El actor dice que nunca tuvo demasiadas expectativas de hacerse conocido, tal vez como modo de protegerse porque, dice, los actores no saben si su trabajo alcanzara repercusión.

El año pasado se convirtió en el galán de la televisión. Alberto Ajaka (42) superó un personaje secundario en Guapas para tomar peso propio y casi protagónico con su personaje de Donofrio. Papá de dos niños de 5 y casi 2 años y pareja de la actriz María Villar, el actor ofrece su talento desde un producto: Signos.

 Nuevamente desde la pantalla de El trece pisa firme para reafirmar su popularidad. "Siempre es atractivo un unitario en Pol-ka. Tiene un nivel de realización, interpretación y un espacio para poder hacer el laburo que, quizá, la tele diaria no lo tiene. No hay muchas ficciones en la Argentina".

¿Qué te pasó por la cabeza cuando te dijeron que ibas a trabajar con Julio Chávez?

-Me tocó encontrarme con grandísimos compañeros por todos lados. Fue una alegría, no me puse nervioso. No soy una persona que se ponga nerviosa ante estrenos o desafíos nuevos, por lo menos visiblemente para mí. Lo que más me gusta de mi personaje es que es picante. En su momento, el año pasado, Guapas fue un proceso muy importante para mí. En términos de popularidad era lo más importante que había hecho. Me parecía lo más natural del mundo que no supiesen mi nombre y que la gente, por la calle, me dijese Donofrio.

¿Qué es lo que más recordás de los veinte años en los que trabajaste en la imprenta familiar?

-Ahí puse mucho trabajo, voluntad, cariño, cabeza. De chico, jamás me planteé ser actor. Nunca tuve una ambición desmedida o una fantasía vinculada con ser conocido. Tal vez como protección porque los actores, a priori, no sabemos si va a ocurrir el fenómeno de la popularidad. Entonces, uno quizá se blinda. Lo bueno es no proponérselo como objetivo. Empecé a laburar en la tele porque Claudio Villarruel y Bernarda Llorente me vieron en teatro. Me dieron un personaje cuando no había hecho ni un bolo en televisión. Ellos no tenían mi teléfono y llamaron a la sala en la que yo nunca estaba a las tres de la tarde. Bueno, ese día estaba, atendí y acá me tenés, mirá como son las cosas...

¿Hace poco tiempo que vivís de la actuación, no?

-Hace cuatro años y medio, la edad de mi hijo. Hasta entonces trabajaba en una imprenta familiar pero era una muy buena vida. Me gustaba mucho esto pero lo otro también. Este año tuve mucha suerte. Después del éxito de Guapas y del premio Martín Fierro, me preguntaron qué pensé la primera vez que grabé el personaje de Donofrio. ¿Qué iba a pensar? ¡Que había conseguido laburo! Después, se fue constituyendo en otra cosa.

¿Y entonces por qué te decidiste por el actor?

-Porque, a veces, las cosas ganan sobre las otras. Las personas podemos hacer muchas cosas. Resolví mi necesidad económica muy joven. Y a los 37 cuando nace mi primer hijo (Pedro), me despojé de lo que tenía y empecé de nuevo. No puedo decir que fue duro pero por primera vez en mi vida sentí la zozobra por el mes siguiente. Hoy me puedo reír pero, en su momento, me angustiaba pensar en por qué no empecé antes. Estaba desesperado por actuar. Temor puede ser pero dudas nunca tuve de lo que estaba haciendo. Estuve muy perdido, la pasé mal. Tenía la arrogancia del convertido, una cosa mesiánica. Había laburos en los que ponía mucha expectativa y después no rendían. Cuando lo entendí y reconocí mis límites, dejé de vagar en el sueño de la potencialidad.

¿Te sentís más un obrero que un artista?

 

-Me siento un artista trabajador. No, no me siento nada, me siento que soy yo. Soy un laburante porque me pagan por hacer mi laburo y sí soy un artista. En estos momentos, tengo una obra en el Sarmiento con mi compañía que, justamente, se llama El Hambre de los Artistas, jueves y viernes. La retribuciones son concretas o simbólicas.

"Empecé en el teatro under, pero la televisión me gusta"

"Empecé en el teatro under pero la tele me gusta. Tiene sus dificultades, sus vicios de repetición y agotamiento de las mismas situaciones pero más allá de esas situaciones puntuales, insisto en el concepto de que me gusta. Pero voy bastante tranquilo a trabajar ahí. Tampoco he tenido tanta responsabilidad de carga horaria. Cuando pienso en situaciones de disconformidad tienen que ver con el levantarse temprano. Y la otra cuestión es la de la espera", dice Ajaka.


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