Ya no alcanza con la escasez de nivel y la crisis de valores: hasta la propia FAB se permite el lujo de incumplir sus propias reglas sin remordimientos, aprobando títulos argentinos y sudamericanos entre no rankeados. ¿Qué se le puede exigir al resto?

Hasta hace poco, el título argentino era motivo de orgullo, al igual que su ránking.

No solamente porque estuviese bien confeccionado, ni porque fuera de gran nivel, sino porque además de estar todos los que merecían –boxeador más, boxeador menos-, era un ejemplo de respeto y seriedad por el apego a sus exigentes normas, más meticulosas que un título mundial.

Ya ni eso queda: ni el orgullo, ni la seriedad, ni el respeto.

Con el reglamento de la FAB que tanto costó edificar y pulir, e incluso se está en proceso interno de aggiornamiento para adaptarlo a los tiempos que corren, se está haciendo un bollo para tirar a la basura, como si fuera un panfleto repartido en la vía pública.

Pero lo que más duele es que el irrespeto parte del mismo seno de la entidad, de quienes escriben las reglas, que de un día para el otro borran con el codo lo que escribieron con la mano, no una, sino dos, tres y más veces.

La única duda es si sucede por desconocimiento o por desidia, a cual peor.

Hace un par de semanas, por ejemplo, iba a haber una pelea por título argentino supergallo alternativo en la FAB, entre su poseedor, el porteño Luis Cuslito, y el Nº 1 del ránking nacional, el mendocino Javier Chacón.

(NdeR: el campeón regular, Alberto Melián, está en el exterior –Eslovenia- prosiguiendo su carrera, y el reglamento le otorga 3 meses para regresar, con una prórroga de 3 meses más por causa justificada, pasados los cuales se le debe quitar el título).

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Agentes libres, ¿la figura que viene?

Sin embargo, en la semana del combate Chacón acusó una lesión en la mano, por lo que fue reemplazado por el cordobés Alan Luques Castillo, que figuraba Nº 1 en el escalafón nacional de los plumas, es decir, una categoría más arriba.

Primera anomalía. El título alternativo (en Argentina se llama así, no interino) se disputa entre el campeón y cualquiera de los 10 del ránking. No puede apelarse a un púgil de una división aledaña. Eso es cualquiera.

Segunda anomalía: Cusolito no dio el peso. Pero se excedió en más de 1 kilo, por lo cual, tal como indica el reglamento, la corona debió haber pasado automáticamente de una cabeza a la otra, independientemente de cómo saliera la pelea sobre el ring, de efectuarse.

Tercera anomalía: pidieron que Cusolito se pese al día siguiente (sábado), lo cual también es antirreglamentario, porque de ser así, todas las peleas de la velada debieran pesarse el mismo día. Pero el porteño desistió porque sabía que igual no llegaba, habida cuenta de que había venido fundido, y ni siquiera peleó.

¿Alan Luques Castillo se coronó campeón en la balanza, como indica el reglamento? Pamplinas. Al contrario. Hasta corrió el rumor de que alguien de la FAB dijo que eso corría para los títulos regulares, no para los alternativos. ¿What?

Es allí donde queda la duda de si quienes manejan el departamento de Boxeo Profesional no las aplican, o ignoran las reglas.

La cuestión es que el título alternativo, que cuanto menos debió haber quedado vacante, sigue en poder de Cusolito, que no dio el peso. Y Luques Castillo, que lo dio, se fue con manos y cabeza vacía, cuando debió haberse llevado todo, es decir, corona y bolsa del combate.

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El quinto elemento

No protestó, señal de que su gente o desconoce las reglas, o lo compensaron con buenas razones para que calle.

¿El reglamento? Bien gracias. ¿Qué costaba haberlo aplicado y que Luques Castillo se quedara con la corona para hacer la revancha más adelante invirtiendo los papeles? Es más; Melián no regresará y pronto se disputará el regular directamente.

No fue ésta la única mancha de estos días. La última semana hubo dos hechos. Uno en la velada de San Juan, donde Leonela Yudica retuvo el mosca FIB ante la venezolana Altuve.

En el semifondo de ese festival, una de las más firmes promesas del pugilismo vernáculo como Jeremías Ponce, defendió su título argentino superligero ante el rionegrino Miguel Antín, que directamente no figuraba en el ránking argentino de ninguna categoría. Un ingrato despropósito, con lo que cuesta confeccionarlo mes a mes, gratuitamente.

Por supuesto, Ponce ganó por KOT 1.

Pero ese no es el caso, porque equivalencia había, y no es el diario del lunes lo que deba legitimar o no los desaguisados cuando hay una regla escrita. Lo que no podía por reglamento, era realizarse la pelea bajo el título argentino, al menos hasta que las reglas cambien. Es más: Antín venía de perder 5 meses atrás por KO 3 ante La Cobrita Matías Rueda, algo que también invalidaba la disputa de una corona nacional.

Vergonzoso que a la FAB se le pase esto, y desvergonzado si no se le pasó y lo hicieron a sabiendas, porque entonces es un vale todo sin retorno.

La sospecha de que éste último fue el caso que imperó en el yerro, se constató al día siguiente, cuando ya en la propia FAB, en las mismas narices de todos los dirigentes, el santacruceño Adrián “El Chucky” Verón disputó el título sudamericano welter alternativo frente al cordobés Leandro Rojo, que tampoco figuraba en el ránking argentino, condición sine qua non para disputarlo, habida cuenta de que el sudamericano se rige por el reglamento argentino.

Es más: el alternativo vacante se disputa entre dos de los tres primeros del ránking o con campeones aledaños. Cuanto mucho, se admite que sea entre los dos primeros disponibles. Qué lejos le erraron.

Pero lo peor es que Rojo tenía apenas 12 peleas, entre las cuales figuraban 3 derrotas, 2 de ellas antes del límite, ¡y ambas este año!

Obvio, El Chucky ganó por KOT 2. Pero lo repudiable es que Rojo se tiró sin recibir golpe en el 1º round –Guajardo no debió haberle contado-, y se hizo hacer otra de pie en el mismo asalto, antes de caer por hook a la zona hepática en el 2º, que lo salvó de teatralizar una caída final.

El boxeo argentino está mal, cierto, pero así estamos haciendo mucho para empeorarlo. Y nos sentimos todos quienes estamos en esto, un poco peores cada vez.

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