La autora propone -basada en un libro de Rhonda Byrne- "hacer de la gratitud un hábito consciente, una forma de mirar. Y, cuando lo hacemos -señala-, lo ordinario empieza a volverse extraordinario".
Hay días en los que todo parece un poco gris. En los que nos levantamos cansadas, el mate se enfría antes de tomarlo y aparecen todas las cosas que tenés que hacer y no querés. Y ahí, justo ahí, donde la mente empieza a quejarse y el cuerpo se tensa, tenemos la posibilidad de elegir. Elegir mirar diferente. Elegir agradecer.
Hace unos meses, leí (y puse manos a la obra) el libro La Magia de Rhonda Byrne, y aunque ya había escuchado mil veces sobre "el poder de la gratitud", fue recién entonces cuando entendí que no se trataba de repetir palabras bonitas o hacer una lista mecánica. Se trataba de una práctica viva, un modo de habitar la realidad que cambia todo. Byrne propone algo tan simple como poderoso: hacer de la gratitud un hábito consciente, una forma de mirar. Y, cuando lo hacemos, lo ordinario empieza a volverse extraordinario.
Muchas veces creemos que agradecer es algo que llega después: "voy a agradecer cuando las cosas salgan bien", "cuando tenga más dinero", "cuando encuentre el amor que busco". Pero lo que Rhonda Byrne nos recuerda es que la gratitud no es una consecuencia, es una causa. Es la energía que abre el camino para que las cosas buenas lleguen, porque donde hay gratitud no puede haber carencia.
Cuando agradecemos, nuestra atención cambia. En lugar de ver lo que falta, vemos lo que ya está. Y al hacerlo, vibramos diferente. No desde la necesidad o la queja, sino desde la abundancia que ya somos. Esa vibración, esa frecuencia o, como diría Byrne, es la que atrae más de lo mismo.
No se trata de negar lo que duele o forzarnos a estar bien, sino de elegir conscientemente un punto de enfoque. Agradecer el aprendizaje, el proceso, la oportunidad de crecer. Porque incluso en lo que parece adverso, hay algo que nos está sosteniendo, enseñando, moldeando.
Byrne nos invita a usar las palabras "gracias, gracias, gracias" como un mantra. Parece algo tan pequeño… y, sin embargo, su efecto es inmenso. Cada vez que decimos "gracias", nuestro cuerpo responde. El corazón se abre, la mente se calma, y la energía cambia de dirección.
Podés probarlo ahora: pensá en algo que des por sentado una amiga que siempre está, tu casa, tus manos, el aire que respirá y repetí internamente "gracias, gracias, gracias". Notá lo que pasa. Hay algo que se acomoda adentro, una sensación de expansión, de paz, de conexión.
Cuando sentimos gratitud, emitimos una señal poderosa al Universo. Es como si dijéramos "más de esto, por favor". Y la vida responde. No porque sea magia en el sentido de truco o ilusión, sino porque es la magia más pura: la de la conciencia.
La meditación produce comprobados beneficios
Una de las cosas que más me gustó del libro es su invitación a integrar la gratitud en los pequeños gestos del día. Podemos empezar desde la mañana: Gracias por este nuevo día. Gracias por mi cuerpo, que me sostiene. Gracias por el agua caliente, por el desayuno, por mis hijos, por mi respiración. Y seguir durante el día: Gracias por este cliente que confía en mí. Gracias por la oportunidad de aprender algo nuevo. Gracias incluso por el desafío, que me invita a crecer.
Es increíble cómo cambia todo cuando ponemos intención en agradecer. No es un ritual complicado ni requiere tiempo extra. Es simplemente una forma de recordar que estamos vivas, que hay más bien del que solemos notar.
En La Magia, Byrne propone escribir cada día diez cosas por las que estamos agradecidas (ella las llama bendiciones). Al principio puede parecer difícil, sobre todo si estamos pasando un momento de estrés o tristeza. Pero cuando lo hacemos con constancia, algo se despierta. Empezamos a notar cosas que antes pasaban desapercibidas: la sonrisa de un desconocido, el olor a lluvia, una canción que nos levanta el ánimo. La vida empieza a tener textura, color, sentido.
Hay algo aún más profundo en la práctica de la gratitud: aprender a agradecer incluso lo que todavía no se manifestó. Cuando decimos "gracias" por algo que deseamos como si ya fuera real, le damos vida. Byrne lo llama la gratitud anticipada, y es una herramienta poderosísima para manifestar. Por ejemplo: Gracias por la salud que mejora cada día. Gracias por la paz que siento en mi corazón. Gracias por las oportunidades que llegan a mí fácilmente. No se trata de engañarnos, sino de alinearnos con la energía de aquello que queremos atraer. Porque si todo en el universo responde a vibraciones, ¿qué frecuencia creés que emite la gratitud? Una muy alta, luminosa, magnética.
No somos malas personas por quejarnos. La mente humana tiende naturalmente a enfocarse en lo que falta, en lo que podría salir mal. Es una forma de protegernos, de sobrevivir. Pero cuando vivimos desde ahí, terminamos agotadas, vacías, desconectadas de la magia de la vida.
La gratitud es el antídoto. No elimina los problemas, pero cambia nuestra relación con ellos. Cuando elegimos agradecer, lo que antes parecía un obstáculo puede volverse un maestro. Lo que antes dolía, puede empezar a sanar. Byrne dice: "Cuando estás agradecido, el miedo desaparece y la abundancia aparece". Y tiene razón. Porque no podemos sentir miedo y gratitud al mismo tiempo. Uno excluye al otro.
Así que cada vez que sientas ansiedad, preocupación o enojo, probá con esto: Respirá profundo. Cerrá los ojos. Y repetí mentalmente: "Gracias, gracias, gracias". Aunque no sepas muy bien por qué estás agradeciendo, dejá que esas palabras te abran el pecho. Es un acto de fe, de confianza, de entrega. La gratitud como forma de amor. Para mí, agradecer es una forma de amar.
Es reconocer que todo lo que nos rodea: personas, experiencias, lugares. Es parte de un entramado perfecto que sostiene nuestra existencia. Cuando agradecemos, nos volvemos más compasivas, más presentes, más humanas. Empezamos a mirar con ternura, incluso lo difícil. Empezamos a ver belleza en lo simple.
Y eso, creo, es la verdadera magia: darnos cuenta de que ya tenemos tanto. Que la vida no nos debe nada, que todo lo que llega o incluso lo que no entendemos tiene un propósito profundo. La gratitud nos ancla al presente, y al mismo tiempo nos abre al milagro. Es el puente entre lo que somos y lo que soñamos ser. Así que hoy, mientras leés estas líneas, te invito a hacer una pausa. Mirá alrededor.
¿Podés encontrar al menos una cosa por la que dar gracias? Quizás sea el silencio de este momento, el techo sobre tu cabeza, la risa de alguien que amás. Sentila, aunque sea por unos segundos. Eso que sentís… esa expansión… es la magia. Con amor, Romi.
Romina Atencio es coach y mentora de mujeres y parejas. Correo electrónico [email protected]. Instagram: @diosaalmica. YouTube: @rominaatenciocoaching.
comentar