encontró agua a finales de la década de 1990 y que existen depresiones más pequeñas y menos profundas en las mismas regiones polares que podrían ser lo suficientemente frías como para retener hielo durante miles o millones de años.

Si ya se conocía la existencia de agua en la superficie de nuestro satélite natural en la última década del siglo XX, ¿por qué no se dio a la noticia la difusión suficiente? Agua en la Luna no es un tema menor. Formas de vida originadas allá, también es un asunto de enorme importancia.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo, historiador y escritor. “Qué hay detrás de los OVNIS?”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com

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