La física cuántica permite asegurar que la obtención de información sobre acontecimientos futuros es innegable y avala toda la experimentación que los parapsicólogos realizan desde hace un siglo, señala el autor.
¿Sirven algo nuestros presentimientos?, es la pregunta que recibí hace días al concluir una de mis conferencias en la 49 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La respuesta, por supuesto, fue afirmativa; pero siempre y cuando sepamos que camino debemos tomar para el uso correcto de estos fenómenos parapsicológicos.
Cotidianamente, sin darnos cuenta, desatendemos cantidad de señales que nos envía el psiquismo inconsciente así como lo extrasensorial, sin advertir que ocurren hechos –sueños, premociones, precogniciones– que nos informan sobre acontecimientos que habrán de suceder. He llamado a estos hechos “señales del destino.”
El interés manifestado por el público sobre estos temas me indica que es necesario profundizar tales acontecimientos para aclarar el panorama. Y eso es, precisamente, lo que me propongo realizar ahora.
¿Cuántas veces decimos que “hace dos o tres días me imaginé que iba a ocurrir tal cosa” …, y luego eso terminó ocurriendo tal como había sido imaginado? Sin embargo, nada hicimos para que este presentimiento nos reportara beneficios. En términos parapsicológicos, esa señal –considerando algo tan natural en el común de la gente– es un fenómeno extrasensorial de precognición.
La precognición es el conocimiento cierto de un hecho futuro que no puede ser determinado por deducción, razonamiento o inferencia lógica. Dicho de otra manera: algo imposible de predecir en términos normales.
La pregunta que yo planteo es la siguiente: ¿Por qué si estamos capacitados para percibir (aunque sea de vez en cuando) informaciones acerca de los que habrá de suceder, no prestamos la debida atención a eso? Es obvio que esto puede permitirnos una vida más agradable y llena de posibilidades nuevas. A la vez está claro que los condicionamientos psicosociales –que vienen desde hace milenios en la cultura Occidental– se han ocupado de hacernos creer que tales cosas no existen, que son pura fantasía o afirmaciones de charlatanes.
De esa forma lo que se consiguió es que hayamos hecho a un lado un aspecto de nuestra condición humana como lo es el factor parapsicológico. Claro que siempre se está a tiempo de revertir esto. Depende, esencialmente, de lo que –al respecto– decida hacer cada uno de nosotros.
Si recorremos la Historia de la Humanidad, habremos de enterarnos que Sócrates –el eminente filósofo griego– no vacilaba en afirmaba que jamás ignoraba el llamado de lo que él denominó “las voces interiores” que indicaban cómo debía encarar el diario vivir.
¿Cómo podemos sacar provecho a estos mensajes que nos llegan hoy sobre cuestiones que habrán de sucedernos en el futuro? Esencialmente debemos estar sensibles, atentos, dispuestos a tenerlos en cuenta. La base consiste en estar armonizados y lograr la liberación de nuestra mente. La relajación, consecuencia de un trabajo cotidiano de control mental, abre el campo de las posibilidades.
Veamos tres posibilidades para tener en cuenta:
1) Durante el sueño suele producirse el conocimiento vago de un hecho futuro. Esto es, precisamente, la premonición que se diferencia de la precognición por esa condición difusa, imprecisa, del mensaje. Pueden estar allí las respuestas a algunos problemas que nos aquejaban durante el día. Si al despertar recodamos algo vinculado con situaciones que nos preocupan, prestemos atención y busquemos qué nos está transmitiendo nuestro psiquismo inconsciente.
A tal punto intervienen aspectos parapsicológicos en los sueños que el sabio y notable investigador de lo humano que fue Carl Gustav Jung (1875 1961) en su clasificación de los sueños, pone dos ítems muy concretos. A uno los llama “sueños parapsicológicos” que pueden ser telepáticos, clarividentes o precognitivos. O otros “sueños proféticos” incorporando en estos a cuando una persona sueña algo que hace al futuro de su familia, del grupo social a que pertenece o, directamente, a un pueblo.
2) Una sensación nos invade con certeza absoluta acerca de la forma en que debe hacerse una determinada cosa. Se trata de la intuición. El ejemplo clásico es el de la persona que tiene fijada una cita y en el momento de ir “siente” que la otra no ocurrirá. Luego, así ocurre. En este caso nos estamos refiriendo a la intuición que también es algo innato a la condición humana pero que no surge del factor parapsicológico sino del psiquismo mismo.
3) Mientras alguien se encuentra ocupado en una determinada actividad, repentinamente aparece en su mente una imagen sobre algo futuro. Se presenta con absoluta claridad y no hay dudas de que todo sucederá de la manera que lo imaginó. Es el fenómeno de precognición. Podemos definirlo como el conocimiento cierto de un hecho futuro obtenido extrasensorialmente.
Muchos de estos hechos, aunque aceptados e investigados con metodología científica por la Parapsicología, seguían estando en franca controversia. Tras los hallazgos recientes de la Física Cuántica la posibilidad de que aspectos del futuro puedan ser obtenidos en el presente nuestro, se convirtió en hecho concreto. A punto tal que el hallazgo de las llamadas “partículas acausales” –comprobadas en los super aceleradores de partículas– son elementos que desaparecen en nuestro presente… ¡pero que aún no han nacido!; recién habrán de hacerlo en un futuro. Se desplazan en el tiempo en forma inversa a lo conocido: del futuro al pasado. Con lo que la obtención de información sobre acontecimientos futuros se convierte en algo innegable y avala toda la experimentación que venimos haciendo –desde hace un siglo– los parapsicólogos.
Por todo esto, aprender a detectar y utilizar las “señales” que nos envía el futuro es algo muy conveniente de implementar.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, parapsicólogo, filósofo e historiador. “Atrévete a vivir en plenitud”, es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com