Pasaron algunas semanas desde que Juan Martín Del Potro se despidió –de momento– del tenis profesional frente a Federico Delbonis en el Abierto de Buenos Aires.
La actual situación del ex Nº3 del mundo fue uno de los temas que se tocó en "En Primera Persona", su última entrevista con su colega Mariano Zabaleta.
La entrevista con Juan Martín Del Potro dura aproximadamente 50 minutos es comandada por el actual vicepresidente de la Asociación Argentina de Tenis y producida por Martín Seipel para la plataforma Star+.
“Por supuesto que me gustaría tener varios hijos en unos años, ahora mismo no es el momento. Muchas veces lo pienso y me digo a mí mismo: Me tengo que curar la pierna de la manera que sea, ¿cómo no voy a poder ir a andar en bicicleta con mi hijo? ¿O a jugar al tenis? Quiero ser un padre activo. Lo que sí tengo claro es que me gustaría vivir en Tandil, esa imagen la sigo teniendo idealizada en mi cabeza”.
"Después de la ceremonia y la cena del torneo, recuerdo que me llamó Justin Timberlake y me invitó a una fiesta privada. Allí estaba todo Hollywood, cantantes, actores, gente famosa… pero de repente el más importante era yo. Tengo grabada la imagen de LeBron James pidiéndole permiso a los guardias de seguridad para sacarse una foto conmigo”.
“Cuando le ganamos en semifinales a Reino Unido le solicité a Daniel Orsanic una reunión con él y el resto de los jugadores. Les expuse todo lo que habíamos hecho bien y lo que habíamos hecho mal en las otras finales que habíamos disputado. Les dije que nosotros éramos quienes más necesitábamos la Copa, pero teníamos que pensar en el tenis. Lo chicos se lo tomaron muy bien. Al final, en Glasgow ganamos por Guido Pella y Leo Mayer, más allá del partido que yo le gané a Murray. En Zagreb ganamos gracias a Federico, que fue quien ganó el último punto. Yo no tendría una Ensaladera si no fuera por Fede. Cuando volvimos de ganar la Davis dije: 'Acá está la copa, ahora voy a dormir tranquilo'. Pero para llegar a eso tuve que atravesar un camino de sufrimiento y cosas feas”.
“Cuando mi papá estaba enfermo yo pasaba cada noche en la puerta del hospital. Era la época del Covid-19, tenía que ponerme tres pares de guantes, mascarillas, incluso bolsas en los pies. Todo para verlo a dos metros de distancia o a veces a través de un cristal. Me quedó la espina de no poder llevar a mi papá al US Open, a Wimbledon y que puedan conocer lo que era yo en el mundo”.
"Me costó mucho tomar la decisión de jugar este torneo, pero me obligué. Tenía que hacer lo que sentía, lo que quería. Sentí que era el momento de dar un cierre a este sufrimiento y a esta pesadilla que vengo viviendo desde el día que me operé. El abrazo que me di con mi mamá al terminar el partido no me lo habría dado nunca en ese contexto, pero salió así, fue eterno y único. Lloraba en sus brazos como cuando tenía 10 años, fue una muestra de paz y amor”.
“Agradezco todos los consejos y las recomendaciones recibidos en estos últimos años, pero en este momento necesitaba dar este paso, nadie mejor que yo sabía mi realidad. Eso sí, no cierro esa ventana a que pueda ocurrir un milagro en el futuro, como ha pasado con Andy Murray. El tenis es y seguirá siendo mi pasión”.