¿Considera que existen distintas clases de miedo?
-Sí. Hay miedos que activan y miedos que inmovilizan. El que te paraliza para que no te tires de un séptimo piso, es positivo, porque te alerta del peligro. Ahora, el que te inhibe a llevar adelante cosas que te hacen bien, es negativo. Sobre este miedo hay que trabajar.
¿Atravesó situaciones en las que sentía que su vida corría peligro?
-Sí. En una ocasión, tuve un terrible accidente de tránsito en una montaña. No salí despedida del auto porque tenía puesto el cinturón de seguridad. Terminé con un golpe tremendo.
¿Qué miedos sobrevuelan su adultez?
-La violencia de la calle me provoca temor pero no soy una persona miedosa. No vivo paranoica por ese tema. Le tengo más temor al daño psicológico, al daño sutil hecho con premeditación y maldad que a enfrentarme con un asaltante.
Cuando siente temor, ¿lo expresa o lo silencia?
-Depende que sea lo que me conviene.
En caso de tener necesidad de manifestarlo, ¿con quién lo habla?
-Con mis seres queridos. Con el tiempo aprendí que cuando alguien te está lastimando, si le decís: "Me estás lastimando. ¿Lo hacés a propósito o no te das cuenta?", lo desarmás, porque no espera que le digas la verdad. Eso es muy positivo. Quizá el otro no se había dado cuenta y pide perdón. Si lo estaba haciendo a propósito, advierte que te diste cuenta y se termina el problema. Pienso que ésa es una buena manera de desarmarlo. Yo les temo a los psicópatas. Son las personas a las que más miedo tengo.
¿Porque no sabe cómo defenderse de ellos?
-Sí y porque nunca se sabe por dónde puede atacar el psicópata. Si sos vulnerable, es muy difícil que no te afecte.
¿Siente que no se puede prevenir de eso?
-Sin duda, pero podés estar atenta, saber que es un problema del otro y no darle entidad.
¿Se topó con muchos lobos con piel de cordero?
-Todos nos hemos encontrado con palos en la rueda, pero si los atravesás, te fortalecés y salís adelante.
Cuando alguien tiene miedo y se lo confiesa, ¿qué hace?
-La ayudo como puedo. En general, esas cosas provocan empatía. Sería muy cruel no auxiliar al temeroso.
De chica, ¿era miedosa?
-No. Era la que protegía a mis hermanos.
Los miedos de sus hermanos, ¿no la invadieron?
-No, el miedo no es mi hermano porque el miedo del otro no te pertenece, por eso lo podés ayudar. Siempre resulta más sencillo resolver lo ajeno que lo propio.
¿Habla de la perspectiva?
-Exacto. La perspectiva es esencial. Recuerdo que la primera vez que me separé estaba muy mal y me encontré con Ricardo Darín, quien me dijo: "Tenés que aprender a mirar con perspectiva. Hoy estás mal, pero dentro de poco vas a estar bárbara. Ahora prestá atención, porque vas a saber quiénes son los que realmente te quieren". Todo lo que me dijo, sucedió. El tenía esa mirada porque había aprendido a mirar en perspectiva. Cuando uno atraviesa momentos muy duros debe tener esa pizca de sabiduría. Si atravieso este momento, con todo lo que ello implica, todo va a estar bien. Si te bancás el dolor, lo que viene va a ser mejor. Transformar el pensamiento es vital.
En el terreno profesional, ¿tiene temores?
-El actor que dice que no tiene miedo antes de un estreno, miente. En esos momentos, uno pasa por todos los estados y llega a preguntarse: "¿Por qué no me habré dedicado a otra cosa?" pero, a la vez, uno sabe que el día que le deje de pasar eso debe abandonar la actuación y dedicarse a otra cosa.
¿Esta sensación le sucede desde que comenzó hasta la fecha?
-Sí. Indefectiblemente, antes de un estreno, tengo miedo.
En las funciones posteriores, ¿qué le ocurre?
-Las disfruto. ¡Ojo! el día del debut también lo gozo. Si uno sale al escenario con miedo, el espectador lo percibe. Todo lo que hacés en escena se nota.