Le tomó nada menos que 19 años a Rodrigo De la Serna conseguir un protagónico ciento por ciento suyo en Pol-Ka. Del recolector de basura de Campeones a Botines, y de ahí a compartir cartel con Julio Chávez y Luis Luque en El Puntero; y finalmente Tiempos Compulsivos, su último trabajo en esa productora.
No es extraño entonces que Adrián Suar le encargue a De la Serna (un actor conocido en toda Latinoamérica gracias a sus últimas películas) protagonizar el espacio que generalmente le depara los mejores resultados de la programación de El Trece. Claro que El Chueco no lo iba a largar solo en medio de la furiosa competencia que mantiene con Telefe por cada punto del prime time así que lo rodeó de otros grandes como Darío Grandinetti, Leticia Brédice, Alberto Ajaka, Julieta Nair Calvo y Luis Machín, entre otros.
Como en el capítulo presentación (“Martillos contra el Mal”) el guión sólo se dedicó a ahondar en la personalidad del protagonista y sus vínculos, nos vamos a reservar la crítica para más adelante y pondremos énfasis en explicar algunos puntos sobre la trama y los personajes.
Todos escuchamos hablar de lobistas. Los hay en todas las instituciones pero pasan lo suficientemente inadvertidos que nadie sabe decir con ciencia cierta qué es. Por eso qué mejor que el protagonista, Matías Franco (De la Serna) para aclararlo. "Hay dos cosas con las que todo el mundo sueña: volar y ganar dinero sin trabajar. Yo puedo hacer las dos cosas. El secreto está en aferrarse a una gran oportunidad y dejarse llevar, aprovechar las corrientes de aire favorable, tener la capacidad de pilotear situaciones difíciles y, sobre todo, saber desengancharse en el momento justo", dice el personaje mientras disfruta de un viaje en un aeroplano remolcado por una avioneta.
"Algunos dicen que el dinero no tiene ideología. Se equivocan garrafalmente. Todos los que nos dedicamos a ganar dinero compartimos la misma ideología: nunca es suficiente, muchachos. Cuanto mayor es el negocio, mayor es el riesgo. Por eso mi trabajo consiste en controlar esos riesgos para aterrizar lo más suavemente posible", agrega.
"Todos tenemos un talento, de eso estoy convencido; el mío es construir puentes. Lo que hago es tan sencillo y tan complicado como aterrizar un planeador. Soy, básicamente, un facilitador de negocios, un lobista", concluye Franco antes de arrancar con la secuencia de títulos muy original musicalizada con el tema “Mala Noche” de Riff.
De un encuentro con su máxima antagonista, Natalia Ocampo (interpretada por Leticia Brédice), Matías pasa a organizar un negocio con su barman favorito, y de ahí a un encuentro sexual con una compañera ocasional para luego ir de nuevo a la carga.
“Crisis es oportunidad” es el lema del lobista, que no descansa ni siquiera para seducir a una joven fotógrafa, Lourdes Inzillo (Julieta Nair Calvo), ni para reunirse con su secretaria Jimena (Malena Villa), su mano derecha en todo lo referente a las investigaciones que lo llevan a conectar empresarios con políticos de las altas esferas.
El contador Camilo Stéfano (Iván Moschner) contacta a Franco con una importante propuesta para un intendente del conurbano bonaerense y le da un importante adelanto.
Como la propuesta es suculenta, el lobista acepta contactarlo sin saber que el dinero que maneja el contador es en realidad robado de la Iglesia de la Sagrada Revelación, una institución al estilo de los creadores del “pare de sufrir” que recauda millones de pesos en el país, según le cuenta Jimena más tarde.
Sí, es un truco que ya homenajeaba Quentin Tarantino hace 25 años pero todavía funciona y le da un aire más épico inclusive.
Elián Ospina (Darío Grandinetti), el pastor que dirige la Iglesia de la Sagrada Revelación, descubre que Stéfano le ha robado casi dos millones de dólares y por eso va él mismo a encargarse del tema mientras recita el capítulo 55 versículo 12 de los Salmos.
“No es mi tarea encargarme de los pecadores. Es la tarea de Dios. Yo sólo se los envío”, le dice Ospina al aterrado profesional, que muy pronto se reúne con el creador.
Matías tiene un hermano, Javier (Juan Nemirovsky), que acaba de salir de la cárcel y jugará un papel fundamental en la trama. El joven fue abandonado por Matías, que no aceptó la custodia legal, y eso lo llevó a una mala vida y, eventualmente, a prisión.
A su salida, Javier ya se ha convertido en evangelista, por lo cual desprecia cualquier tipo de ayuda que pueda venir del lado de su hermano, y se abandona en los brazos de Dios en la Iglesia de la Sagrada Revelación que conduce Elián Ospina.
Al finalizar el episodio, y en vista de lo que le pasó a Camilo Stéfano, Matías decide ir por su cuenta a devolverle el dinero a Ospina. Esto dará pie a una nueva relación “de negocios” entre ambos, en tanto que Javier pasará a formar parte de esta congregación.
Por su parte, Matías comenzará a involucrarse más y más con Lourdes, en tanto que Natalia propondrá una tregua de lobistas y le ofrecerá realizar un negocio que los beneficiará a ambos por igual.
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