El humor tiene una merecida fama como la mejor arma para mostrar la realidad, darla vuelta y burlarse de ella, aún en tiempos complicados. Cuando existe la censura y el autoritarismo, el humor es una ventana de aire fresco para describir lo que pasa desde otra visión, y establecer lazos de complicidad con el receptor.
Quizás su tendencia a la ironía y la mordacidad hayan convencido a Adrián Stoppelman ya hace muchos años que esa era la manera que quiso elegír para contar la realidad, conjugando creatividad y compromiso a través de su propia mirada sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Autor de dos libros basados en sus columnas realizadas durante casi 20 años en distintos ciclos radiales, Adrián suele presentarse con un espectáculo que él prefiere denominar "monólogos de humor" y no stand up. Pero su amplia trayectoria abarca trabajos tanto en TV como en radio, sin olvidar que sus raíces con el arte se vincularon al teatro siendo muy joven, y con la música, en especial el rock.
Nacido en Floresta en 1962, de su padre - un doctor en Química que huyó de Alemania en la época nazi- heredó el fanatismo por River, que inevitablemente comparte con su amor por All Boys, el club de su barrio, al que empezó a seguir y amar desde chico, cuando jugaba al fútbol en un potrero vecino a la cancha del "albo". Adrían relata que "de adolescente me gustaba escribir, aunque no tenía en claro sobre qué", pero tras cursar estudios de ingeniería - más por mandato familiar que por convicción- que quedaron inconclusos, Adrián se interesó por el mundo teatral, y así se vinculó con el Teatro Escuela que conducía Federico Herrero en el barrio de San Telmo, y escribió los guiones de varias obras.
"La primera se llamaba El Reciclaje", y era una simbología sobre la represión, en épocas de dictadura, pero me gustaba más escribir que actuar, algo que solo hice esporádicamente o cuando faltaba algún actor. Pero todo era un trabajo a pulmón entre varios". Cuenta que "el primer laburo profesional que conseguí en los medios fue a través de una amiga que trabajaba en canal 7, y me contactó con Adolfo Castello. Así, le llevé un material que tenía, y como gustó, ingresé a La Noticia Rebelde haciendo scketchs y guiones, y hasta me animé a interpretarlos yo mismo".
A partir de 1991, Adrián comienza una relación profesional con Víctor Hugo Morales que se extiende hasta la actualidad. "Fue en radio Continental, en el ciclo La Radio, le llevé una columna de humor y como le gustó, seguí haciéndolo, me incorporé al equipo, con el que continuamos durante casi toda la década, y también lo acompañé en un par de programas en televisión en aquellos años". Desde 2007, Stoppelman sigue realizando sus micros de humor - que él bautizó como "Pasan Cosas Raras"- donde se transformó en un auténtico coequiper del uruguayo, y se nutre de la conflictiva realidad política y social argentina para ironizar sobre todo lo que ocurre en la actualidad. Asegura que "siempre tuve total libertad para decir lo que quisiera, incluso no recibí nunca quejas de los políticos por mis sátiras, en todo caso, la censura vino más del lado de algunas empresas" y no deja de recordar que "a comienzos del actual gobierno se levantó el ciclo de Víctor Hugo por ese acento crítico, pero por suerte desde hace tres años estamos en la emisora 750".
En televisión, Adrián también formó parte de un exitoso envío de humor sobre la realidad ,que era "Canal K". "Esto fue en la primera época del menemismo, alli, varios muñecos satirizaban la realidad, y tenían las voces e imágenes de Menem, Alfonsín, Ubaldini y Jaroslavsky, entre otros. Yo era uno de los guionistas, y terminamos muy involucrados, nos gustaba mucho el producto. Pero faltó apoyo publicitario porque era un ciclo muy polémico, y a los dos años se terminó".
Además de trabajar haciendo producciones independientes y de publicidad para TV, Adrián encontró en 2014 una nueva vertiente para su humor: el stand up, o los monólogos en salas de teatro.
Cuenta que “gracias al empuje de Bibiana Tonnelier, con quien ahora comparto los shows, armamos un espectáculo que me produjo el Chino Volpato, en el Teatro El Cubo, se llamaba “Pasan Cosas Raras en Vivo”, y luego en 2016 llegó “Con Sumo Humor”, en La Plaza.
“Al poco tiempo tuve un infarto,- resalta- la pasé muy mal pero pude reponerme, aunque siempre con control médico. Y de a poco con Bibiana, una talentosa comediante, armamos un show nuevo que titulamos “Gente de M”, y ahora estamos presentando “Vienen por Todo”.
Durante un tiempo, Adrián también organizó cursos de humor, tanto presenciales como on line, y cree que “obviamente el humor político en radio es distinto del que hago en un show, hay otro lenguaje y otras características, pero siempre me sentí más cómodo en la ironía, podés criticar mejor con un chiste que con un insulto”.
También reflexiona que “el humor suele girar desde los viejos tiempos alrededor de temas similares” y rescata como fenómenos del humor “desde Tato Bores y Telecómicos en mi infancia hasta Les Luthiers y Fontanarrosa, y como referencias del exterior, a los Monty Python, Seinfeld y el mismo Woody Allen”.
“Yo digo - señala - que no hay nada mejor para el humorista que la gente se mate de risa, ya que el humor es una ceremonia catártica de resistencia, y la realidad es muy compleja para tomarla solo en serio”.
Actualmente, Adrían presenta sus shows en el Café Monserrat los segundos sábados de cada mes, y realiza frecuentes actuaciones en ciudades del interior, y aclara que su actividad puede seguirse a través de la web www.pasascosasraras .com.
A comienzos de los ‘90, Adrián empezó a despuntar el vicio en cuanto a su amor por la música en el programa “Gira Mágica y Misteriosa”, que conducía el periodista de rock Julio Alberto Guichet, y de quien él hasta poco antes era un incondicional oyente, y con quien surgió una amistad que se extiende hasta ahora.
Relata que “el contacto llegó porque le acerqué unos discos inéditos de Frank Zappa que él no tenía, para difundir, y entre charlas, me propuso hacer un micro en su programa e integrarme a su equipo”.
Así, durante varios años aportó tanto en “Gira Mágica...” como en “Histo-Rock”, el siguiente ciclo de Guichet, sus toques de ironía y humor, pero también información sobre bandas, y traducción de letras de temas, en épocas en que internet aún no existía y era mucho más difícil conseguir data sobre los artistas.
En el terreno musical, Stoppelman atesora sus bandas y artistas favoritos: Jethro Tull, Zappa, Deep Purple, Yes y casi todas las bandas del rock sinfónico y progresivo, pero además valora, entre lo más autóctono, a Spinetta, Invisible, Sui Generis, Sumo ( me atraía mucho la imagen de Luca), Los Redondos y Polifemo.
“Yo digo - seála - que no hay nada mejor para el humorista que la gente se mate de risa, ya que el humor es una ceremonia catártica de resistencia, y la realidad es muy compleja para tomarla solo en serio”.