No fue River, y ninguno de los tantos brasileños que estaban con chances de ser rivales de Boca en el cruce por los octavos de final de la Libertadores. Al final el sorteo determinó que el equipo de Guillermo Barros Schelotto reciba a Libertad el 8 de agosto y visite el 30 del mismo mes a un rival aceptado con cierto alivio en el mundo boquense.
Esa percepción de que Libertad es un rival con buenas chances de ser superado, Boca lo tendrá que demostrar en la cancha luego de transitar un camino lleno de malos resultados y pobres rendimientos, tanto que necesitó de una victoria de Palmeiras, para hacer valer su triunfo contra el eliminado Alianza Lima, y así instalarse entre los segundos, con un récord muy pobre, donde salvo ante Colo Colo y Estudiantes está en desventaja de localía con el resto de los equipos.
La primera fase de Libertad fue muy efectiva y no dejó dudas. Los paraguayos además de ganar el grupo fue el tercer mejor equipo de los clasificados y sólo perdió un partido, fue en la altura ante The Strongest por 3 a 1. Luego ganó cuatro partidos e igualó el restante; con 10 goles a favor y 4 en contra. Es decir que si Boca se olvida de este camino que hizo el equipo paraguayo es posible que tenga problemas.
El Mellizo sabe que necesita dar un salto de calidad y busca reforzar el equipo en lugares claves. Fernando Gago y Darío Benedetto son a esta altura dos refuerzos de lujo tras volver de sus lesiones, mientras busca un arquero, dos centrales y un volante central por las dudas que el colombiano Wilmar Barrios decida irse.
La Copa es el gran objetivo para el equipo de Guillermo en lo que resta de 2018. La definición empezó con un “buen” sorteo, pero no más que eso. Boca necesita dar un salto de calidad para tener chances y no quedarse otra vez en el camino.
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