Como en muy pocas oportunidades, Ricardo Bochini siente que Ariel Holan lo considera un hombre de consulta futbolística. Esta percepción de la realidad también está fortaleciendo la marcha de Independiente. El Bocha no pretende ocupar ningún rol que no le corresponde, pero encuentra en el entrenador un espacio para volcar sus opiniones. Lecturas, prudencias, decisiones.
  • Holan no pierde ni resigna autoridad en las charlas futboleras que compartió y comparte con Bochini.
  • Gana Independiente en estos términos. Se fortalece. Se afirma. Y hasta quizás se convence.
  • Poco a poco, se fue construyendo la relación Holan-Bochini.
  • El encuentro entre Bochini y Holan y las lágrimas del técnico

Ricardo Bochini no le arma el equipo a Ariel Holan. Pero Bochini es escuchado por Holan. Lo incluye en el marco de las participaciones que puede tener el Bocha como intérprete valioso de un mensaje que nunca cambió. Ese marco objetivo son sus opiniones, sus gustos, sus preferencias. Por ejemplo, por Martín Benitez. O por Ezequiel Barco. Y por la idea general para encarar y afrontar los partidos de local y de visitante.

Holan no pierde ni resigna autoridad en las charlas futboleras que compartió y comparte con Bochini. Es un punto a favor muy importante para calibrar al entrenador de Independiente. Para advertir sus seguridades. Alguien inseguro baja la cortina. Cierra todas las puertas y clausura las ventanas. Aunque sea por las dudas. Hasta por celos. O por razones no blanqueadas.

Holan, en cambio, las abre. Por lo menos con Bochini. Lo que no significa que haga lo que el Bocha quiere. Pero contempla lo que piensa y lo que dice. Esto solo, ya le suma a Independiente. No hablamos de goles, puntos ni triunfos, porque nadie puede garantizarlos por más amplio, talentoso y sensible que sea, pero la suma se expresa a partir de la sintonía fina entre el técnico del equipo y el ídolo más influyente que hoy tiene el club.

Gana Independiente en estos términos. Se fortalece. Se afirma. Y hasta quizás se convence. Cualquiera que frecuente el fútbol no desconoce ni ignora que Bochini nunca fue cortesano de los distintos entrenadores que pasaron por el club. Es más: su crítica en muchísimas oportunidades fue durísima. Y las nuevas generaciones de hinchas lo calificaron como una especie de francotirador, no deseado, al que no le gustaba ni le conformaba nada. Algo parecido venía sucediendo con el Beto Alonso en River.

Gana Independiente en estos términos. Se fortalece. Se afirma. Y hasta quizás se convence.

Esta actitud del Bocha disociada por completo de un perfil complaciente (ni aún con Daniel Bertoni, cuando ejerció como entrenador en el Apertura de 2004, después de la sorpresiva muerte del Pato Pastoriza), le valió algunos disgustos y varios enconos más o menos pasajeros de parte de ex compañeros de equipo, como Jorge Burruchaga, Miguel Angel Santoro, Néstor Clausen y Enzo Trossero, por ejemplo.

Bochini, siempre alejado de los gritos y las vehemencias, nunca cedió. En la crítica siempre pisó a fondo el acelerador. Como lo hizo últimamente con Jorge Almirón, Mauricio Pellegrino y Gabriel Milito. Con Holan la postura, por ahora, es otra. “Me gusta mucho este Independiente. Por eso cada vez que puedo voy a verlo adentro y afuera. Antes no lo hacía. Este equipo ataca con mucha gente, no sale a esperar y tiene ritmo y velocidad para desequilibrar”, señaló el Bocha con su habitual parsimonia después del estupendo 4-2 sobre Newell’s en el Parque Independencia, cuando lo fue a visitar a Holan en los vestuarios.

"Este equipo ataca con mucha gente, no sale a esperar y tiene ritmo y velocidad para desequilibrar", señaló el Bocha

Conmovió a Holan verlo a Bochini tan gratificado por el juego individual y colectivo que mostró el equipo en Rosario. Es que no suele regalar elogios futbolísticos el hombre de 63 años. Salvo con sus debilidades. Que las tuvo y las tiene. Holan nunca lo fue. Ni antes de asumir en Independiente cuando ejerció en Defensa y Justicia.

Poco a poco, se fue construyendo la relación Holan-Bochini. Cada uno en su rol. Pero compartiendo lecturas, análisis y prudencias bien entendidas. Benítez por fin juega donde siempre debió jugar y donde Bochini se cansó de pedirlo: detrás del punta, en este caso Gigliotti. Barco juega arrancando desde la izquierda sin la obligación de ser un armador clásico en una función que Holan le encontró en la cancha para que el pibe de 18 años pueda tener continuidad y la frescura y el ingenio ofensivo que se le reconoce.

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Estas decisiones de Holan también gozan de la aprobación explícita de Bochini. Es juntar a los jugadores que pueden y deben juntarse. En definitiva, es la vieja religión del fútbol de todos los tiempos. No deja de ser un pequeño ejemplo de cierta sociedad intelectual entre el técnico y el crack. Anticipar evoluciones o episodios entre ambos que consagren algunas diferencias a la hora de mirar y sacar conclusiones de un partido, no deja de ser una ficción.

La realidad es que en Independiente por estos días hay en marcha una película documental: Holan más Bochini.

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