El autor es, además de un destacado profesional, uno de los pioneros del estudio de la Parapsicología en la Argentina y cuenta, en primera persona, el origen de la celebración de esta fecha.

¿Por qué el 4 de setiembre es, en nuestro país, el “Día del Parapsicólogo Argentino”? La respuesta es simple y sencilla: fue en esa fecha de hace ya 43 años cuando se inauguró el Primer Congreso Argentino de Parapsicología.

Las sesiones tuvieron lugar del 4 al 6 de setiembre de 1981, en la ciudad de Buenos Aires, organizado por el Grupo de Estudios e Investigaciones en Parapsicología (GUEIP) – antecesor de la actual Asociación argentina de Parapsicología (AAP) – con un notable suceso ya que convocó más de mil asistentes, incluyendo delegaciones que llegaron de Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay; esta última encabezada por el Prof. Dándolo Torri Pace.

Durante esas tres intensas jornadas se debatió –por vez primera tanto en la Argentina como en toda América Latina– la realidad de esta ciencia humanística que es la Parapsicología y que, de no tenerla en cuenta, se hace imposible conocer –en totalidad– la condición humana.

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Documento de Buenos Aires

De las sesiones de este congreso surgió el llamado “Documento de Buenos Aires”, donde se sostiene que la Parapsicología es aquella ciencia (o disciplina humanística) que tiene por objeto de estudio al factor por medio de los cuales nos comunicamos sin intervención de los cinco sentidos (fenómenos extrasensoriales: clarividencia, telepatía y precognición) y actuamos en el mundo exterior sin intervención de la fuerza muscular (psikinésis; hasta entonces llamada “telekinesis” o “psicokinesis.”)

Sin dudas, este encuentro marcó un antes y un después tanto en la difusión como en la enseñanza y la investigación parapsicológica. Los participantes coincidieron en destacar que la Parapsicología es una materia que debe enseñarse en el ámbito universitario y ser investigada siguiendo el marco general que ofrece la Ciencia.

Téngase en cuenta que el congreso fue auspiciado por la Universidad Argentina John F. Kennedy, en aquellos días dirigida por el filósofo Prof. Dr. Miguel Herrera Figueroa –quien participó de las sesiones– que tenía una cátedra universitaria de Parapsicología y era materia obligatoria para graduarse como psicólogo.

A quien escribe estas líneas le cupo el honor de haber sido elegido –de manera unánime– como presidente. Fue vicepresidente el reconocido intelectual Dr. Juan-Jacobo Bajarlía, ocupando la secretaria general el licenciado en Psicología Eduardo Alonso Beroiz.

Padre Oscar González Quevedo (1930-2019)

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Padre Oscar González Quevedo (1930-2019)

Padre Oscar González Quevedo (1930-2019)

Fue la única ocasión en que dos notables sacerdotes jesuitas y parapsicólogos expusieron en un encuentro de esta índole. Nos referimos al afamado Dr. Oscar González Quevedo, que llegó especialmente desde Brasil donde dirigía el Centro Latino Americano de Parapsicología y el Lic. Enrique Novillo Paulí, director del Instituto de Parapsicología de la Universidad del Salvador y discípulo del pionero en esta materia, Dr. Joseph Banks Rhine, quien enseñaba en la Universidad de Duke, en Estados Unidos.

Novillo Paulí hizo una interesante disertación sobre los experimentos, que él mismo dirigió, que demuestran la acción del factor parapsicológico que tenemos los humanos para influir sobre objetivos vivientes. Tanto para favorecer el crecimiento de semillas como para ayudar en la cicatrización de heridas en animales de laboratorio. Sus palabras sorprendieron en grado sumo al auditorio pues demuestran las capacidades de sanación, a distancia, con que contamos los humanos y que, aún hoy, han sido desatendidas por la ciencia académica. ¿Hay alguna relación entre esto y el poder curativo de la oración, sobre lo que se ocupara en su momento el Premio Nobel Alexis Carrell?

No se detuvo allí este sacerdote jesuita, filósofo y parapsicólogo, pues avanzó con el siguiente análisis: “Si hemos demostrado en laboratorio que la fenomenológica parapsicológica prescinde del tiempo, de la distancia y de la materia, ¿Cómo debe definirse esto? Pues muy sencillo. Busquen ustedes –enfatizó dirigiéndose a los 1.200 presentes– la definición de espíritu en el diccionario? Encontrarán que esas son las características del espíritu. Por lo tanto, lo que los parapsicólogos investigamos – el objeto específico de estudio que tenemos –es nada menos que el espíritu. ¡Los parapsicólogos demostramos que el espíritu existe y por eso es que encontramos tanta resistencia en el reconocimiento de nuestro trabajo!”, terminó diciendo.

El padre González Quevedo realizó tres exposiciones: “La posesión demoníaca a la luz de la Parapsicología”, “El fenómeno de aporte” y “Los curanderos de Brasil y Filipinas.”

El cofundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Dr. Arnaldo Rascovsky disertó sobre los aspectos telepáticos en la relación materno-filial. El Dr. Samuel Tarnopolsky, presidente de la Asociación Para el Estudio Comparado de las Medicinas, se refirió a los fenómenos parapsicológicos que tienen lugar en las actividades que hacen los llamados “curanderos” o “sanadores.”

Expusieron, también, el doctor Roberto Banchs y el Prof. Abraham Haber, experto y pionero en la Argentina, sobre vida y obra de Carl G. Jung Especial atención merecieron las propuestas del Prof. Dr. Aldo E. Imbriano, Decano de la Universidad Argentina John F. Kennedy y presidente de la Asociación Argentina de Ciencias Psicofisiológicas explicó las relaciones entre la Neurología y los hechos parapsicológicos.

El Prof. Dr. Eduardo Mas Colombo se refirió a investigaciones realizadas sobre cómo actúa lo extrasensorial en psicóticos. Un asunto relevante y nada estudiado por aquellos días.

El Dr. Fiz A. Fernández, de la Cátedra de Historia de la Medicina de la Universidad de Buenos Aires, habló sobre las concepciones orientales (específicamente de la India) de los temas parapsicológicos.

El Dr. Herminio Castellá presentó un atractivo trabajo sobre fenómenos extrasensoriales y psikinéticos ocurridos en pacientes durante el momento de la agonía. Otro aspecto que debería seguir siendo indagado pues poco o nada se conoce sobre ese estando psíquico especial y único que es el trance entre los últimos momentos de vida y el desencarnar. Algo que, conviene recordar, interesó mucho a los metapsiquistas (precursores de la Parapsicología) en la Europa de fines del siglo XIX.

Otra de las disertaciones que generó gran interés fue la del Prof. Dr. Vicente Rubino –doctor en Medicina y doctor en Psicología– dado que hizo una interesante participación de la vida y obra de Carl G. Jung – quien fuera a mediados del siglo XX el psiquiatra más prestigioso de toda Europa –en virtud de sus investigaciones en Parapsicología avanzando sobre las artes mánticas o adivinatorias como el I Ching, el varias veces milenario texto chino cuyo funcionamiento sólo puede entenderse a través de la intervención del factor parapsicológico.

Concluidas las sesiones y cerrado el encuentro, Oscar González Quevedo afirmó: “De todos los congresos a que asistí –y he concurrido a casi todos los realizados en los últimos 20 años, en todo el mundo–este es el más serio y científico.” Por su parte, Novillo Paulí reafirmó esas palabras, felicitando a los organizadores por haber sabido poner a la Parapsicología en el lugar que le corresponde, lejos del charlatanismo, el engaño fácil y las confusiones que son tan usuales.

Quedó, asimismo, muy claro, que aquella idea de convertir a lo parapsicológico en una rama de la Psicología es un planteo superado. Ni la Psicología está interesada en recibir un agente extraño como le sería lo extrasensoreo, ni la Parapsicología –a pesar de su interdisciplinariedad– desea ser cobijada por ninguna otra disciplina. Ni la Psicología, ni la Medicina, ni la Biología, ni la que fuere.

Hubo .no obstante– por aquellos tiempos, unos pocos que siguieron sosteniendo que la Parapsicología es una rama de la Psicología. Mas entendemos que esto fue resultado de que seguían adhiriendo a una postura que tuvo muchos adeptos a comienzos del Siglo Veinte, pero que –tras las investigaciones modernas– quedó descartada. En este sentido conviene recordar que el mismo Sigmund Freud padre de la moderna Psicología de lo Inconsciente y del Psicoanálisis– ya comprendió esto, cuando escribió que “los llamados fenómenos ocultos (como se les decía entonces) deben ser estudiados por personas que se encarguen de ello” y que ningún aporte al respecto podía hacerse desde el Psicoanálisis.

Finalmente se concluyó lo siguiente:

1) Como Ciencia, la Parapsicología debe dejar de ser materia en manos de aficionados o de instituciones privadas sin recursos suficientes, tanto materiales como intelectuales, y debe tener cabida en la Universidad.

2) Es imposible, ya, en virtud de las investigaciones realizadas en todo el mundo, negar que el ser humano está dotado con una “factor” que le permite producir los llamados “fenómenos parapsicológicos”.

3) Un parapsicólogo es un profesional universitario, especializado en la materia, que realiza investigaciones y estudios a fin de arrojar nueva luz –luz científica– sobre esta problemática que hace a la esencia de la condición humana.

4) Todos los humanos tenemos facultades parapsicológicas, que suelen manifestarse de manera espontánea y errática. Cuando menos nos lo esperamos. También es objetivamente correcto afirmar que hay personas que tienen esta fenomenología mucho más habilitada por lo que pueden tener –con notable frecuencia– fenómenos extrasensoriales: telepatía, clarividencia, precognición. La labor de la Parapsicología es desentrañar los mecanismos que rigen a estos fenómenos.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis y actual presidente de la Asociación Argentina de Parapsicología. www.antoniolasheras.com

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